We try harder.

We try harder.

Artículo publicado el miércoles 13 de Julio de 2016, en ElPeriódico.com.

risto

«Y sin haberlo previsto ni buscado, esta última Eurocopa se ha convertido ante los ojos del mundo en la metáfora más grande del planeta. Será la época de muchas cosas, pero lo que está claro es que son malos tiempos para los favoritos. Es más, me atrevería a decir que ser favorito es hoy en día lo más próximo a una maldición laica universal.

Pasó con la favorita Inglaterra contra Islandia. Pasó con la favorita España contra Italia. Pasó con la favorita Alemania contra Francia. Pasó con la favorita Francia contra Portugal. A todas las favoritas les han dado donde más les duele: en los resultados. Y les ha dado quien menos se esperaba, en términos deportivos, los aspirantes.

En esta vida, o eres favorito, eres aspirante. Dicho en anglosajón, o eres leader, o eres challenger. Y lo más curioso es que te lo suelen otorgar los demás, en base a ciertos resultados más o menos lejanos, pero rara vez es un título que uno se dé a sí mismo.

El favoritismo atonta. Y si no, que se lo pregunten a los hermanos menores. Para empezar, ser favorito no te aportará ningún reconocimiento extra, pues tu umbral del mérito será mucho mayor. Luchas por mantener algo que siempre está por demostrar. Encima, en caso de conseguirlo, nadie te va a felicitar como si te hubiera costado, y si fracasas, la crisis que abras será desproporcionada. Por eso los entrenadores más listos —o mayores— huyen del favoritismo como si de una enfermedad contagiosa se tratara. Saben que si alguien se lo acaba creyendo, es probable que viva con la visión distorsionada. Competir contra uno mismo es el primer paso para perdonarse más errores. Además, el favorito cae peor de entrada, pues estamos educados para pensar que la vida es más justa cuando premia a los que iban a perder.

Ser challenger, por tanto, son todo ventajas. Eres aquél a quien nadie mira, por el que nadie apuesta, y por lo tanto, juegas sin la presión de tener que revalidar. Cualquier cosa que consigas será una sorpresa para todos, empezando por ti mismo. Y sobre todo, no tienes nada que perder con el riesgo. Arriesgarse no es una opción, pues tienes mucho que ganar y mucho menos que perder que tu rival. Así las cosas, no es de extrañar que suelan dar la sorpresa los equipos que se presentan como challenger a las eliminatorias.

En los años 60, un brillante eslogan publicitario de la segunda marca de alquiler de coches en Estados Unidos dio la vuelta al mundo por haber presentado la desventaja de ser el primero de los perdedores en un gran beneficio para el consumidor.

Habían convertido un puesto en una actitud.

La actitud de los que siempre ganan, sea cual sea su clasificación.

La saco de titular, por si algún seleccionador quiere tomar nota.»

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Carta abierta al votante del PP.

Carta abierta al votante del PP.

Artículo publicado el miércoles 29 e Junio de 2016, en ElPeriódico.com.

risto

«Iba a decir querido, pero no me atrevo a ponerme cariñoso con un desconocido sin gintónic de por medio. Y digo desconocido, porque los 7.906.185 votantes del PP se parecen cada vez más a los espectadores de ciertos programas de televisión, esa masa social inexistente que a la hora de la verdad dinamita todo sondeo.

Vaya por delante mi más sincera enhorabuena y mi incondicional respeto democrático hacia cada voto de un compatriota. Espero que entiendas que precisamente en eso consiste la democracia, en que puedo y debo respetarte a ti pero ni puedo ni debo compartir tu decisión. Si todos pensásemos como tú, esto se llamaría de otro modo, lamentablemente demasiado visto en la historia de este país.

También quiero pensar que no has votado por miedo a un Brexit, a más incertidumbre o a las alternativas políticas, da igual. No por nada, sino porque el voto por miedo me parece el más cobarde o peor, contraproducente. Como ya han descubierto algunos, enarbolar la banderita del miedo es intentar criar animales salvajes: tarde o temprano se te acaba volviendo en contra.

Ojo, que no pretendo que votaras como yo. Ni mucho menos. Primero, que ya sería demasiado tarde. Segundo, porque esto va de que cada uno vote a quien le da la gana, faltaría más. Tercero, porque será que no había más opciones que la tuya o la mía. Y cuarto, porque yo voté al PACMA, que no aspiraba más que a obtener representación y así defender cosas que hoy ni se contemplan en el congreso. Algo que gracias a la Ley d’Hondt y a los intereses de quienes deberían abolirla, ha vuelto a ser imposible. Una persona, un voto. Ya.

Otra cosa es que me dé vergüenza tu voto. Sí, vergüenza. Y no porque haya ido al PP, pues —insisto— es una alternativa tan legítima como cualquier otra; he conocido e incluso ayudado a ganar a gente honesta y honrada dentro de esa organización, gente que no se merece ni los tesoreros ni dirigentes que le ha tocado sufrir. Me avergüenza porque era el respaldo que justo ahora necesitaba el candidato líder de la lista más imputada. Gracias a tu voto, la corrupción y la conspiración de estado, en vez de ser castigada, hoy resulta jaleada y premiada. Porque si eximes de penitencia al responsable último, eso es que el primer responsable eres tú.

Así que nada, espero que disfrutes mucho de tu decisión con cada nuevo juicio, con cada nueva investigación. Como alguien dijo, daría mi vida por tu derecho a hacerlo. Aunque eso sí, hoy tenemos el país que te mereces. Con tu permiso o sin él, yo y otros muchos que aún somos mayoría, seguiremos intentando que se convierta también en el que nos merecemos los demás.

Afectuosamente, pídemelo con el pepino entero, sin cortar.»

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Nadie debería votar en verano.

Nadie debería votar en verano.

Artículo publicado el miércoles 22 de Junio de 2016, en ElPeriódico.com.

risto«Nadie debería votar en verano. El verano es tiempo de cosas frívolas, sin demasiada importancia ni trascendencia. Y más en latitudes como la nuestra. El calor nos aplatana las ideas, nos vuelve más laxos, más idiotas de lo que algunos ya somos, menos exigentes. Se nos relaja la cintura, el criterio, la ceja, la moral. Como descubrieron hace tiempo aborígenes y actores porno, una vida con menos ropa es una vida más ligera y divertida de llevar. Nos complicamos la vida el día que empezamos a ponernos más prendas. El día que el frío y la lluvia nos hizo quedarnos en casa, ése día nos tocó discurrir y darle vueltas al coco. Y entonces pensamos cosas sesudas, cosas que al borde de una piscina no se nos habrían ocurrido jamás. Y así surgieron Nietzsche, Goethe, Kant y Kierkegaard. Sí, por otra parte, menos mal.

Nadie debería votar en verano. El verano es tiempo de Danny y Sandy, de Manuel y Ramón, de Cali y El Dandee, de conversaciones superficiales, de ya si eso me paso, de quedamos para cenar pero no concretamos hora, de alguien sabe qué día de la semana es hoy. Porque no hablo de problemas tan importantes como los refugiados, el paro, la economía o el abandono animal. Hablo de los más frívolos e intrascendentes, los más superficiales del año. Problemas del tipo cuánto tiempo llevo tomando el sol de este lado, igual debería darme la vuelta si no quiero estar blanco por detrás. Problemas del tipo anda acércate a la gasolinera a por más hielo. Problemas del tipo quién se ha sentado con el bañador mojado en el sofá. Problemas que no lo son, vaya.

Canciones facilonas con ritmo de bombo y caja y no más de tres notas repetidas toelrrato. Prendas de ropa, por llamarlas de algún modo, tremendamente fáciles de desabrochar. Almuerzos con más tiempo de sobremesa que de receta. Ésa es la esencia de nuestro verano, para qué nos vamos a engañar. Ésa y la roja por el mundo consiguiendo lo que un político no conseguirá en su vida: hacernos sentir orgullosos a todos los españoles por igual.

Pero si a estas alturas nos cuesta decidir hasta dónde poner la toalla, imagínate tener que decidirnos sobre el futuro de nuestro país. Que no, que nadie debería votar en verano. Acudir a las urnas y tener que hacerlo en período veraniego demuestra que en realidad no estamos yendo palante, vamos patrás.

Aunque ahora que lo pienso, igual era esa justamente la idea.

Igual donde yo veo un inconveniente, otros ven una gran ventaja.

Ya sea el sorpasso, el yo passo o el si passa passa, me temo que no es que todos esperen un gran milagro, es que todos pretenden sacar petróleo de nuestra pereza, por otra parte provocada —como siempre— por su falta de credibilidad.»

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Atáscame otra vez.

Atáscame otra vez.

Artículo publicado el miércoles 15 de Junio de 2016, en ElPeriódico.com.

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«Manos arriba, esto es un atasco. No, no se trata sólo de una acumulación de vehículos, es muchísimo más. Es donde se amontonan todas las prisas, donde se nos encallan las vanidades, donde los ricos y los no tan ricos se ven obligados a esperarse por igual, porque aquí no hay clase business que valga, ni zona vip, ni espacios reservados, ni fast track. Aquí da igual lo que corra tu coche, porque a los vehículos les pasa como a las personas: todos los parados cuentan lo mismo, aunque todos sepamos que no valen igual. No hay nada tan socialdemócrata como un buen atasco. Y si no, ya ves el rédito que Unidas Podemos le están sacando al hecho de que no hayan podido unirse los demás.

Manos arriba, esto es un atasco. El momento del día que vive un medio tan importante como la radio. Porque qué sería de la radio sin un buen atasco todos los días. El poder de comunicar sin imagen, un poder que siempre amenazan con que se perderá. Pues yo no lo creo, oiga. En un mundo saturado de estímulos visuales, cada vez soy más militante de las cosas que aún nos permiten desarrollar algo tan necesario como la imaginación. Un buen programa de radio, un buen libro y un buen silencio, una buena historia que contar. Algo que no nos lo den ya mascadito, algo que nos haga pensar imaginando, la definición que siempre da Manuela Romo cuando le preguntan qué es la creatividad.

Manos arriba, esto es un atasco. Ha llegado el momento de acordarse de la familia del alcalde o alcaldesa. De los vivos y de sus muertos, también. De sus ideas felices para «mejorar» la ciudad. Algunos aprovechan para realizar perforaciones nasales que ríete tú del proyecto Castor. Algún día alguien estudiará hasta dónde puede llegarse uno por vía nasal. Y habrá arqueólogos que dejarán las dunas de Egipto para adentrarse en la parte baja del asiento de los que nos dejaron su huella para la posteridad. Pero el verdadero misterio es por qué todo atasco hace el acordeón. Por qué tu fila es la que siempre se para primero. O por qué aún hay gente que se intenta colar, total para tener que pararse un par de insultos más allá.

Manos arriba, esto es un atasco. Y de repente, una ambulancia. Alguien que sí tiene prisa pero de verdad. Y nos entra de pronto una vergüenza extrema por todo lo que hasta hace un momento reivindicábamos, ese derecho a poder apartar de nuestras vidas a todos los demás. Es entonces cuando hacemos un hueco, abochornados, nos apartamos para que pase, y es nuestra forma de pedir perdón ante tanta arrogancia. Es entonces cuando, de manera tan egoísta como humana, agradecemos no tener ese tipo de urgencia.

Todo hasta que volvemos al arranca para.

Todo hasta que se nos vuelve a olvidar.»

