Creo.

Creo.

Artículo publicado el domingo, 19 de abril de 2015 en ElPeriódico.com.

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Il·lustració de Leonard Beard

«Creo. Hoy de verdad, que creo. Mañana no sé, me lo vuelves a preguntar. Pero hoy sí vuelvo a creer. Y no hay nada ni nadie que pueda arruinar este acto de fe. Porque no depende ni de ti ni de ellos, hoy depende sólo de mí. Y he decidido que ya estoy harto, que creo. Y que pienso seguir creyendo. Acabo de sentir justo el pellizco en el alma que me hacía falta. Así que allá voy.

Creo a pesar de los escépticos. De los agnósticos. De los apóstatas. Y de los ateos de botellón. Creo a pesar de los datos. Del pasado. De la tendencia. Y del FMI. De los hechos. De la realidad, puta como ella sola, que se hace aún más falsa cuando rima con verdad. Y ojo que no creo en lo que hay, sino en lo que faltaba. En lo que no vi. En donde no estuve. En lo que me quedaba por ser. León come gamba. Peón cuatro rey.

Creo en la gente que cree. Porque es la gente que no se conforma. Porque es la gente que cambia lo que hay. Porque es la gente que nos hace soñar. Y sacudir las cosas. Y avanzar. Creo que las situaciones -como las personas- se cambian de dentro a fuera y no al revés. Que si el cambio es en sentido inverso, no deja de ser maquillaje, de cara a la galería, revolución de postín, postureo vital.

Creo en la gente que ya sólo tiene su fe. La que es refutada todos los días. La que tiene cada vez menos motivos para creer. La que está harta de credos ajenos. La que sólo puede escuchar porque le han quitado hasta la voz. Silencio latente. Buenos de verdad. Los que hablamos todos los días somos justo los que somos menos de fiar. Escuela del mundo al revés. Buen viaje, maestro. Suerte que nos dejaste un libro de abrazos. Y otro lleno de espejos con los que conversar.

Creo. Creo. Creo. Ya vuelvo a creer. Y es que creo que estás ahí. Porque te he visto. Porque te he sentido. Y porque te he hecho sentir. Creo en las relaciones que aportan risa y silencio, Eros y Thanatos, pasión y paz. Creo que mientras no dependamos el uno del otro, seremos inseparables. Que mientras dure, lo nuestro será eterno. Y creo que fracasar no tiene nada que ver con ir acumulando ex. El verdadero fracaso habría sido no encontrarnos jamás.

Que sí, coño, que me he enamorao. Y si suena muy cursi me la trae al pairo. Como alguien me dijo una vez, un romántico es aquél que aspira al lujo de enamorarse sin tener que pagar un alto precio por ello. Y yo hoy he dejado el romanticismo para otros. Todo al rojo. All in. Que aquí hemos venido a jugar.

Hoy creo. Por fin creo. Creo del verbo crear. Fabrico una nueva fábula a la que me mudo sin vuelta atrás. Quédate con las noticias, que para mí ya no son de actualidad. Por fin se ha hecho la luz en mis ojos. Y brillan, porque jamás deberían haber dejado de hacerlo. Y sonríen tanto que hasta la boca les demanda por intrusismo gesticular.

Creo y así descubro cosas que creía haber olvidado, pero ahí están. Creo que la convivencia mata el miedo. Y que el miedo es el único y verdadero pegamento social. Que el día que no tenga miedo a perderte, será nuestro final. Creo porque la ilusión no tiene otro remedio. Es su manera de respirar. Y creo porque me he vuelto a emocionar, pero emocionarme hasta un punto que da hasta miedo. Esta emoción que es un pozo sin fondo, que por mucha que gastes, siempre vuelve con la misma fuerza, siempre te vuelve a engatusar.

Creo en la magia sin trucos. Nada por aquí. Nada por allá. Y de repente, todo lo demás.
Y si mañana me estrello no pasa nada, sabré que ha valido la pena, la verdad que me dará igual.

Prefiero un solo segundo muriendo contigo, que vivir toda una eternidad.»

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Primera promoción de ‘Al Rincón de Pensar’, el nuevo programa de Risto Mejide.

Jueves 16 de Abril de 2015. Atresmedia.