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Los idus de junio.

Los idus de junio.

Artículo publicado el domingo, 12 de Junio de 2016, en ElPeriódico.com.

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Il.lustració per Leonard Beard.

«Junio es el viernes de los meses, julio es el sábado —algunos curran y otros no— y agosto el domingo —aquí no curra ni dios, que luego acaba siendo mentira, pero da igual—. El caso es que tal y como ocurre con todos los viernes, con el buen tiempo, el solecito, la playita y el caloret, empieza a notarse una cierta sensación de tiempo añadido, una cierta sensación de que los problemas parece que se han quitado la corbata y visten más casual. Nada más cerca de la realidad.

Para algunos, ha llegado el momento de procrastinar. Lo que no hayan hecho ya, lo van dejando para ese lunes llamado septiembre. Y poco a poco vas viendo cómo se aplazan reuniones, comidas, cenas y proyectos y se atiende sólo y únicamente a lo urgente, a lo que hay que sacarse de encima antes de que haga demasiado calor y se nos derrita la neurona que usan algunos para votar de nuevo al PP como fuerza parlamentaria mayoritaria pese a todo lo visto y caiga quien caiga. Madre de dios.

Para otros, este mes es sinónimo de tirar la toalla. Otro año que no llego a la operación bikini. Otro año en que mi primera sesión de playa pinta sobre blanco nuclear. Junio es el mes que mejor representa la palabra tarde. Los buenos propósitos, como los buenos tomates, o se han cultivado antes de junio o ya no serán. El lunes a primera hora sin falta me apunto al gimnasio, a aprender idiomas, a dejar de fumar. Já. Como cualquier agricultor sabe, lo que se planta demasiado tarde no llegará a brotar jamás.

Por último, para un tercer grupo, éste es el mes del estrés máximo. Para ellos parece que en verano se les acabe el mundo, así que hay que hacer todo aquello que no se hizo en el primer semestre, y hay que entregarlo todo ya. Lo que está claro es que para todos sin excepción, junio es el mes del petardo en el culo: empieza con la declaración de la renta y acaba con la verbena de San Juan.

Este junio, además, contiene dos emociones fuertes más. Como si no tuviésemos bastante con lo que ya hay. Una es la Eurocopa de Francia. Que aunque no te guste el fútbol, sabes que de pronto este país, partido a partido, se va a paralizar. Sí, todavía más. Ya  pueden visitarnos el saliente Obama, la gomera Merkel o su mismísima Santidad, que cuando juega la roja, el país no se pone o no tiene cobertura o, simplemente, no está. ¿Todo? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles indepes resiste todavía y siempre al invasor españolista en cualquiera de sus manifestaciones.

La otra emoción, muchísimo menos importante, elecciones generales el día 26. Sí, ya sabes, eso que hacemos aquí cada seis meses para distraernos un poco redefiniendo la palabra legislatura: dícese del período comprendido entre dos frustraciones, la de no haber podido ganar las elecciones y la de no haber sido capaces de pactar para gobernar. Impotencia democrática. Gatillazo parlamentario. Pactos de esterilidad.

Los romanos, que de esto de la lex, legis algo sabían, colocaron los idus de junio el día 13. Es decir, este mismo lunes. Cuando se estrena la roja en Francia, sí. El día de los buenos augurios, decían. El día que había que invocar a los dioses. Consultarles. Llamarles cual operadora en medio de la siesta para preguntarles si estaban contentos con la humanidad que habían creado. Ojo que a veces hasta respondían, como a Julio César en los idus de marzo del 44 a.C., pero no era lo habitual.

Junio es el punto de no retorno. La frontera entre mucha primavera y algo de verano. Es cuando ya nos hemos fundido la primera mitad. Son los cuarenta años cumplidos en plenas facultades pero muy consciente de la esperanza de vida, que no deja de ser un eufemismo para designar una desesperanza de muerte. Una cuesta abajo hacia lo único que sabes seguro que ocurrirá.

Algunos lo llaman cierre fiscal.

Yo prefiero llamarlo el principio de todo lo demás.»

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Fe, relevancia y calidad.

Fe, relevancia y calidad.

Artículo publicado el miércoles 8 de Junio de 2016, en ElPeriódico.com.

risto«Aún no ha llegado el 26J y aquí hay uno que puede presumir de votos. Pero ojo que no son de los que caben en una urna, no. A esos se los lleva el viento de los pactos postelectorales, y si no, al tiempo, ya verás. Me refiero a los votos que me ha hecho jurar la vida. Los que he aprendido a fuerza de despedirme. Son los votos con los que trabajo y con los que quiero, también. Por eso amo lo que hago y por eso hago el amor siempre que puedo y me dejan, claro está.

El primer voto es el voto de la fe. No esa fe patrimonio de creyentes y religiosos. Fe entendida como pleno convencimiento en ausencia de datos. Por eso jamás me interesé por las ciencias, porque creo que predecir es abusar del pasado y porque confío demasiado en todo aquello que no se puede medir. Creo en el tamaño de una promesa. En la profundidad de un abrazo. En la velocidad de un lo siento. Y creo también en el peso específico de una reconciliación. Creo que la tristeza se acumula y la felicidad, no. Creo en la gente que ve cosas que los demás no somos capaces aún de imaginar. Y creo que todos somos, de algún modo, enfermos todavía no diagnosticados.

El segundo voto es el de la relevancia. El que me hace descartar todo lo que no lo es. Relevante es aquello en lo que inviertes tu tiempo o tu dinero. Lo demás son sólo palabras vacías, bla bla bla. Un ejemplo: la crisis de los refugiados no preocupa una mierda a los españoles. No es una opinión, lamentablemente hoy sabemos que es dato. Si tus valores no te cuestan dinero, son valores aún por demostrar. Y si no le dedicas tiempo aquello que dices que te preocupa, puedes llenarte la boca diciendo que te sientes muy comprometido, que no por ello será verdad. El compromiso es promesa más comportamiento. Si no ocupa parte de tu agenda, a mí no me cuentes milongas. No te importa, te da igual.

Y por último, tercer voto, el de la calidad. Calidad no definida como lo que un grupo de eruditos haya bendecido desde su atalaya. Eso es elitismo cultural y suele desembocar en racismo intelectual. Yo creo en una calidad mucho más democrática y mundana. Calidad es cumplir lo que se ha prometido. Si has prometido una película de miedo y te cagas de la risa, eso es un truño de película. Si prometes entretenimiento y no entretienes, pa tu casa, que venga otro y ya está. Si prometes una experiencia gastronómica y luego no haces disfrutar mientras se come, eres un llena buches, pero no un restaurante de calidad.

Por todo ello, ahora sí, el 26J mi voto seguirá siendo para el PACMA. Porque me los creo, porque pretendo que sean más relevantes y porque nos prometen algo que espero que cumplan, no ya por los de nuestra misma especie, sino por todos aquellos que nos sufren y aún no nos pueden botar.»

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La suerte no existe.

La suerte no existe.

Publicado el miércoles, 1 de junio de 2016, en ElPeriódico.com.

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«No todo es ganar. No todo es perder. Se puede ganar mucho sin siquiera jugar el partido. Mira Cristiano Ronaldo en la final de Milán. Y se puede perder todo habiéndote esforzado al máximo y mereciendo haberlo ganado todo. Mira Juanfran.

El mérito es tan sólo el examen teórico del éxito. Un concepto vago y subjetivo que deberíamos dejar de asociar a resultados. Que para eso están algunos premios. Para compensar los que no te dio la vida cuando te los mereciste. O para hacerte asistir a la gala, que también los hay.

El triunfo jamás fue meritocrático. Hay gente que no merece nada de lo que tiene y sin embargo ahí está. Hay gente que no sabe lo que es pelear por ganarse algo y aún así se pasa el día quejándose. Y es que esta sociedad no está pensada para premiar el esfuerzo. He visto gente esforzarse toda su vida y morirse sin nada, y he visto gente que no había dado un palo al agua y sin embargo llevárselo crudo día sí día también. Si viviésemos conforme al esfuerzo de cada uno, no haría falta que uno de los empresarios más importantes del país impulsase «la cultura del esfuerzo», porque nos saldría de natural.

Hace unos días, en un foro de start-ups, me preguntaron por qué no triunfan en España los programas de televisión tipo talent-show con empresarios que por otro lado arrasan en países anglosajones. Y yo dije que claro que triunfaban. Lo que ocurre es que aquí son programas que buscan chavales que quieran ganarse la vida a razón de seis mil pavos por bolo en discotecas de extrarradio. No hace falta leerse a Max Weber para darse cuenta de que mientras los países de tradición protestante ensalzan la cultura del esfuerzo, en nuestro entorno ese ideal está ocupado por la cultura del pelotazo. Si alguien triunfa allí es porque se lo ha ganado, si alguien triunfa aquí, cuna de hidalgos, hay que ver qué suerte —o qué padrinos— tiene.

Mi abuela, que en paz descanse, se pasó la vida diciéndonos a toda la familia que no hacía falta que nos esforzásemos tanto, que esa semana por fin le iba a tocar la primitiva y así nos liberaría de nuestros males. Como si trabajar fuese algo intrínsecamente malo. Como si la suerte realmente existiese. Y como si todo eso se pudiese comprar. Yo creo que sólo existe la mala suerte, la que viene sola, la que un día trunca todos tus planes por culpa de factores exógenos que jamás pudiste controlar. Sin embargo, la buena, la que hay que salir a buscar, es igual a talento multiplicado por oportunidad y todo ello elevado a esfuerzo.

Una fórmula mágica que a veces funciona y otras… acaba funcionando.

Espero que piense lo mismo el Cholo Simeone.

Y por supuesto, mis más sinceras felicitaciones al eterno rival.»

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Pasa o pistacho.

Pasa o pistacho.

Publicado el miércoles, 25 de mayo de 2016, en ElPeriódico.com.

risto«Las pasas no son frutos secos. Lo siento, pero no. Basta ya de llamarles así. Un fruto seco que no cruje no es un fruto seco. Lo será en su definición, lo será en el diccionario, por eso los diccionarios no se comen, pero las palabras sí.

Habrá a quien le gusten —merece vivir también—, pero a mí no hay nada que me dé más rabia que encontrarme una pasa en medio de un surtido de frutos secos. Estás ahí disfrutando de tus cacahuetes, kikos y almendras, cuando de repente, zas. El ritmo de tu masticar se ralentiza, todo se reblandece y los que pasamos de los 40 ya sabemos la rabia que da cuando todo se reblandece sin previo aviso ni explicación.

Las compañías aéreas, —que de las malas compañías son las peores—, se dieron cuenta hace tiempo de que las pasas no son del gusto de todos, y empezaron a repartir frutos secos en bolsitas opacas. Dijeron que así protegían su contenido de la luz, pero mintieron como nunca. Era de nuestra vista de lo que lo querían apartar. Para colarnos cada vez más pasas y menos frutos secos. He llegado a contar hasta diez pasas en una sola bolsita. Diez. Sí, sí. Diez.