Muy pronto llegará a Antena 3 el nuevo programa de Risto Mejide, ‘Al Rincón de Pensar’, un nombre que el presentador ya anunció hace semanas en su Twitter personal y del que ya hemos podido disfrutar de la primera promoción en cadena, unas imágenes que vienen pisando fuerte. ¿Qué sorpresas nos deparará Al Rincón de Pensar?Captura de pantalla 2015-04-16 a la(s) 09.27.33

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Todo es lo que parece.

Todo es lo que parece.

Artículo publicado el domingo, 13 de abril de 2015 en ElPeriódico.com.

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Il·lustració de Leonard Beard

«Parezco idiota. Y seguramente lo soy. Aunque vaya por la vida pensándome que a veces no. Aunque me crea algo. O alguien. Aunque vaya por ahí dando lecciones que no se pueden aprender. Aunque vaya por ahí aprendiendo cosas que jamás se deberían enseñar. Pero no. Si parezco idiota, eso es que seguramente, lo soy. Y a los hechos me remito. A este manojo de fracasos que rodean esa flor de un día a la que llamo éxito, que ya fue.

La internacional situacionista. Junto a internet, la tele, el avión a reacción y la Thermomix, inventazos del siglo XX. Una forma de entender el mundo. Un tipo muy muy listo que se llamaba Guy Debord se junta con tipos intelectualmente peligrosos y crean un movimiento que desembocaría en el mayo del 68 francés. Sus máximas las expresaron ellos mucho mejor que yo en “La sociedad del espectáculo”, pero es que a mí me gusta así: Todo es lo que parece.

Todo es lo que parece. La apariencia es mucho más que un simple envoltorio cuando ese mismo envoltorio también se come. Con 20 años tienes la pinta que te gustaría mantener. Con 30 tienes la pinta que puedes permitirte. Con 40 tienes la pinta que te mereces. Y a partir de los 50 sólo tienes pinta de querer dejar de tener pinta de cualquier cosa.

Todo es lo que parece. Y nada es lo que realmente es. Si quieres dedicarte a lo que es, hazte científico. Pero para los demás, todo es apariencia, y normalmente muy por encima de nuestras posibilidades. Eres lo que pareces. Tú, aquél y el de más allá. Ahórrate tus platonismos sobre los límites de la percepción. Porque los límites de tu percepción son los límites de tu existencia. Porque todo es lo que parece. Y lo que no parece, ya no aparece, ya no está.

Todo es lo que parece. Tu apariencia es la que tira de ti. Los psicólogos lo llaman Efecto Pigmalión. Lo que los demás perciban te condiciona hasta el punto de hacerte actuar de manera alterada. Si sabes que piensan que eres idiota, te acabarás comportando como tal. Si sabes que piensan que eres corrupto, acabarás metiendo la mano en la caja. Total, si ya lo creen todos. Ya qué importa, qué más da.

Este es un país de chanchulleros e incompetentes. La dictadura del mediócrata. Y ahora están mal vistos, apestados, denostados, pero esos que hace mucho fueron héroes, están agazapados, y volverán. Porque malas noticias, no son otros que hayan venido a colonizarnos. Están dentro de cada uno de nosotros. Entre lo que parecemos y lo que somos, ahí están. Llevamos todos dentro un Urdangarín, un Bárcenas, un Pujol y un Correa. El problema no es que lo llevemos dentro. El problema está en que se den las condiciones idóneas para que vuelvan a triunfar. Porque no lo dudes, volverán las oscuras golondrinas. En tu balcón sus nidos a colgar.

Pero no estaba hablando de eso, sino de que hoy todo es lo que parece. Y nada importa lo dicho hasta que realmente se hace. Por eso para follar no hay que, necesariamente, follar. Por eso para abrazar no hay que, necesariamente, abrazar. Por eso para morir no hay que, necesariamente, morir. Por eso para vivir no hay que, necesariamente, vivir.

Se puede querer odiando mucho lo amado. Se puede avanzar retrocediendo a cada paso que se da. Se puede crecer haciéndose uno cada vez más pequeño. Matar de un abrazo. Nacer de una hostia. Olvidar a base de recuerdos. Y matar al prójimo dando a luz. Se puede llorar a carcajadas o reír amargamente. Acariciar a mucha distancia o fundirse en un cálido divorcio. Y se puede hacer todo eso a la vez sin estar haciendo nada en realidad. Todo es posible cuando todo es en apariencia. Y nada es imposible cuando da igual si está o no está.