La madre de Forrest Gump se equivocó profundamente. La vida no es como una caja de bombones, porque las cajas de bombones ya vienen con guía de consumo, dibujitos o incluso fotos que acompañan al surtido, en las que te explican de qué están hechos los bombones que te vas a meter entre michelín y cartuchera. Y así puedes elegir los que más te gustan primero. Aunque acabes por consumirlos todos cuando ya no quede más remedio. Ojalá siempre supiésemos de entrada de qué está hecha la gente antes de que la pudiésemos probar. Pero todos sabemos que no. Que la vida es más como un surtido de frutos secos en bolsitas de avión. Tú vas comiendo tus rutinas confiadamente hasta que de pronto, bum. Una pasa entra en tu boca y entonces ya es demasiado tarde. Ya está en tu boca. Te la tragas o las escupes. Pero el sabor, su recuerdo, queda.

Una vez tuve suerte y me encontré un pistacho. Mira que es difícil, porque un pistacho hay que pelarlo y vete tú a saber de qué proceso de bolsitas de lujo debió caerse. Pero ahí estaba. Entre todos los frutos secos comunes y todas las malditas pasas, un pistacho peladito y delicioso.

En esta vida, o eres pasa, o eres pistacho. Eso si eres relevante para alguien. Porque también puedes ser del tipo de frutos secos que nadie es capaz de recordar. Esa es y será siempre tu decisión.

El problema no es lo que tú seas. El problema es todo lo que te tocará comer a ti. La cantidad de bolsitas que —para encontrar un pistacho— deberás comerte primero. La cantidad de pasas que —para poder seguir comiendo— deberás tragarte, antes y después.»

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Senoiccele.

Senoiccele.

Artículo publicado el miércoles 18 de Mayo de 2016, en ElPeriódico.com.

risto
«Cada vez me gusta más el cariz que están tomando los asuntos de la política en este país. El otro día, un prepostcandidato —al que le tengo mucho respeto pero que nunca deja de sorprenderme o quizás precisamente por eso se lo tengo, no sé— presentó algo así como su equipo de gobierno en caso de que ganase las elecciones… en solitario. Un caso que si se cumplen las encuestas jamás se dará, pero eso ahora da igual. Eso importaba antes, cuando las cosas eran racionales y previsibles.

Así a priori pensé que estaba poniendo el carro antes que los bueyes. Que le había dado por empezar la casa por el tejado. Pero no. Luego lo pensé mejor y me di cuenta de que lo que está haciendo es innovar, sacarnos de este bucle y de paso enviarnos un mensaje al resto de la sociedad. Como apuntó el sabio, locura es hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes. Y es que si ninguno ha sido capaz de formar un gobierno haciendo las cosas del derecho, por qué no intentarlo ahora haciendo las cosas del revés. Oyes que si lo de las elecciones no nos ha funcionado, démosle la vuelta. Es el momento de invertirlo todo. Es el momento de las senoiccele.

En las senoiccele, arrancamos descubriendo que todos los partidos nos han mentido, ya que ninguno cumple su programa y todos siguen haciendo el pingüino hasta Bruselas porque nadie se atreve a subirse los pantalones. Así, de entrada ya algo tenemos ganado. Automáticamente después, vemos que los partidos pactan con los que algún día jurarán ni mirarse a la cara. Seguimos siendo los principales beneficiados. No está mal. A que no.

En las senoiccele, ocurre antes la fiesta de democracia que la jornada de reflexión. Porque estaría muy bien que por una vez hiciéramos ese sano ejercicio de pensar a quién hemos votado, cierto acto de contrición. Como todo el mundo sabe, el ser humano es un ser que funciona mejor por arrepentimiento que por advertencia, o lo que es lo mismo, se reflexiona mejor sobre lo que NO hay que hacer cuando ya estás de resaca, cuando ya todo es demasiado tarde, ocurre con el alcohol y la fiesta, y con todo lo demás.

Por último, en las senoiccele, después de reflexionar, saldrían todos los candidatos a decirnos lo que van a hacer y lo que no. Cosa que ya habríamos comprobado antes, con lo cual a ver quién tiene la cara dura de mentirnos a la ídem. Y lo mejor, las senoiccele acabarían con la consiguiente retirada definitiva de toda cartelería y con la devolución por parte de los partidos políticos de más de 130 millones de euros que nos costó poner las urnas.

Claro que alguno pensará que de este modo volveríamos a ser gobernados por los mismos de los últimos 4 años. Qué tontería. A que sí.»

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Videoclub.

Videoclub.

Publicado el miércoles, 11 de mayo de 2016, en ElPeriódico.com.

risto

«Una marca pertenece a quien la consume, jamás a quien la gestiona. Esta fue la gran lección que me dio una vez un alto directivo de un conocido refresco de cola, que ahora justamente se dedica a gestionar esa gran marca desde sus headquarters en Atlanta. Y parece que algunos aún no lo han entendido. Especialmente en nuestro país. Especialmente ahora.

Una marca pertenece a quien la consume, jamás a quien la gestiona. Sí, hablo también de los videos con los que hemos arrancado esta cansina segunda vuelta electoral. Esos vídeos que han suscitado todo tipo de comentarios a favor y en contra, sin entender que la intención de un video electoral no es más que afianzar la opinión de los convencidos. Los partidos no se preocupan si no te gusta o no su vídeo si no les ibas a votar. Los partidos se preocupan cuando decides dejar de votarles por culpa de su vídeo. Pero si ya eras de los convencidos, si ya tenías tu opción de voto decidida, y el vídeo te reafirma en tu decisión, entonces ese vídeo era para ti y los de tu mismo club.

Una marca pertenece a quien la consume, jamás a quien la gestiona. Que aún no nos hemos enterado. Que el PP habla para los suyos, para los que quieren a un tipo como Mariano Rajoy en el Gobierno. Un registrador de la propiedad mundano, aburrido y previsible, siempre enrocado en su eficiente filosofía inmovilista que consiste en que no hacer nada es siempre y en todo caso mejor que arriesgarse a hacer cualquier cosa. La gente que se toma a «España en serio» es la gente que prefiere que se quede como está. Palabras utilizadas: amigos, españoles, convocados, cansar, conformar, presente, imperfecciones, cultivando, protagonismo, participación, tiempo, volver, encrucijada, afianzar, potenciar, consolidar, deslizarnos, incertidumbre, inestabilidad, inseguridad, concordia, moderada, extremista, asoma, disolvente, decisión.

Y al otro lado, la nueva izquierda que se alía con la izquierda de siempre, la vieja, la de toda la vida, la que en Catalunya nos dio tantas jornadas de gloria con el Tripartit. Esa misma que juró no apropiarse jamás de un 15M que —en teoría— pertenecía al pueblo y luego te graba un vídeo desde la Puerta del Sol, mencionando siempre las palabras clave que actúan como resorte para su masa social: lucha, derechos, todos y todas, despertar, saqueos, expolio, abusando, mayoría social, transformación, unidad popular, desahucios, proselitismo, doctrina, principios, sentido común, justicia, cambio, sumar e ilusión.

Si a usted no le convence ninguno de los dos, no se preocupe por no ser de los suyos. Recuerde lo que dijo Marx, pero no Karl, sino el genio: jamás pertenecería a un club que me admitiera entre sus socios.»

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Logística emocional.

Logística emocional.

Publicado el miércoles, 4 de mayo de 2016, en ElPeriódico.com.

risto«El otro día pasé un rato largo con un amigo tratando de encontrar en qué momento una crisis de pareja se transforma en un proceso de ruptura. Y no me refiero al momento en el que uno de los dos —o los dos— dicen basta, porque ésa es una fase ya muy avanzada del adiós. Me refiero cuando una persona ya ha tomado la decisión pero aún no lo sabe, o cuando aún no lo quiere saber, cuando aún se lo niega porque no se lo quiere ni creer. Y la respuesta se nos apareció a los dos casi a la vez, con una claridad tan meridiana que rozaba la iluminación. Uno rompe cuando su cabeza ya ha iniciado la mudanza. Uno acaba cuando supera el qué y empieza a plantearse el cómo. Es el turno de la logística emocional.

Cuando las cosas y los lugares no reflejan lo que pasa en el corazón, hay un desequilibrio entre lo que nos rodea y lo que nos rellena, es cuando nuestra cabeza, irremediablemente, tiende a preguntarse cómo lo igualamos. Y como suele ser complicado mandar desde la cabeza órdenes al corazón, lo más sencillo — o para ser justos, lo único posible, porque de sencillo no tiene nada— es cambiar las cosas y los lugares donde ocurren las cosas.

Logística emocional. El doloroso y a menudo involuntario proceso que consiste en cambiar nuestro exterior para que siga siendo fiel reflejo de nuestro interior. Es el momento —si se puede— de cambiar de casa. Porque las casas no sólo recuerdan a las personas, sino también porque las casas fuerzan nuestra manera de vivir. Hay casas pensadas para estar solo. Pero también las hay ideal familias o ideal parejas. Y no te quiero contar la putada que resulta vivir en una casa conviviendo con un hueco. No te lo quiero contar porque lo he sufrido, y no se lo recomiendo a nadie. Bueno, a algunos sí.

Hay quien aprovecha para hacer reformas. O para cambiar de hábitos. Porque algunos hábitos se los llevan esas personas que se nos van.

Pero también es el momento de cambiar de algunos objetos. Las cosas que usamos, que todas tienen memoria. Desde el champú que nunca compramos hasta el tipo de agua que bebíamos hasta ayer. Olores y sabores que tampoco hace falta erradicar para siempre de nuestra vida, pero sí es momento de probar cosas nuevas. O de enterrar para siempre esos recuerdos con vivencias nuevas.

Insisto, no estoy hablando de olvidar y pasar página más fácilmente, que también. Estoy hablando de coherencia entre lo que pasa dentro y lo que pasa fuera. Es como si en casa, ahora que llega el infierno, dejásemos puesta la calefacción a todo trapo. No tendría sentido. A que no.

Piensa que lo contrario consistiría en acumular cosas y sitios que algún día fuimos pero que ya no nos representan. Lo más parecido a un Síndrome de Diógenes Sentimental.»

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Voten ustedes.

Voten ustedes.

Publicado el miércoles, 27 de abril de 2016, en ElPeriódico.com.

risto«Señorías, voten ustedes. Yo ya voté lo que quería el 20-D. Y como yo, millones de españoles que nos tomamos la molestia de acudir a las urnas un día de fiesta, con lo que eso cuesta cuando estás de arriba pabajo de lunes a domingo 24/7. Y ahora encima pretenden que vuelva a ratificar lo votado, y para más inri un domingo de puente post verbena. Já. Ya les dijimos lo que queríamos para congreso y senado. Diálogo, consenso, pactos, complejidad. Hablar y ceder lo que no está escrito hasta reflejar lo que queríamos todos, ser capaces de entenderse para gobernar, que a partir de ahora habría que escucharse y escuchar. Y ustedes han sido incapaces, incompetentes, impotentes negociadores a la hora de consumar. Ahora, encima, por no saber hacer su trabajo, me piden que yo vuelva a significarme, que sea yo el que vuelva a pringar, que sea yo el que vuelva a trabajar por ustedes, y no al revés. Voten ustedes, hombre, dense por votados y si no les gusta ajo y agua, y ya está.

Que sí, que les digo que voten ustedes. Que como contribuyente me parece insultante, indecente e indignante que vuelvan a gastarse ustedes un solo euro en campaña electoral. Seis meses más tarde, medio año perdido, medio año más. Que en estos ciento y pico días tampoco es que hayan demostrado un alarde de estadismo que me haya hecho recapacitar. Hemos visto soberbia, altanería, gente tratando de salvar su culo y su escaño y hasta gente dispuesta a esparcir cal viva por el hemiciclo con tal de epatarse y epatar. Un candidato que se queda para poderse sacrificar tras los comicios. Otro que se no se marcha porque si no se lo habrían fulminado ya. Y el resto política de cara a la galería. Todo sigue igual, o peor que mal.