Todo es lo que parece. Por eso el que crea que esto lo arregla una campaña, se está equivocando. Y no sabes cuánto. Hoy ya no basta con ser honrado. Ni siquiera bueno. Y ya no digamos normal. Hay que parecerlo también. Porque todo es lo que parece. Y porque hoy la mujer del César es como Hacienda, somos todos. Y tú, un poquito más.

Todo es lo que parece. Así que si a los Astrud todo les parece una mierda, es porque seguramente lo es. Y ojo que eso ni está bien ni está mal. Simplemente es.

Todo es lo que parece. Desconfía del próximo que venga a decirte que las apariencias engañan, seguramente te la está intentando pegar. Pídele que te cuente algo que le dé vergüenza contar y luego pregúntale si te hubiese ocultado eso de no habérselo preguntado, y entonces, piensa por qué deberías confiarle todo lo demás.

Las apariencias no engañan, es la gente la que se cree que seremos tan idiotas como para dejarnos engañar.

Y lo peor no es que hoy tengan o no razón.

Lo peor es que tarde o temprano la tendrán.»

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Risto Mejide se va ‘Al Rincón de Pensar’.

Risto Mejide se va ‘Al Rincón de Pensar’.

Risto Mejide anuncia el nombre de su nuevo programa, ‘Al Rincón de Pensar’, del que ya tiene los primeros «castigados» confirmados.

Antena3.com

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Fórmula TV

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Twitter Risto Mejide.

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A qué esperas.

A qué esperas.

Artículo publicado el domingo, 29 de marzo de 2015 en ElPeriódico.com.

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Il·lustració de Leonard Beard

«A qué esperas. Sí, tú, no leas hacia otra parte. Mírame a las letras, que te estoy escribiendo a ti. Hoy me apetece cogerte por las solapas y sacudirte hasta despeinarte las cejas. Que a qué esperas, digo. Que igual no te has dado cuenta, pero desde que naces se te va la vida. Que igual no te has parado a pensar, que ya estamos en tiempo de descuento. Que el día menos pensado, alguien o algo nos dice que ya está. Que un día te vas, coño, que ese día podría ser ya.

A qué esperas. Tu miedo te está ganando la partida. Cada segundo que dejas pasar sin hacerle frente, es un minipunto que sube a su marcador. Y la remontada se hace cada vez más difícil. Y aquí no hay prórrogas, ni tanda de penaltis, ni ná de ná. Recién acaba de empezar el partido y tú ya te estás metiendo goles en propia puerta. Y aún así me dirás que pretendes empatar.

Que a qué esperas, te digo. Y aún te vas a creer que esto no va contigo. Nadie va a venir a buscarte. Nadie vendrá a sacarte de este letargo existencial al que llamas espera. Esperar para qué. Esperar hasta cuándo. O hasta quién. Nadie está pendiente de quien no tiene nada que hacer ni mucho menos de quien no demuestra que quiere hacerlo. La espera sólo va a hacerte más viejo, más agotado, menos ágil y más lejos de lo que realmente quieres, que te recuerdo que se mueve, que avanza, se va.

No me digas que vendrán tiempos mejores. El mejor momento para hacer las cosas es ahora. No porque ahora sea mucho mejor que antes o después. Es porque es el único momento que realmente tienes. Lo demás es mentira. Lo demás vete tú a saber si volverá. Que no, que no te estoy diciendo que aproveches el tiempo, sino que dejes ya de esperar. Ni carpe diem ni leches. Que espabiles. Que venga, va.

Esperar es decirle a tu vida que en realidad te van a sobrar días. Que ya se los podrían haber dado a otro. Porque tú no los piensas usar. Menudo desperdicio. Menuda decepción. Anda, aparta y deja sitio para los que vienen detrás. Porque jamás has estado solo, porque tú y tu generación tenéis sólo una ventana de oportunidad. Y por cierto, una edad. Estamos todos en una carrera de fondo a ritmo de sprint final: si no consigues que te persigan, te adelantarán.

Que pase un tiempo prudencial, pensarás. Malas noticias, la prudencia ha muerto. La inmediatez es el nuevo estado de las cosas. La experiencia ya no es un grado, sino una cuenta atrás. Que la vida ocurre en directo, darling. Lo que llega tarde ya nadie lo escucha, ya ha pasado, ya no está. Y lo que no esté ocurriendo ahora es falso hasta que no se demuestre lo contrario. Y cuando se demuestre, será en otro ahora, será en otro ya.

Con los años, además, te das cuenta de que la espontaneidad es lo único creíble, lo único real. Fíate sólo de lo que ocurra de forma espontánea y natural. De la gente que siempre dice lo que piensa, que suele ser la que no se para demasiado a pensar cómo te lo dirá. Hazlo o vivirás siempre colgado de un artificio. Hazlo o jamás volverás a escuchar ninguna verdad.

Lo preparado es siempre fruto de alguna estrategia. O lo que es lo mismo, una conspiración. Y yo ya estoy cada vez más harto de conspirar. Creo en la gente que va de frente por la vida, la que no necesita estratagemas para triunfar. Si me quieres así, me adorarás. Y si no, eso es que nunca me has querido, ni me querrás.

Por eso, te agarro hoy por las ganas y te digo que a qué esperas. Por eso te ruego que esto no lo leas como una amenaza. Que lo leas como un subidón vital. El que me da cada vez que me digo tira millas. El que siento cada vez que veo la suerte echada, que es lo mismo que ponerla a descansar. Porque ya no dependes de ella, porque ya no la esperas, porque ya te vas.

A qué esperas. Dímelo porque cada vez estoy más convencido de estas dos frases que he dejado para el final.

Morir es dejar la vida en espera.

Vivir es decidir que la vas a buscar.»

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Jo sóc andorrà.

Jo sóc andorrà.

Artículo publicado el domingo, 22 de marzo de 2015 en ElPeriódico.com.

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Il·lustració de Leonard Beard

«Se llama sinécdoque. Es el tropo o figura literaria que consiste en tomar la parte por el todo. Y dependiendo del nivel de abuso que se haga de ella, puede ser desde un mero recurso retórico y simpático, hasta una injusticia, una simplificación y una generalización abusiva. Una manera muy efectiva de engañar al que te escucha. Lo saben los políticos. Lo saben los gabinetes de comunicación. Lo saben los que lo tienen que saber. Y lo utilizan a placer y sin piedad cuando algo o alguien les invita a hacerlo.

Un político no es todo un partido, ni toda la clase política, ni siquiera la representa. Un militar no es todo el ejército, ni seguramente pueda convertirse en su estandarte. Un empresario nunca será lo mismo que toda la clase empresarial, por mucho que facture o que presida la CEOE. Por eso, por muy corrupto que sea una persona, por muy mal que lo haya hecho o por mucho que su comportamiento haya sido indigno de la institución a la que representa, jamás deberíamos permitirle a sus adversarios realizar sinécdoques que les permitan arrimarse a nuestra vera al grito de yo estoy contigo, y ésos son los malos.

Pues mire, no.

Eso es tratarnos de idiotas. Y si entonces encima le aplaudimos, nos estamos demostrando que efectivamente lo somos. Así, que si no le importa, déjeme decirle que como mínimo esta semana, jo sóc andorrà.

Jo sóc andorrà. Porque Andorra no son ni sus bancos ni sus banqueros. Al igual que todos los españoles no somos Rodrigo Rato. Afortunadamente. Porque conozco a suficiente gente en Andorra que ni blanquea dinero ni evade impuestos, y que llevan años luchando y esforzándose honradamente para hacer del país de los Pirineos un destino apetecible durante todo el año. Porque, como he dicho en Twitter, #AndorraEsMásQueBancos.

Jo sóc andorrà. Porque ante cualquier injusticia siempre tiendo a posicionarme de la parte más débil, la que no se puede defender. Y porque en este caso, el más débil es el ciudadano andorrano al que ni le va ni le viene lo que hayan hecho o dejado de hacer algunos ciudadanos.

Jo sóc andorrà. Porque me molesta mucho que decir que vas a viajar un fin de semana a Andorra de pronto sea sinónimo de contrabando, evasión de impuestos, herencias ocultas o blanquear. Y si me molesta a mí, imagínate a ellos.

Jo sóc andorrà. Porque aunque haya nacido en Barcelona, también he tenido que sufrir la degeneración de otra marca que es la catalana. Una marca que hace no tanto tiempo era sinónimo de trabajo, discreción, pequeña empresa, pragmatismo y capacidad de generar negocio y valor. Lo que Rajoy intentaba decirnos con “hacer cosas”. Una marca que abanderaba aquello de que la pela es la pela. Una marca que por culpa de algunos, ahora es sinónimo de bronca, de pataleo, de corrupción, de soberbia y de insolidaridad. Así que les entiendo perfectamente. Lo que deben de estar sintiendo ahora. Lo que les va a costar salir de ahí.