Los líderes mundiales siguen con su agenda vinculante y España sigue al margen de todo, enredada en peleas de barrio y en mítines de andar por casa, con política de sofá. Que si tú me has dicho, que si te he enviado un whatsapp, que si no tenemos nada de qué hablar. Vergüenza sentimos los que creemos que la política debería ser el arte de dialogar. Esto ya no es política. Esto es una farsa que pagamos todos y que nos va a volver a tocar pagar.

Por eso les digo, les exijo, que voten ustedes. Que a los ciudadanos nos dejen de una vez en paz. Que si este país ha seguido funcionando estos cuatro últimos meses, ha sido, como siempre, por la gente que —por suerte— pasa de ustedes y se dedica a trabajar tributando aquí y no en Panamá.

Ya verás como algún listo se lamenta del incremento de abstención el próximo mes de junio. A alguno se le ocurrirá incluso decirnos que esto nos pasa por votar lo votado, que todo habrá sido culpa nuestra. Con dos cojones. Tiempo al tiempo. Alguno habrá.»

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Se acabó lo que se acababa.

Se acabó lo que se acababa.

Publicado el miércoles, 20 de abril de 2016, en ElPeriódico.com.

risto

«Hipótesis sin ningún fundamento teórico más allá de la propia experiencia. No estamos viviendo el fin de ninguna época. Estamos viviendo el fin de los finales. Desde que algo tan sagrado como la identidad se construye con unos y ceros, todo lo demás es susceptible de sobrevivirnos. Y si no, intenta darte de baja en cualquier red social. Pero no sólo es eso. Son las películas hechas remake. Son los remakes hechos series. Son las series hechas temporadas. Son las temporadas que nadie sabe cómo finalizar. «¿Cómo acabó Lost?», se preguntaba Toni Segarra en el cdec de Donostia. «Mal, porque sólo podía acabar mal.»

Fukuyama pronosticó el fin de la historia y el último hombre. Alguien no menos grande como Jeremy Rifkin pronosticó el fin del trabajo hace ya unos cuantos años. Y sin embargo, aquí seguimos, viviendo un nuevo capítulo de la historia en el que seguimos trabajando incluso en la ardua tarea de buscar trabajo.

Primer corolario sin comprobar: el fin de los finales implica el fin de los pronósticos. Porque todo puede ir de mal en peor o de bien en mejor en el momento menos pensado. Y espérate. Los expertos ya no sirven ni para pronosticar. Nada de lo dicho ayer te servirá hoy. Y no digamos mañana.

Segundo corolario. El fin de los manuales de instrucciones. Un libro sellado y finito ya jamás reflejará la realidad de ningún objeto ni de nada ni nadie que nos rodee. Un artículo de opinión jamás volverá a estar listo para impresión. Si hasta una marca llamada Tesla nos enseñará muy pronto que cualquiera debe estar dispuesto a bajarse la última versión de sí mismo. Empezando por ti. Bauman en estado gaseoso.

Tercero. Los extremos no sólo se tocan, sino que se necesitan. El yin y el yen, Love of Lesbian. Whatsapp me mantiene lejos de aquellos a los que conozco mientras las redes sociales me mantienen cerca de aquellos a los que no conozco ni seguramente conoceré. Los influencers cada vez venden menos algo que no sea a ellos mismos y sin embargo cada vez ingresan más. Las marcas ya no nos dejan tan marcados. Los que saben hacerlo no saben cómo explicarlo, y los que lo saben explicar no han sido capaces de demostrarlo. Menos es más y más es menos que nada. Dieter Rams y Antoine de Saint-Exupéry: La perfección no se alcanza cuando ya no queda nada por añadir, sino cuando no queda nada por quitar.

Y de ahí el cuarto y último corolario. La duración de las cosas es el nuevo valor. Lo único nuevo es aquello que jamás lo fue. Algún día entenderemos que hay que matar la moda. Porque es ella la que nos está desnucando a base de bandazos sin rumbo. Algún día entenderemos que es o ella o nosotros. Permanencia. Consistencia. Perdurabilidad. Herencia. Legado.»

¿Fin?

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Hipócrates en Panamá.

Hipócrates en Panamá.

Publicado el miércoles, 13 de abril de 2016, en ElPeriódico.com. 

risto«Esta es la última lección que recibo. Esta es la última que permito que me den. Karl Popper ha vuelto reencarnado en recaudador, y el falsacionismo es aplicable hoy a la honorabilidad y honradez de cualquier conciudadano. A la legalidad le están sacando los colores los mismos que no hace mucho impartían clases de patriotismo. Y sin embargo, a menudo nos olvidamos de los que les ofrecieron con sus servicios esa posibilidad tan legal como inmoral. Por eso hoy retrocedo 26 siglos para recuperar un juramento al que basta con cambiarle las palabras médico por asesor, enfermo por contribuyente, veneno por evasión y medicina por fiscalidad.

«Juro por Apolo, médico, por Esculapio, Higía y Panacea y pongo por testigos a todos los dioses y diosas, de que he de observar el siguiente juramento, que me obligo a cumplir en cuanto ofrezco, poniendo en tal empeño todas mis fuerzas y mi inteligencia.

Tributaré a mi maestro de Medicina el mismo respeto que a los autores de mis días, partiré con ellos mi fortuna y los socorreré si lo necesitaren; trataré a sus hijos como a mis hermanos y si quieren aprender la ciencia, se la enseñaré desinteresadamente y sin ningún género de recompensa.

Instruiré con preceptos, lecciones orales y demás modos de enseñanza a mis hijos, a los de mi maestro y a los discípulos que se me unan bajo el convenio y juramento que determine la ley médica, y a nadie más.

Estableceré el régimen de los enfermos de la manera que les sea más provechosa según mis facultades y a mi entender, evitando todo mal y toda injusticia. No accederé a pretensiones que busquen la administración de venenos, ni sugeriré a nadie cosa semejante; me abstendré de aplicar a las mujeres pesarios abortivos.

Pasaré mi vida y ejerceré mi profesión con inocencia y pureza. No ejecutaré la talla, dejando tal operación a los que se dedican a practicarla.

En cualquier casa donde entre, no llevaré otro objetivo que el bien de los enfermos; me libraré de cometer voluntariamente faltas injuriosas o acciones corruptoras y evitaré sobre todo la seducción de mujeres u hombres, libres o esclavos.

Guardaré secreto sobre lo que oiga y vea en la sociedad por razón de mi ejercicio y que no sea indispensable divulgar, sea o no del dominio de mi profesión, considerando como un deber el ser discreto en tales casos. Si observo con fidelidad este juramento, séame concedido gozar felizmente mi vida y mi profesión, honrado siempre entre los hombres; si lo quebranto y soy perjuro, caiga sobre mí la suerte contraria.»

Claro que echarle la culpa de todo a los gestores sería tan Ruiz como copiar aquí un texto de otro para así eludir la responsabilidad de tener que escribirlo yo. Oh wait.»

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Altagram.

Altagram.

Publicado el miércoles, 6 de abril de 2016, en ElPeriódico.com.

risto«Nosotros, los íberos, inventamos Instagram. Fue entre el 15.000 y el 12.000 a.de C. muy cerquita de Santillana del Mar, concretamente en Altamira. Claro que todavía nadie podía cargar un smartphone y hubo que echar mano de la tecnología disponible en la época para inmortalizar nuestros selfies, aplicarles un filtro monocromo y subirlos al único muro que había para compartir. Nos lo descubrió un señor muy guapo, antepasado de Antonio Banderas, y desde entonces esas instantáneas han recibido millones de likes.

Unos cuantos milenios después de ese primer post, en octubre de 2010, un par de graduados de la Universidad de Stanford lanzaban el Instagram que conocemos hoy. Una vez más, los americanos se llevaban el gato al agua ofreciendo lo mismo pero más fácil y accesible. Y este lunes pasado, un servidor ha tenido el honor de charlar un rato con Marne Levine, exejecutiva de la Casa Blanca, exdirectiva de Facebook y actual COO de la compañía de Menlo Park.

La conversación, interesante como pocas, giró entorno al uso de las redes sociales y a la evolución imparable de la plataforma, frente al evidente estancamiento o dudas sobre Twitter o Snapchat. Las razones del éxito de Instagram, para ella, son básicamente dos. La primera, el poder de la imagen para trascender fronteras y generar empatía. La segunda, que lo que fotografías, en algún momento, lo has visto. Es decir, que es más verdad. Que es más auténtico.

Consecuente consigo mismo, que se muestra tal y como es. Así define la RAE la palabra «auténtico». El valor más demandado por el consumidor. El valor que más crece, también. La autenticidad es el requisito indispensable para empezar a escuchar. Si no, ya ni me molesto.

Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos. Así define la RAE la palabra «empatía». Porque eso es lo que genera una imagen. No necesita pasar por el filtro del lenguaje, ni mucho menos debe contar con la complicidad de nuestra imaginación. Entra directamente al esternón, nos agarra por dentro y nos sale por la boca en forma de reacción. El texto va de fuera a dentro. La imagen recorre el camino contrario, de dentro a fuera.

Creo que detrás del éxito de Instagram se encuentren las mismas razones del fracaso de nuestros políticos. Siempre he pensado que el mayor regalo que te puede hacer alguien es hacerte cambiar de opinión. Ahí es donde —paradójicamente— uno demuestra su autenticidad y su coherencia. El 20D, los votantes les dijimos alto y claro a los políticos que estuviesen dispuestos a cambiar de opinión, que olvidasen eso de gobernar solos.

Y algunos, antes de cambiar su opinión, están dispuestos a preguntarnos —otra vez— si queremos cambiar la nuestra.»

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Guillem.

Guillem.

Publicado el miércoles, 30 de marzo de 2016, en ElPeriódico.com.

risto» 121. Son los días que quedan para el primero de agosto. Ni uno más ni uno menos. No te molestes, ya los he contado yo. Cuatro meses, se aventurarán algunos. Pero demostrarán no tener ni puñetera idea, la profesionalidad se demuestra en escaquearse con exactitud: son 2.904 horas o lo que es lo mismo, 174.240 minutos, poca broma, que es un buen rato.

121, insisto. Es llegar de vacaciones y ponernos a contar lo que queda para las siguientes. Quien no lo haya hecho alguna vez, que tire la primera piedra. Especialmente en este país, donde los jóvenes sueñan con puestos vitalicios en la Administración, los adultos sueñan con una jubilación anticipada y los más mayores sueñan con dejar de soñar de una vez, que ya están cansados hasta de eso. Y eso los que tenemos la inmensa suerte de poder trabajar. No te cuento los demás.

La jubilación, dijo Woody Allen, está pensada para quienes detestan su trabajo. Es lo que tiene vivir toda tu vida en grandes ciudades con clima de mierda. Que acabas confundiendo ocio y negocio. Pero lo peor es que cada vez estoy más de acuerdo con Woody. El problema no lo tienen los lunes, el problema es que no te dedicas a lo que te apasiona. El problema no lo tiene tu jefe, el problema es que aún dependes de un jefe para sentirte realizado. Si todavía necesitas despertador para ir al trabajo, es que sigues dormido y algún día, espero que pronto, despertarás. Pero despertar de verdad.

Y para muestra, permíteme un botón: Guillem.

Guillem es un chaval de apenas 20 años que trabaja en la estación de esquí de GrandValira, en Andorra. Su trabajo es de los más monótonos y potencialmente aburridos que se me pueden pasar por la cabeza: es uno de los encargados de facilitar el telearrastre a los esquiadores. Se pasa allí las horas del día viendo cómo los demás disfrutan mientras él se dedica a acercarles la misma percha una y otra vez. Misma acción repetida cientos de veces al día. Cualquiera acabaría harto de hacer lo que hace Guillem, aburrido, apagado y hasta amargado. Y sin embargo, él no.

En esa operación que dura apenas unos segundos, Guillem consigue crear un instante de magia. Te recibe con una gran sonrisa mientras te suelta una frase ocurrente —seguramente ensayada—, pero que logra sorprenderte cada vez. «No la pierdas, que aunque sea de metal, vale oro», fue una de las que me dijo a mí. Y me demostró una vez más que igual que Edison veía en el éxito un 1% de inspiración y un 99% de transpiración, en la mayoría de los trabajos hay un 1% de aptitud y un 99% de actitud.

Seguro que Guillem no es de los que cuentan los días que faltan para el 1 de agosto.

Y no por nada, sino porque la temporada de esquí finaliza el 10 de abril.»

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Volveremos a ser ciudad.

Volveremos a ser ciudad.

Publicado el miércoles, 23 de marzo de 2016, en ElPeriódico.com.

risto«Me acabo de quedar sin tema. Tenía una columna pensada superocurrente —vale, tampoco hay que exagerar—, pero de verdad que presentaba giros insospechados y un final impropio de mí de lo bueno que era. Sin embargo, nada de eso me vale ya. Se me acaba de ir el santo al cielo. Me he quedado en blanco. A mí, y a todos a los que nos ha ido llegando la noticia.

Apenas unas horas después de detener al desgraciado de París, otros desgraciados lo han vuelto a conseguir: han asesinado en Bruselas como mínimo a 34 personas, si no más. Y sí, es cierto, pocos días atrás se producía otro atentado, ya, pero no tan cerca, no tan aquí. Qué le vamos a hacer si los que nos autoproclamamos países civilizados somos así de estúpidos, si no pensamos en los niños refugiados hasta que vimos a Aylan muerto en nuestra orilla del mar, si lo del espacio Schengen no deja de ser una miopía de tamaño continental. Puede que a este paso acabemos siendo todas las ciudades europeas. Ayer fui París, hoy soy Bruselas y no quiero volver a ser ninguna más. Las ciudades no son, en las ciudades se está. Y cada vez con más miedo, debo añadir. Estamos siendo atacados en casa, y ellos saben que es la peor forma de hacernos daño, porque nos guste leerlo o no, los atentados en los que mueren sirios, libaneses o iraquíes nos dan más igual.

Hoy han vuelto a conseguir lo que buscaban. Interrumpir. Interrumpirnos. Dejarnos en silencio una vez más. Saben que quien tiene la capacidad de interrumpir cuando y donde quiera, al final tiene el poder fáctico, el poder de verdad. Por mucha ley y tratados internacionales que se les pongan delante. Ellos cuentan con el factor más contundente: aquel que no obedece a ninguna regla, aquel que no es previsible, aquel que nadie sabe dónde está, ni cuándo ni dónde nos volverá a golpear. Parece que en el siglo XXI ya no pueden ignorarse alegremente los problemas del vecino, porque sus problemas acaban siendo nuestros problemas, y porque sus muertos acaban siendo los nuestros también.

Y mientras no seamos capaces de entenderlo, reaccionar y abatirles con nuestras armas y de manera legítima y consensuada, seguiremos sufriendo pérdidas injustas o que algunos de nuestros chavales pillen el fusil por su cuenta y riesgo y se larguen a pegar tiros contra el Daesh en Irak.

Sí, un lustro de conflicto sirio es un avispero en el que ya está comprobado que tenemos nuestra parte alícuota de responsabilidad. Pero alguien debería hacerles frente a los bárbaros de manera inmediata, legitimada por el Estado de Derecho y usando el único lenguaje que entienden, antes de que sea demasiado tarde o nos convertiremos todos en otra ciudad.»

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Cartografía ignorante.

Cartografía ignorante.

Publicado el miércoles, 16 de marzo de 2016, en ElPeriódico.com.

risto«Nos reímos del Pequeño Nicolás porque admite en televisión que no sabe dónde está Australia, y las búsquedas de la palabra «Australia» se disparan en la red justo en ese momento, qué casualidad. Nos indignamos con los 5 años de conflicto sirio, cuando la mayoría no sabría ni situarlo en el mapa. Y hablando de Siria, nos abochorna el trato que reciben los inmigrantes, mientras el perfil de @hotmigrants triunfa en Instagram a base de mostrar chulazos inmigrados. Parece que el bimoralismo ha llegado para quedarse y ya podemos declarar oficialmente que somos de una pasta en público y de otra muy distinta online. Bienvenidos al paraíso del postureo hipócrita y bipolar, donde la vida íntima y la pública son nuestro Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

De todo, lo que más me fascina es nuestra gestión de la ignorancia. O mejor dicho, lo que hacemos con ella. No hace falta irse hasta Sócrates, el mismísimo Einstein reconoció que todos somos muy ignorantes, lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas. Es de nuestras primeras elecciones importantes: cuánto decides ignorar. Unos deciden ignorar mucho de muy poco, a cambio de saber muy poco sobre muchas cosas, y se llaman a sí mismos generalistas. Otros deciden hacer todo lo contrario, y se convierten en especialistas. Y aún así todos, los unos y los otros, descartamos millones de terabytes de cosas que no sabemos y seguramente no aprenderemos jamás.

Los mapamundis europeos anteriores a la conquista de América eran dibujos completos: lo que no se sabía, se lo inventaban con extraños fosos y animales mitológicos. En cuanto se supo que las Indias no eran las Indias, se descubrió la oportunidad de borrar, dejar espacios en blanco y volver a dibujar.

En algún momento la ignorancia pasó de ser el motor del sabio para pasar a ser la medalla del idiota. Y hoy en día, es casi peor que el fracaso. Morimos antes de reconocerla. El único sitio en el que podrás ver a un paisano admitiendo que no sabe nada de nada, es en un juzgado. O sea, que encima tendrá todos los números de ser mentira.

Igual te ha pasado alguna vez. Estás hablando con alguien y de repente tu interlocutor da por hecho que ya conoces aquello que te acaba de mencionar. Puede ser una película, un libro o una anécdota, da igual. El caso es que tú llegas tarde a corregirle y de pronto ya no procede hacer lo que tocaría: parar, rebobinar y aprender. Las frases se agolpan una tras otra, enterrando para siempre esa oportunidad y ahí estás tú, asintiendo cuando deberías negarte a continuar.

La ignorancia aún nos avergüenza, cuando deberíamos retomarla, abrazarla y reconocerla como lo que es: una oportunidad para borrar nuestro mapa y volverlo a dibujar.»

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Be Walter, my friend.

Be Walter, my friend.

Publicado el miércoles, 9 de marzo de 2016, en ElPeriódico.com.

Captura de pantalla 2015-09-03 a la(s) 19.21.55«Malos tiempos para la rigidez mental. En medio de este desgobierno en funciones plagado de no investiduras y pactos contra todos, de pronto a nuestros políticos les ha tocado jugar este improvisado Campeonato del Mundo de Contorsionismo Ideológico, y a la vista está que les ha pillado muy desentrenados. Contra toda lógica democrática, el que ha permanecido más inmóvil es justo el único que no sale en la foto. Y del resto qué decir, que donde dije digo, además de Diego, tengo que decir lo que dije mientras omito lo que los otros no quieren que diga. Se precisa urgentemente un curso acelerado de flexibilidad política, dogmática, si me apuras hasta moral, y yo con estos pelos, anda, bésame, tonto y De Guindos muerto de celos.

Hace ahora la friolera de 10 años, una mítica marca de automóviles —que por cierto acaba de convertirse en centenaria— rescataba una de las últimas entrevistas concedidas por Bruce Lee en 1971, tan sólo unos meses antes de morir: «Vacía tu mente, libérate de las formas. Haz como el agua. Si pones agua en una botella, se convierte en botella. Si la pones en una tetera, se convierte en tetera. El agua puede fluir o puede golpear. Sé agua, amigo.» Premonitorio, ¿verdad?

Por la Carrera de San Jerónimo corre hoy agua de todo tipo. Agua potable, agua sucia, agua contaminada y agua pesada. Agua que fluye y agua que golpea. Agua congelada que espera como agua de mayo a su agua hirviendo para ser aguada. Agua que mueve molino y agua que déjala correr. Cualquiera diría que las goteras del congreso han pasado del techo a los escaños vía sus señorías. Y aún así, una sequía de liderazgo lo vuelve todo insuficiente para saciar semejante sed de poder.

No es de extrañar que Zygmunt Bauman se quejara de la cultura líquida moderna en contraposición a la cultura de aprendizaje y acumulación, pues la de ahora «se nos aparece como una cultura del desapego, de la discontinuidad y del olvido». Para fluir es necesario olvidar, desprenderse de lo de ayer y renunciar a cualquier tipo de coherencia. Y como de memoria andamos tan justitos, ya nadie resiste una hemeroteca a más de una semana vista.

Y a todas estas, los ciudadanos, con la boca más seca de lo normal, asistimos atónitos a la disolución ya no de las cortes, sino de las propuestas electorales, de los programas y de nuestras papeletas convertidas en papel mojado.

A mí, ante tanto pacto monta tanto, ante tanta concesión indiferente y tanto postureo en busca de más comicios, lo que se me viene a la boca es una sentencia del economista británico Walter Bagehot: «Puedes hablar de la tiranía de Nerón y de Tiberio, pero la tiranía real es la del vecino de al lado.»

Be Walter, my friend.»

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Caer bien.

Caer bien.

Publicado el miércoles, 2 de marzo de 2016, en ElPeriódico.com.
risto«Mira que me caes mal, pero aún así coincido al cien por cien con el último artículo que has escrito, así que lo voy a compartir en mis redes sociales avisando, eso sí, de lo mal que me caes». La escena se repite cada vez que publico algo que toca conciencias, almas, corazones o simplemente hueso. Y yo que me alegro, oye. Al final, reconocer la contradicción propia es el principio para superar tus prejuicios. No te lo tomes a mal si me importa un carajo. Sobre todo, porque yo no escribo para caerle bien a nadie. Ni aparezco en los medios para caerle bien a nadie. Ni hago nada de lo que hago para caerle bien a nadie. No soporto el sentimiento de caer bien. Ni siquiera cuando a mí me ocurra con algunos. Como a cualquier hijo de vecino me gusta gustar, pero por favor, no confundir con caer bien.