Jo sóc andorrà. Porque estoy convencido de que algún día sabremos toda la verdad sobre el caso BPA. Porque en cualquier lugar pequeño, como todo el mundo sabe, las acusaciones llevan nombre y apellidos, y los intereses fluctúan con peligrosa facilidad entre lo que le conviene al bien común y lo que le conviene a uno en particular.

Jo sóc andorrà. Porque estoy orgulloso de que salgan estas cosas a la luz pública. Y que lo pague quien lo tenga que pagar, faltaría más. Y porque espero, como la mayoría de los andorranos, que no se vuelvan a repetir. Pero también porque estoy tan perplejo como ellos al comprobar que aún no se haya puesto en marcha una campaña de comunicación que intente contrarrestar tanta sinécdoque aprovechada y ventajista. Porque a medida que pasan los días, la bola se hace más y más grande y la gran perdedora es y será la marca Andorra. Y por ende, los andorranos y ese porcentaje altísimo de su PIB que depende del sector servicios, del turismo y de la gente que no va a evadir ni a blanquear, sino a disfrutar y a deslizarse por lo blanco, que no es lo mismo.

Jo sóc andorrà. Porque pago mis impuestos en España. Y porque miro con envidia a cualquier país que sea capaz de atraer capitales y por tanto negocio y por tanto empleo gracias a una fiscalidad más favorable que la de los de su entorno sin ser considerado paraíso fiscal, y aún así ser capaz de funcionar. Y pagar carreteras, y hospitales, y todo lo demás.

Jo sóc andorrà. Y no pienso dejar de serlo mientras todo esto continúe.

Eso sí, tranquilo señor Montoro, que no estoy pidiendo la doble nacionalidad.»

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Publifestival premia a Risto Mejide por su trayectoria profesional y lo convierte en miembro honorífico del certamen.

18 de marzo de 2015. PublifestivalFórmula TV.

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Cosas que pasan.

Cosas que pasan.

Artículo publicado el domingo, 15 de marzo de 2015 en ElPeriódico.com.

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Il·lustració de Leonard Beard

«A medida que acumulas calendarios, te vas dando cuenta de que sólo existen cuatro estados de la materia vital. Las cosas que te pasan, las cosas que tú haces que pasen, las cosas de las que tú pasas y las que pasan de ti.

Las cosas que te pasan suelen ser siempre las más importantes. Es todo aquello que tú no decides. Es todo aquello que otros han decidido por ti. Mira si son relevantes, que entre ellas está siempre tu nacimiento, tu venida a este mundo y seguramente se encuentre también tu despedida de él. Pero también están muchas de las enfermedades graves. Pero también están los enamoramientos más inevitables, que no dejan de ser otro tipo de enfermedad. Tú intentas que florezca el amor donde no crece, y de repente se te cruza alguien por tu vida que arrasa con tu invernadero artificial y te deja en pelota picada a la intemperie del que tiene que volver a empezar.

Las cosas que nos pasan son preguntas que nos hace la vida en esta ruidosa conversación a la que llamamos supervivencia. De las respuestas dependen las siguientes preguntas. De nuestras reacciones depende el nivel de acción que al final se nos propondrá.

Por eso son tan relevantes las cosas que tú haces que pasen. Porque son las que intentan compensar, ordenar, o incluso ayudar a contrarrestar el efecto de las primeras. Y digo que intentan porque hay gente que se piensa que ésta es su única biografía. Se creen que sus decisiones son tan importantes, tan determinantes, que nada ni nadie ha influido en su devenir. Al final decidí no hacerlo. Se me ocurrió tal cosa y la llevé a cabo. No paré hasta conseguirlo. A mí me pone nervioso la gente que quiere hacerme creer que todo en mi vida depende sola y exclusivamente de mí. Como si el azar no existiese. Como si no jugase la mala suerte. No hay que pasarse, señores. La suerte no deja de ser una equilibrada y anómala mezcla de talento y oportunidad. Y cualquiera que lo niegue, está intentando vendernos su cursillo.