Caer bien no es gustar. Gustar supone un proceso de prueba y acierto, significa que lo que has recibido te convence aunque sea sólo al paladar. Caer bien es diferente. Una decisión irracional e independiente del entendimiento o la razón. No sé qué tiene, pero me cae bien. Mi complejo amigdalino, el mismo que hace cientos de miles de años me avisaba del peligro antes de que fuese consciente del porqué, decide por mí y yo lo expreso como si fuese algo de lo que estar orgulloso. Romanticismo retrasado hasta el pleistoceno. No tengo motivos fundados ni racionales para emitir este juicio, pero me da igual, he decidido absolver a esta persona o condenarla por las mismas no razones, si he decidido que me cae mal. Y a partir de ahí, el efecto halo que supone la atribución de todo tipo de virtudes o defectos asociados. Los magistrados saben muy bien que no pueden dejarse llevar por las filias o fobias que despierten los acusados, pues se exponen a cometer delito de prevaricación.

Caer bien ha sido y sigue siendo el mal endémico de este país. Ha sido el mal de muchos y sigue siendo consuelo de tontos. A Rajoy le caía bien Alfonso Rus. Te quiero, coño. Y Bárcenas sé fuerte. Y Rita Barberá me ha dicho que es inocente. Ahora no nos queremos acordar, pero hubo un tiempo en el que Jordi Pujol le caía bien a prácticamente todo el mundo en Catalunya. Y lo bien que nos caía el rey campechano.

Que alguien te caiga bien —o mal— es ser flojo de corazón. Andar por la vida con los ojos vendados por uno mismo. Dejar de escuchar lo que la realidad te grita. Esa realidad que dice que si coincides con alguien cuando se expresa, eso es que igual no te habías formado un juicio adecuado, y estás a punto de desterrar un prejuicio.

Pero claro, es mucho más fácil decir que sigue sin caerte bien quien piensa igual que tú. No vayas a caer mal a los que aún ni se lo han cuestionado.»

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Usa tus ojos.

Usa tus ojos.

Publicado el miércoles, 24 de febrero de 2016, en ElPeriódico.com.

Captura de pantalla 2015-09-03 a la(s) 19.21.55«No recuerdo la cantidad de veces que nos han intentado colar la realidad virtual, aumentada o simplemente adulterada con cualquier tipo de tecnología. Parece que fue ayer que todos íbamos a tener una tele en casa con la función 3D, hasta tal punto me lo creí que aún tengo mi tele ahí, preparada con unas gafas horrorosas que habré usado —como mucho— una vez en mi vida, encima creo que fue para verme en Torrente 4 haciendo de cura. Y qué me dices de las Google Glass, ese artilugio que nos debería haber cambiado la vida hace años. Da igual, esta vez como el fundador de Facebook y archibillonario Mark Zuckerberg ha dicho en el MWC de Barcelona que el futuro son los vídeos 360º, ahora parece que por fin sí.

Al fin no tendremos que soportar la realidad que nos ha tocado vivir, y podremos montarnos nuestra realidad paralela y cada uno verá sólo lo que quiera ver. Algo así como un concejal del PP, pero en versión honrada.

La historia de la tecnología parece contar la historia de la huida de la realidad. Huir de sus incomodidades. De sus imposiciones. Huir de ella para no tenerse que soportar. Primero huimos de nuestra débil condición animal sin demasiadas defensas. Después de la climatología adversa, la dictadura solar, los cambios de estación, de los accidentes geográficos y la orografía desfavorable. Y más tarde tratamos de reducir ese inconveniente llamado distancia y lo llamamos TIC. Por último, los últimos cincuenta años nos pillan huyendo de la necesidad de estar acompañados para dejar de estar solos. Una huida sin demasiado éxito, debo decir.

Hoy, si te fijas, miramos siempre de segundo ojo. Siempre a través de. Un móvil, una tele, un ordenador o un visor cualquiera que ahora quieren atar a nuestra cabeza, no vayamos a escapar. Así lucimos los asistentes a cualquier función infantil de fin de curso, babeantes padres parapetados tras nuestros móviles en modo paparazzi sin atender a lo más importante que se presenta ante nuestros ojos: el inexorable paso del tiempo reflejado en las habilidades de nuestra prole, o dicho de otro modo, la realidad. Ni virtual ni aumentada. Realidad y ya. Seguimos sin ser conscientes de que lo que no miremos directamente, jamás habrá sido visto por nuestros propios ojos. Siempre a través de una pantalla. Siempre a través de.

Usa tus ojos. No delegues siempre en los ojos de una máquina. Te podría dar muchísimas razones, pero me quedo con tres. La primera, es que tus ojos no necesitan batería para grabar en UltraHD. La segunda, que tus ojos no sólo ven, también perciben. Tienen visión más allá de lo que miran, reciben información más allá de lo que está. Sólo hay que dejarles salir de plano. Y la última, porque ellos sí saben emocionarse. Y la tecnología sin emoción es como un número suelto: por muy grande que sea, jamás sabrá lo que está contando.»

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De tu casa al colmado

De tu casa al colmado

Publicado el miércoles, 17 de febrero de 2016, en ElPeriódico.com.

Captura de pantalla 2015-09-03 a la(s) 19.21.55«Siempre me ha fascinado la gente que se resiste a dejarse llevar por lo que se lleva. Desde la gente que no utiliza móvil hasta los que se niegan a abrirse un perfil en las redes sociales. Me fascina porque aparte de que acaban siendo los más ‘cool’ de todos, creo que siempre es necesario que haya gente que se quede en tierra, que alguien nos vea zarpar ilusionados a todos los demás, a punto de surfear con entusiasmo el próximo Big Kahuna, y puedan ser testigos desde una playa llamada ‘sentido común’ cómo naufragamos una vez más, cómo se nos pasa la tontería, cómo volvemos empapados de realismo y así haya alguien que se haya preocupado por tener la comida lista para cenar.

Recuerdo que durante las deliberaciones de los Premios Jaime I, un siempre lúcido Juan Roig se ocupaba de recordarnos a los demás miembros del jurado que si todos nos dedicábamos a programar apps, ¿quién iba a producir naranjas? Sin apps podemos sobrevivir. Sin comida, no.

Mi madre es de las que se resiste a hablar de marcas. Ella les llama casas. La nevera es de la casa Fagor. El coche es de la casa Seat. Casas, siempre casas. Me encanta esa denominación tan de madre. Creo que comunica mucho más y con más acierto. Como siempre les pasa a las madres. Ni marca ni marco. Casa. Una casa es donde estás a gusto, el lugar que te inspira confianza y donde te reúnes al final del día con los tuyos, con los que consideras tu familia. Una marca también debería serlo.

Pues bien, ahora parece que las casas se han pasado de frenada. Según un estudio de la consultora americana TrackMavenrealizado los últimos 12 meses sobre 22.957 marcas y 50 millones de piezas de contenido en Facebook, Twitter, Instagram, Pinterest, Linkedin y blogs, parece que la producción de contenidos de marca durante el 2015 ha aumentado, de media, un 35%, mientras que el ‘engagement’, o dicho de manera muy burda, lo que nos importaban esos contenidos, ha disminuido un 17%. Es decir, que más es menos.

Nos están saturando. Marcas industriales, sí, pero también personales. Y si no, dígame un político del que no se haya cansado ya. El problema no son ellos -solamente- el problema es que nos están diciendo cada vez más cosas que nos importan cada vez menos. Jamás nos han dicho tantas cosas tan poco relevantes. Y es que las horas del día jamás incrementaron un 35%.

Saturar es sinónimo de colmar. Y ahí aparece otro concepto que jamás debería desaparecer: colmado. Un colmado entendido como tienda de proximidad con las cosas imprescindibles donde jamás sobrevive lo superfluo, básicamente porque no cabe. Volvamos al colmado. Volvamos a las frases que lo resumen todo, sospechosamente atribuidas a Woody Allen: las cosas no se dicen, se hacen, porque al hacerlas se dicen solas.»

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Copy & Right.

Copy & Right.

Publicado el miércoles, 10 de febrero de 2016, en ElPeriódico.com.

Captura de pantalla 2015-09-03 a la(s) 19.21.55«Escucho abochornado el discurso del presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, un tipo inteligente y afable con el que en su día compartí una acalorada charla sobre la piratería y que acabó como suelen acabar estas discusiones, cambiando de tema. El presidente de la academia de cine me confesó que no usaba ordenador, algo que en pleno cuarto lustro del siglo XXI suena tan coherente como un entrenador personal orgulloso de su sobrepeso, un dentista con los dientes amarillos o un adolescente sin Snapchat.

Pienso que siguen sin entender nada, porque siguen sin atacar a las fuentes del conflicto. Pienso que se equivocan y mucho al equiparar al usuario final con un delincuente, por mucho que les ampare la ley. También en la Gran Bretaña del S.XVIII fue aprobado el «Acta de la Ginebra», prohibiendo cualquier consumo de un destilado que se estaba cargando el país, y sólo sirvió para aumentar su interés, y por tanto, su contrabando. La diferencia es que aquella ley fue derogada tras sólo seis años de aplicación, en cuanto se dieron cuenta de que el consumo excesivo se debía a la depresión de sus habitantes por la insalubre vida que se había instalado en las grandes ciudades. Había que atacar la fuente del problema, no al usuario final. Sin embargo, aquí aún seguimos con la misma cantinela. Si pirateamos leyes, al menos que sea hasta el final.

La solución, —no la digo yo, la gritan desde hace años todos los expertos—, consiste en juntar ventanas de exposición legal. La experiencia de la industria de la música nos ha demostrado que se puede hacer negocio en cuanto se trabaja a favor del consumidor, y no en su contra. Facilitándole el consumo legal de los contenidos desde el mismo momento en que se estrenan. Ajustando de una vez los precios a la realidad de la distribución digital. Y cuando se pueda, dándole una razón extra para pagar más.

Y hablando de pagarla. Esta misma semana asistimos al no menos bochornoso episodio de los titiriteros procesados por «colaboración en enaltecimiento del terrorismo» en Madrid. Otro trabajo a medias que nos dejó la Transición. Una separación de poderes que se quedó corta, pues no debería haber sido entre tres, sino entre cuatro: ejecutivo, legislativo, judicial… y cultural. Independencia para la cultura y los creadores. Un espejo no depende de tus subvenciones para devolverte la imagen. Pues lo mismo ocurre con este espejo —a veces cóncavo, otras convexo— de nuestra sociedad al que llamamos cultura.

Por cierto, que Resines me debe una comida. Y yo se la debo a Pdro Snchz. Podrían quedar entre ellos y así cancelarse ambas deudas, uno a cuenta de un sueño del que sólo algunos ya despertamos, el otro a cuenta de la pesadilla que está siendo poder llegar a gobernar.»

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Júzgame Deluxe.

Júzgame Deluxe.

Publicado el miércoles, 3 de febrero de 2016, en ElPeriódico.com.

Captura de pantalla 2015-09-03 a la(s) 19.21.55«Por qué no lo admitimos de una vez. Los juzgados son los nuevos platós. Rato y Blesa son solo las últimas incorporaciones de la nueva temporada cargadita de sorpresas que esta vez incluirá banqueros, empresarios, políticos, tesoreros y hasta alguna Infanta. Pero ya podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que en esta edición, mientras la oligarquía patria que nos ha tocado sufrir va haciendo su paseíllo procedimental, nosotros queremos estar ahí en primera fila para verlo todo y no perder ripio. España merece verles la cara bien. Cada gesto. Cada inflexión. Que se les caiga la cara de vergüenza en HD.