Y ahí es cuando llegamos irremediablemente a las cosas de las que tú pasas. Y hablo de las que pasas porque necesariamente has de pasar. Porque es imposible atender a todo. Porque al final vivir es seleccionar. Las cosas que dejas de lado en ocasiones simplemente mueren sin ti. Lo cual no deja de ser una buena noticia, pues progresar significa librarte de todo aquello que dependa de ti. Y luego hay otras cosas que al abandonarlas, empiezan a ir incluso mejor. Eso también es bueno, pues lo que te demuestra es que en ese caso, el lastre eras tú. Que menos mal que te quitaste del medio. Que menos mal que ya no estás.

Claro que también hay cosas de las que pasas y no te deberían ser indiferentes. Pero es que no me apetece hoy moralizar.

Por último están las cosas que pasan de ti. Las que te ignoran sistemáticamente. Las que parece que te rehuyen. Las que por más que las persigas, ellas siempre corren más. Ellas son las que nos condenan a una vida corriendo, a un sudar por sudar. Son tu gran Talón de Aquiles, tu maldición. Por más que te digan, es imposible no querer atraparlas, y suelen convertirse en obsesión.

Y como hoy quiero acabarlo por todo lo alto, qué mejor que citando a un grande, y quién más grande que Ortega y Gasset: lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa, por eso nos pasa lo que nos pasa.

Y por eso él es grande y yo no. Porque donde él nos describió en 20 palabras, yo he necesitado 626.

Veintisiete.»

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Risto Mejide ficha por Atresmedia.

Lunes 9 de marzo de 2013. Atresmedia.Captura de pantalla 2015-03-09 a la(s) 17.50.06

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El coño que tiene que pasar.

El coño que tiene que pasar.

Artículo publicado el domingo, 8 de marzo de 2015 en ElPeriódico.com.

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Il·lustració de Leonard Beard

«Qué coño tiene que pasar para que Rajoy deje la Moncloa y baje al barro. La pregunta -retórica hasta que Mariano baje y moje su presidencial culo- se la hacía el líder de una de las oposiciones tras visitar las zonas inundadas por el Ebro. Y dado que en determinados temas seguimos comportándonos como en un gran colegio al que llamamos país, enseguida opinión pública y medios de comunicación se echaron las manos a la boca, hala has visto, ha dicho coño, qué fuerte. Jijiji. Jojojo. Uyuyuy. Y a mí, aparte de echar de menos las paritarias pollas de compañeros y compañeras, siempre me maravilló la batalla de Cela por incluir la palabra “coño” en el diccionario de la RAE, así como el poder de la palabrota bien usada en su justa medida y proporción. Por eso iría más lejos aún. Pero mucho más.

Qué coño tiene que pasar para que los que la hacen, realmente la acaben pagando. Qué coño tiene que pasar para que los chorizos de guante blanco se vean obligados a dar con sus huesos en la cárcel hasta que devuelvan todo lo robado. Qué coño tiene que pasar para que Urdangarín no siga riéndose de todos nosotros desde su casoplón en Suiza. Para que Bárcenas no se descojone de ti y de mí mientras sigue esquiando en Baqueira. Para que la familia Pujol deje de darnos lecciones de impunidad tirando encima de cachondeo, ironía y retintín. Para que no nos despertemos cada día con un nuevo imputado. Para que desaparezca esta sensación de que al final todos se irán de rositas. Para que deje de gobernarnos una presunta pandilla de gángsters a golpe de corrupción.

Qué coño tiene que pasar para que los jueces no sean apartados de los casos más incómodos para el poder. Para que magistrados como Ruz, Castro, Andreu o Alaya ostenten cargos vitalicios y puedan seguir investigando y sacándonos los colores hasta que se harten ya de tanta sinvergonzonería y decidan jubilarse por hastío, por edad o por vocación.

Qué coño tiene que pasar para que dejen de vendernos tanta recuperación macroeconómica sin mencionar siquiera la desigualdad. Que mientras haya un solo parado, una sola familia desahuciada, un solo niño con síntomas de desnutrición y un solo paisano tan dependiente como olvidado o por debajo del umbral de la pobreza, se nos tendría que caer la cara de vergüenza por permitir cánticos triunfalistas como los que empezamos a tener que aguantar. Eso es tratarnos de más idiotas de lo que ya fuimos por haberos votado. Los que os votaran, claro.