Si eso es así, por qué permitimos aún esos planos. Esa realización monocámara cenital. Ese ritmo soporífero en el montaje. Esa iluminación. Por Dios. Esa iluminación. Por no hablar del sonido. Ni que esto fuera la gala de los Gaudí. Que no, hombre, que no. El mejor reality, más increíble que cualquier ficción que se haya emitido en este país se dirime en sede judicial y nosotros aquí tragándonos imágenes que no están a la altura de su contenido. Dejémonos de producciones amateurs con cámaras de seguridad y encarguémoselo a los que saben de esto, verás qué risas, verás qué bien.

Para empezar, dos formatos diferenciados. En Júzgame Diario se tratarán los temas menores, como de andar por casa. Concejales y alcaldes a lo sumo. El corrillo de sátrapas y ladronzuelos de poca monta que permitieron la corrupción de baja intensidad pero de alta frecuencia irá desfilando con pena y sin gloria hasta que de pronto demos con algún Benavent dispuesto a tirar de la manta. Ahí se paran máquinas y se empieza a cebar todo de cara al Deluxe. Una vez por semana. En prime-time. Hasta la madrugada y más allá.

Su señoría deberá saber aguantar la tensión de un interrogatorio. Poner morritos cuando no esté de acuerdo con algo. Dejar silencios incómodos que hagan que el acusado se derrumbe. Interactuar con la fiscalía o bailar un politono cuando vea que el ritmo decae. Y sobre todo, permitir que ambos lados, acusación y defensa, se descalifiquen y desplieguen su arsenal de argumentos de la forma más agresiva posible, que ya no quedan juicios mediáticos paralelos y aún hay que entretener.

Los tediosos sumarios serán sustituidos por escaletas sin tecnicismos, más reducidas en volumen y complejidad. Y a los procuradores los cambiamos por tronistas ligeritos de ropa y con número colgando del bañador para el sorteo posterior de indultos que se realizará por SMS.

No sé si así conseguiríamos mejores resultados que los actuales, si acabaría habiendo más condenados que ahora o seguirían yéndose la mayoría de rositas. Pero igual conseguimos aligerar la justicia y que las sentencias se produzcan inmediatamente. Eso sí, siempre después de la publicidad.»

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Nueva Tarifa Investirruda.

Nueva Tarifa Investirruda.

Publicado el miércoles, 27 de enero de 2016, en ElPeriódico.com.

Captura de pantalla 2015-09-03 a la(s) 19.21.55«¡Candidato! ¡Número 4 de la lista! ¡O 19, da igual! ¿Cansado de estar de pie sin poltrona a la que aferrarte? ¿Harto de tanto esperar a que te llegue tu turno para trincar puestazo? ¿El cuerpo te pide presidencia y tú necesitas respuestas? ¡Qué digo respuestas! ¿Necesitas que te responda algún rival para poder pactar? Tenemos la oferta que esperabas. Especialmente creada para ti. Llega la tarifa que has estado pidiendo a gritos desde tu escaño. Llega la Tarifa Investirruda.

Con la nueva Tarifa Investirruda nadie comunica y todos se encuentran entre sí. ¡Incluso en fin de semana! Todos se ponen. Cachondos o de los nervios, pero se ponen. Es muy fácil, ya verás, compruébalo. Podrás llamar jadeando a las 3 de la mañana al candidato que quieras, solo para repetirle una y otra vez lo de sus vuelos con el avión presidencial de Maduro. También podrás preguntarle al registrador por la europea. Verás qué risas. Ya verás.

¡Con la nueva Tarifa Investirruda, hasta el Rey te recibe! Por Skype, pero da igual, eso es mucho más de lo que han conseguido otros que aún van de guays.

Con la nueva Tarifa Investirruda no tienes que jurar ni prometer por imperativo legal, que eso es una ordinariez y está ‘so out’, basta con que digas «por mis huevos» y de pronto la gente se levanta, se pone las gafas de sol, se cruza de brazos y grita «Takedownforwhat!». Y es que con la nueva Tarifa Investirruda podrás llamar al candidato que quieras sin preocuparte por las líneas rojas, cuando quieras y donde quieras, para ofrecerle pactos, alianzas, ministerios y hasta un pisito en Torremolinos. Todo sin dar cuenta a ningún comité federal y sin permanencia alguna, pues hoy puede que seas senador de un partido que defiende la unidad de España, pero mañana verás cómo ceden tu silla a los secesionistas, eh y aquí ‘napasaoná’.

Apúntate ya a la Tarifa Investirruda y disfruta desde ya de todos los megas que necesites. El megacoche. El megacargo. El megadespacho. Las megadietas. Los megachollos. La megapensión vitalicia.

Y si lo tuyo es medrar desde la sombra, si lo tuyo no es dar un paso al frente, sino que eres de los de dos pasitos ‘patrás’, tenemos para ti la nueva Tarifa Investiblanda. Un pack de llamadas de bajo coste y siempre ‘off the record’ para que los medios digan lo que te interesa hacer llegar al contrario pero sin tener que decirlo tú. Que para eso ya están los demás.

También recuerda que sigue activa la Tarifa Morcillona, que no es ni lo uno ni lo otro, el perro del hortelano en versión parlamentaria, la preferida del resto del arco parlamentario. Un dar para no tomar.

Este mes, aprovecha las ofertas solo para candidatos, que estamos que lo tiramos. El Gobierno de España está de oferta, y mientras, el país paralizado y con ganas de vomitar.»

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Y para qué sirve votar.

Y para qué sirve votar.

Publicado el miércoles, 20 de enero de 2016, en ElPeriódico.com.

Captura de pantalla 2015-09-03 a la(s) 19.21.55«Y para qué sirve votar. Eh. Dígamelo por favor, que ya no me acuerdo. Eso sí, no me cuente historietas sobre democracias y dictaduras, que esas ya me las sé. La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer órdenes. Jodido Bukowski, siempre dando en el clavo conceptual. Y tampoco me diga que es la herencia de un griego, que se me ocurren todo tipo de chistes para dar y tomar.

Y para qué sirve votar. Si, como zanjó Thomas Huxley, los resultados de los cambios políticos rara vez son aquellos que sus amigos esperan o que sus enemigos temen. Si los nuevos no hay para tanto ni los viejos tampoco se van. Si, como hemos visto en Catalunya, un número 4 puede cederle el puesto a un 3 para acabar siendo un 1. Y no me diga que aquí son elecciones parlamentarias, porque ya no tengo edad para que me digan qué dedo me tengo que chupar. Si usted aún se lo cree, tengo muy malas noticias. Aquí la poltrona importa mucho más que aquello para lo que te han elegido. Y si no, miren a Gómez de la Serna y díganme si alguien le quería renovar. O a Pedro Sánchez y a Mariano Rajoy en su carrera por llegar primero a la Moncloa, y vuélvanme a explicar que no son elecciones presidenciales. Já.

Y para qué sirve votar. Si cuando ellos ya tienen tu voto se dedican a traficar con él. Y así nos luce el pelo, atónitos y mudos ante este top manta electoral. Porque se dedican a pactar con aquél a quien tú jamás habrías votado. A cederles senadores clave. O incluso a modificar aquello que juraron jamás tocar. Cuando ya no tenemos voto se olvidan de nuestra voz. Y se limpian el culo con nuestro voto. Diego se llama Digo. Y aquí paz y después gloria. Todo sin el pueblo, por fin sin el pueblo. Que les den, hagamos y deshagamos cuatro años más.

Y para qué sirve votar. Aparte de para que nos digan que hemos votado mal. Que no les gusta cómo lo hemos hecho. Que así no hay manera de gobernar. Menuda sociedad democrática estamos hechos, que por no saber ya no sabemos ni depositar nuestro voto en una urna. Total, un gobierno paralizado, un país en funciones y más meses perdidos hasta la siguiente convocatoria electoral.

Y para qué sirve votar. Si al final haremos lo que ordene Bruselas. Callar muy fuerte, apretar el culo y rezar. Que para eso nos están esperando. Que lo tienen muy claro nuestros socios. Tendremos que volver a recortar. Más de diez mil millones, dicen. Presida quien nos presida. Y rapidito, lo que viene siendo ya. Así que elijan al monigote que más les guste y envíenlo bien domesticado, que ante esta fuga de capitales y esta bajada de la bolsa alguien tiene que actuar.

Que ya ha acabado nuestro simulacro de democracia.

Ya pueden volver los que jamás dejaron de gobernar.»

 

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Hacienda eres tú.

Hacienda eres tú.

Publicado el miércoles, 13 de enero de 2016, en ElPeriódico.com.
Captura de pantalla 2015-09-03 a la(s) 19.21.55«Hacienda no somos todos. No lo digo yo, lo ha dicho en sede judicial la representante de la Hacienda Pública Dolores Ripoll con la intención de que fuese archivada la acusación contra la infanta Cristina en el caso Nóos y se le aplicase la doctrina Botín. Según la Abogacía del Estado, se trata de una expresión creada en su día para el ámbito publicitario y no puede ser aplicada a derecho. Un decir, hombre, que os lo tomáis todo al pie de la letra, cómo sois.

Pues no sé tú, pero yo la verdad que me quedo mucho más tranquilo. Por fin sabemos que, cuando hace publicidad, el Estado nos miente como un bellaco y aquí no pasa nada. O igual es que además, para la Administración, hacer publicidad y faltar a la verdad son básicamente la misma cosa. Lo que viene siendo la idea de Marketing para Podemos. Qué felicidad, oye. Y la cara de gilipollas -perdón, de contribuyentes- que se nos queda a todos los que hemos financiado todas esas campañas, piénsalo, desde los años 80, que fue creado ese eslogan, hasta ahora. Los millones de euros que habremos invertido en mentirnos a nosotros mismos en nuestra puñetera cara. ¿Cornudos y apaleaos? No hombre, publicidad no aplicable a derecho. Que no entiendes nada.

En cualquier caso, ahora que hablamos a calzón bajado, me gustaría saber a quién se excluye de entrada de cumplir con Hacienda. Quién no está obligado a cumplir por defecto con sus obligaciones tributarias. Y ya puestos, ahora que se han decidido a jugar sin cartas marcadas, que como mínimo ya sabemos a qué jugamos, qué hay que interpretar del resto de eslóganes creados en este país durante los últimos cuarenta años.

Si bebes, no conduzcas. Recuerda, fue creado en su día para el ámbito publicitario y no puede ser aplicado a derecho. Así que nada, os espero a todos cocido por la M-30 y si me para la Benemérita, le diré que haga como en la canción y pregunte por la Dolores.

Pónselo, póntelo. También creado en su día para el ámbito publicitario y tampoco aplicable a derecho. Apréndete esa frase y recítala esta noche en cualquier garito en cuanto tengas ocasión, que algo me dice que pillas, igual lo que pillas es una ETS, pero pillar, pillas fijo.

Y así, hasta ese Hacienda no somos todos. Pues va a tener razón, oiga. Somos sólo aquellos que asistimos atónitos al desmoronamiento del putrefacto sistema que hemos estado pagando con nuestro dinero y que ni iba dirigido a financiar escuelas, ni a hospitales, ni a carreteras, sino a los bolsillos de los cuatro de siempre. Y ahora, encima, nos lo dicen a la cara para que puedan irse de rositas y así acabar de descojonarse de todos nosotros. Que te lo has creído, pringao. Que Hacienda no somos todos, hombre. ¿Y quién es entonces?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul…»

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Llámeme tonto.

Llámeme tonto.

Lunes 4 de Enero de 2016.