Qué coño tiene que pasar para que dejen de salirnos candidatos y partidos políticos de debajo de las piedras como si fueran pop-up stores. Para que dejen de taparse el culo entre ellos. Para que dejen de dar este espectáculo lamentable de luchas fraticidas que no hacen más que dejarlo todo perdido y ensuciarse y ensuciar. Para que dejen de poner su mano en el fuego y pongan todo lo demás. Para que alguien ya no necesite darnos la chapa todo el tiempo porque por fin ese alguien sea creíble. Para que exista realmente libertad de voto. Y no el candidato menos molesto y más mediocre que un sistema corrupto y corruptor haya decidido aupar.

Qué coño tiene que pasar para que los sindicatos entiendan que su tiempo ya pasó. Que les adelantaron por la izquierda, que se hicieron viejos esperando la última reencarnación de Georges Sorel. Que son un producto obsoleto, la vieja propuesta tocada y hundida que ya nadie compra, porque ya nadie se cree. Que su renovación está en las nuevas propuestas de izquierdas, menos vinculadas a consejos de administración de cajas quebradas. Más pequeñas. Más por estrenar.

Qué coño tiene que pasar para que los partidos recién llegados se den cuenta de que lo nuevo no es siempre y necesariamente mejor. Que además de decir que se es nuevo, hay que demostrarlo. No repitiendo las peores prácticas. No heredando los viejos vicios. Y sobre todo, comportándose distinto, que ya sólo eso, siempre será infinitamente mejor.

Qué coño tiene que pasar para que defender al empresario no signifique estar defendiendo la explotación laboral sino la creación de empleo. Qué coño tiene que pasar para que defender a Amancio Ortega no signifique estar de acuerdo con contratar esclavos en Brasil o en Bangladesh. Pero también qué coño hay que hacer para que algunos entiendan que la PYME es el motor de la economía productiva de este país, la principal generadora de empleo y el 90% de nuestro tejido empresarial. Y que si no existe autónomo y pequeño empresario, no existe mucho más. Que sin ellos, no sólo gestionaríamos miseria, sino que pronto no quedaría nada que gestionar.

Yo no sé si el coño que tiene que pasar se llama Pablo o se llama Albert o se llama Pedro o se llama Susana o se llama ninguno de los anteriores.

Lo que sé es que ese coño llega justo cuando estamos todos hasta la polla.

Con perdón.»

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Yo no me hago mayor.

Yo no me hago mayor.

Artículo publicado el domingo, 1 de marzo de 2015 en ElPeriódico.com.

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Il·lustració de Leonard Beard

«Yo no me hago mayor. Es el mundo el que se empeña en hacerse cada vez más joven. En disimular sus arrugas. En comportarse como un chaval. Y a mí la verdad es que me da cada vez más pereza seguirle la corriente. Es como ese amigo que lejos de reconocer su edad, se gasta cada vez más dinero en engañarse a sí mismo. Un día te hace gracia. Dos, puede que hasta te sigas riendo. Y a partir del tercero ya no le encuentras el chiste por ninguna parte. Y empiezas a ponerle excusas. Y acabas por no cogerle el teléfono. A ver si quedamos un día, eso sí.

Yo no me hago mayor. Es la vida la que se hace vieja. La que se repite con cosas que ya te pasaron. Una vieja que parece que perdió la memoria. Pero sólo lo parece. Porque eres tú quien debería recordar. Que a cada vuelta de tuerca, la vida se enrosca. Que cada paso que das ya no es un paso, sino un escalón más en esta empinada escalera de caracol. Que aunque parezca que vuelves al mismo sitio, siempre te encuentras a una altura diferente de la anterior. Si estuviste arriba, volverás para verlo todo desde alguna planta inferior. Y viceversa. La vida se repite y es a ti al único que le huele el aliento. La vida se repite y a nadie más le suena lo que ya se vivió.

Yo no me hago mayor. Es mi cuerpo que ya no está en garantía. Y como cada vez les quedan menos recambios originales, mi piel es este libro abierto donde queda tatuada para siempre la fecha de cada reparación. Y el dolor es ese huésped que una vez entra, lo hace siempre para quedarse, tan sólo cambia de habitación. Yo sigo queriendo como cuando siempre podía. Así que échale la culpa a mi cuerpo, cariño, que este cuerpo hace tiempo que no soy yo.