Captura de pantalla 2015-09-03 a la(s) 19.21.55«Soy tonto. Sí, ya sé que para muchos, hasta aquí, ninguna novedad. Los que mejor me conocen ya lo tienen más que sufrido y comprobado. Pero es que ahora, además, he sido recalificado -imagino que con intención peyorativa- por Carlos Herrera, conocido periodista que ha utilizado su columna en el XL Semanal para llamarme tonto, y por si fuera poco, le ha añadido ‘en serie’ para lucirse con su original juego de palabras. Soy un tonto en serie. Llega tarde, pero llega.

El ocurrente jueguecito viene porque hace poco llamé a la cara “asesino en serie” a un torero. Bueno, de hecho ha sido a dos “maestros”, el otro fue hace casi un año, aunque el señor Herrera se haya enterado ahora. Y qué le voy a hacer, como soy tonto lo pienso volver a hacer cada vez que se me presente la ocasión. Me gusta calificar a la gente cuando la tengo delante, no desde lejos, a sus espaldas o a través de un broche final en un artículo sin siquiera atreverme a dar el nombre y apellido de quien estoy hablando. Seré tonto, sí, pero no cobarde.

A lo que iba, que soy muy tonto. Eso sí, no considero que la especie humana sea la mejor del reino animal. Más bien creo que somos de lo peorcito. No hay más que escuchar de tanto en tanto a gente como Jonas Salk, prestigioso virólogo estadounidense y desarrollador de la vacuna contra la polio: “Si desaparecieran todos los insectos de la tierra, en menos de 50 años desaparecería toda la vida. Si todos los seres humanos desaparecieran de la tierra, en menos de 50 años todas las formas de vida florecerían”. Otro tonto, imagino.

Precisamente por eso, y aún sin salir de mi tontería, puedo atisbar que matar a otro animal con el único propósito de entretenernos resulta un acto de barbarie anacrónico y repugnante, impropio de una sociedad que se considera a sí misma civilizada. Y justificarlo me sigue pareciendo tan inmoral como ridículo, por más razones que se me den. A saber.

La primera, la económica. Porque el artículo del señor Herrera, titulado “El impacto económico de la tauromaquia”, aparte de incurrir en varias inexactitudes desmentidas desde hace tiempo por sucesivas encuestas Gallup, se tira su buena página intentando justificar la existencia de “la fiesta” por su aportación a la economía local y estatal. Imagino que si ése es su argumento, el señor Herrera estará a favor de legalizar el tráfico de drogas, el de armas y el de personas. Juntas suponen más de 680.000 millones de euros en total, nada más y nada menos que el 1’5% del PIB mundial. Si la aportación a las arcas del estado legitima moralmente cualquier actividad, no sé por qué no empezamos por ahí y nos dejamos de hostias.

La segunda, la ontológica. Es que si no existiera la fiesta, el toro bravo hace tiempo que se habría extinguido. Ahá. El mismo argumento que utilizaban los racionalistas liberales del siglo XVII para justificar la esclavitud -y recordemos que para ellos, los esclavos tampoco eran precisamente “seres humanos”-. Vamos, que traer a este mundo a un ser vivo -o salvarle excepcionalmente de la extinción- te autoriza automáticamente para matarlo cuando y como tú quieras. Bueno es saberlo. Idea de negocio: montar un parque natural para quemar linces vivos mientras se graban sus gemidos en CD y otro para asfixiar pandas en cámaras de gas y regalar los esqueletos a los visitantes. Que se jodan, si yo los reproduzco, yo me los cargo cómo y cuando quiero. Cobraré buena entrada, eso sí. Que hay que contribuir al PIB.

La tercera, la instrumental. Si estás contra la tauromaquia, estás contra el consumo de carne. Gente que pone al mismo nivel supervivencia y espectáculo. Y yo me pregunto, por qué en vez de agua y alimentos durante el resto de su vida, les damos sólo entraditas para ir a ver sus toros. Igual así al animal muerto y calentito empiezan a mirárselo con otros ojos.

Y la cuarta, la más peregrina. La tradición. Hemingway, Picasso y un sinfín de artistas que avalan desde sus tumbas que sigamos torturando a nuestros compañeros de viaje por el universo. Oigan, Sir Arthur Conan Doyle, el genial creador de Sherlock Holmes, también era un ferviente devoto del espiritismo, así que aún no entiendo por qué en vez de calculadora a los chavales no les educamos con una ouija. Claro que estos jamás se acuerdan de eminencias como Cicerón, que se opuso enérgicamente a los espectáculos de circo con fieras, o como el gran Unamuno, a quien las corridas de toros literalmente le repugnaban.

Dicho esto, mientras esa “fiesta” que no es mía sea legal en nuestro país, no concibo combatirla con otras herramientas que las que nos otorga la ley. Ni amenazas, ni coacciones, y por supuesto, jamás aceptar que nadie coarte mi libertad de expresión. Y mientras, con el permiso de todos, seguiré disfrutando de las amistades que no piensen como yo, pues en la disensión está la riqueza. Incluso a riesgo de ir quedando de tonto ante gente como Carlos Herrera, el periodista que se hace selfies donde acaba de haber atentados, cosa que tampoco entiendo, debe de ser cosa de listos y yo no llego.

De cualquier modo, qué quiere que le diga, si al final ser tonto en serie significa coincidir en argumento y posición con gente como José Saramago, Salvador Pániker, Francisco Umbral, Eduard Punset, Jesús Mosterín o Jorge Wagensberg, por favor llámeme tonto.

Pero en serio.»

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Miénteme, Pablo, miénteme.

Miénteme, Pablo, miénteme.

Publicado el miércoles, 16 de diciembre de 2015, en ElPeriódico.com.

Captura de pantalla 2015-09-03 a la(s) 19.21.55«Estudiantes del mundo que estáis cursando alguna asignatura relacionada con marketing, comunicación o publicidad. Dejadlo ya, sois unos falsos. Profesionales de cualquier industria que ostentéis cargos relacionados con ventas o departamentos comerciales, deponed las falacias, creo que os han pillado. Marcas, todas sin excepción, empresas grandes y pequeñas que en cualquier momento hayáis tenido que gestionar desde vuestra imagen corporativa hasta un simple logotipo, dejad de engañarnos con vuestras patrañas. ONGs que organizáis campañas de comunicación para recaudar fondos, se os acabó el chollo. Hasta aquí hemos llegado. El último que apague la luz.

El marketing es mentira. O mejor dicho, el marketing es lo contrario a la autenticidad. Así lo ha hecho saber durante la última semana el líder de Podemos. Y no lo ha dicho una vez, sino varias. Y no lo ha dicho de una sola forma, sino de muchas. Así que no puede tratarse de un desliz. Pero claro, tampoco podemos elevarlo a la categoría de eslogan, porque entonces deberíamos dudar de su autenticidad.

Menudos prendas los Kotler y Keller, Ries y Trout, Bernbach y Reeves, Ogilvy y Dru. Toda una vida haciéndonos creer que esto iba de hallar necesidades insatisfechas y beneficios relevantes para el consumidor para establecer conversaciones y relaciones a largo plazo con él, y ahora resulta que no. Que con mentir, basta. Haberlo dicho antes, la de dolores de cabeza que nos habríamos ahorrado.

Pero lo más curioso no es eso. Lo más curioso es que cuando uno lo argumenta desde el respeto que siento por Pablo, pero desde la sospecha de que se trata de una campaña que no va de campaña, y por tanto muy poco auténtica, quien responde no es él, sino los suyos. Es la primera vez que me veo inmerso en una polémica con alguien sin ese alguien. Como si Pablo no supiese defenderse por sí mismo. Como si necesitase de acólitos para subsistir.

Unos acólitos que, aparte de demostrar públicamente su ignorancia, me han insultado, me han “acusado” de votar hasta a 6 partidos diferentes, o incluso de estar detrás de alguna campaña. Da igual. Lo importante es que esa gente necesita ayuda urgentemente. Y hoy voy a poner mi granito de arena. Y gratis.

Primera lección: una marca es una promesa consistente en el tiempo. Segunda lección: la cumplen -o desmienten- sus productos y servicios. Y por último, tercera lección por hoy: el marketing es como tener hijos, simplemente potencia lo que ya había. Si el producto es malo, lo convertirá en algo aún peor. Si el producto es bueno, lo mejorará.

Como se ha dicho por ahí, si ellos pueden decir que todos los que nos dedicamos al marketing mentimos, imagino que no les molestará que diga que todos los que se dedican a la política roban.

Abro paraguas. Hijo mío, te amo.»

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Tractatus Peperum.

Tractatus Peperum.

Publicado el miércoles, 9 de diciembre de 2015, en ElPeriódico.com.

Captura de pantalla 2015-09-03 a la(s) 19.21.55«Creo que ya lo empiezo a pillar. Ya sé por dónde van los tiros. Lo que pretende el Partido Popular es regenerar algo mucho más ambicioso que la democracia. Lo que pretende el Partido Popular es regenerar la realidad. Cuando pretendes justificar lo injustificable, vender lo invendible y salvar lo insalvable, como no puedes cambiar los hechos, tu única salida es deformar los mecanismos de la mente del que te escucha. Hay que cargarse la lógica, los razonamientos ajenos y todas las formas de pensar. Y a Popper, Russell, Wittgenstein y Aristóteles, también. Los vamos a sustituir a todos por Mariano, Soraya, Villalobos y Casado, que están demostrando saber mucho más.

Para empezar, la tautología: un plato es un plato, un vaso es un vaso. Casi casi a la altura de lo de las peras y las manzanas de la Botella para justificar su oposición al matrimonio homosexual. Mariano establece aquí la base fundacional de su pensamiento. Un pensamiento diáfano, claro, sin fisuras, como a él le gusta, libre de matices. Hasta que te sale un Javier Maroto y se te casa gracias a una ley que no sólo no impulsaste sino que intentaste tumbar.

A continuación, las proposiciones más complejas. Agárrense que vienen curvas, porque aquí habrá gente que se nos perderá: muy españoles y mucho españoles. Tela. O mejor aún, un quiasmo: es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde. Es lógico que no las entiendan, son frases sólo al alcance de unos pocos, para comprenderlas en toda su amplitud hay que ser más que un político, un estadista universal.

Seguimos con la antítesis: hablar es muy fácil, gobernar es muy difícil. La vicemenina establece aquí una contraposición de ideas sacada del “esto es cerca, esto es lejos”, autor Coco de Barrio Sésamo, que nos deja a todos con la boca abierta. Doble mortal con tirabuzón para un partido que, si por algo ha sido reconocido, ha sido por no hablarse con nadie. Ahora entendemos su negativa. Lo suyo son los retos difíciles, no estaban para fruslerías como sentarse con el oponente, que eso puede que sea la esencia de la democracia, pero al final es de flojos. Gobernar hay que hacerlo sin dialogar. Y los gobernados, amordazarlos y chitón.

Otra maestra ninja del silogismo viene siendo la vicepresidenta del Congreso, más conocida como Candy Crush. Le dijo a Pablo Iglesias: me jode que digáis que mi partido es corrupto. Pues nada, oiga, ya no lo diremos más.

Y para terminar, la paradoja en el PP tiene un nombre y se llama Pablo Casado. Un hombre capaz de asegurar que Rajoy ha ganado aquellos debates a los que no fue.

Igual es que Mariano está valorando pasar de presentarse el 20D.

Visto que las encuestas siguen la lógica pepera, ojo que podría hasta arrasar.»

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