Yo no me hago mayor. Es el corazón el que se me ha quedado pequeño. Entre la gente que estuvo, la que jamás se ha ido, la que espero que siempre se quede y la que algún día tiene que entrar, a mí no me da la vida, a mí no deberían haberme dado un corazón, sino dos. Hace años que siento desde el camarote de los hermanos Marx emocional. Y sin embargo, siempre pienso que es injusto que los nuevos se encuentren con lo que hay. Una víscera ajada, reutilizada y en ocasiones hasta maltratada que aún así reacciona y se emociona como una fiel mascota cuando llegas a casa después de trabajar.

Yo no me hago mayor. Porque en realidad me siento cada vez más pequeño. Más idiota. Menos sabio. Y sin embargo, los hay que incluso empiezan a llamarme de usted. Me pregunto si cuando ya no sabes nada es cuando ya mereces que te llamen vuecencia, usía o de vos. No sé.

Yo no me hago mayor. Tengo siempre la edad de la mujer a la que acaricio. Y ellas, como bien sabes, a partir de los treinta dejan de contar.

Hoy he decidido que yo no me hago mayor. Que la edad jamás debería ser un número cardinal, sino ordinal. El que cuenta tu posición en la vida de alguien. El que convierte tu postura ante el mundo en un lugar. El que te recuerda que si no eres algo para otro, en realidad no estás.

No, yo no me hago mayor. Y sin embargo, empiezo a sonar como un viejo. Me leo cansado. Cuando en realidad por dentro me está ocurriendo todo lo contrario. Cuanto más me atizan, mejor recibo. Cuanto menos duermo, mejor me levanto. Cuanto menos bebo, antes me emborracho. Cuanto menos practico, mejor se me da. Cuanto más escribo, menos me importa que alguien me lea. Y sin embargo, sé que si intento convencerte de que estoy mejor que nunca, pensarás que estoy fatal. Así que me callo y sonrío.

Por fin sonrío.

De tanto llorar.»

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Risto Mejide (y sus gafas NEON) son parte de la #VogueRevolution y protagonizan este vídeo. Play!

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Revista Vogue, NEON, marzo 2015.

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Dos piedras.

Dos piedras.

Artículo publicado el domingo, 22 de Febrero de 2015 en ElPeriódico.com.

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Il·lustració de Leonard Beard

«Sólo tropiezan los que están avanzando. O dicho de otro modo, la única forma de evitar un tropiezo es quedarse quieto. No moverse de donde se está. Tropezar, por lo tanto, es una buenísima señal. Señal de que las cosas se mueven. Señal de que te diriges hacia algún sitio. Lo que es malo en la vida no es tropezar, sino quedarse ahí, tirado en el suelo. No volverse a levantar. Y ya no digamos lamentarse. Autocompadecerse. Lloriquear.

Lo que ocurre cuando tropiezas, todo el mundo lo sabe, porque todo el mundo lo ha vivido alguna vez. Lo más humano es sentir una cierta sensación de ridículo. Ojalá que nadie me haya visto caer. Qué bochorno. Calla, que me levanto enseguida y aquí no ha pasado nada. Natural.

Lo siguiente es buscar la causante del tropiezo. Encontrar la piedra. Reconocerla. Tu cara me suena. Culpabilizarse por no haberla visto antes. Y darse cuenta de nuestra miserable e inefable humanidad. Es entonces cuando todo el mundo lo veía venir. Es entonces cuando surge el yo ya te lo dije. Maestrillos del día después, que no se dan cuenta de lo mediocre que resulta llegar tan tarde.

Y hablando de mediocres, bajo cualquier piedra aparecen siempre los gusanos. Las larvas. Los bichos. Personajillos acomplejados y torturados desde bien pequeñitos, cuando en el patio del colegio ya canjeaban su bocadillo por un par de collejas. Suelen ser los más cobardes de la clase, los que jamás se atreverían a decirte nada a la cara, gallinas que con el tiempo han desarrollado una visión deformada del mundo, pues piensan que todos estamos pendientes de sus pataletas. Por eso andan buscando a ver quién se ha caído últimamente para acudir a la merendola de buitres, porque sólo saben alimentarse del presunto derrotado, porque ellos jamás han creado nada que haya tenido éxito, porque son incapaces de triunfar por sí mismos y porque se sienten acomplejados ante el talento ajeno. En el fondo les encantaría formar parte de la fiesta, ser incluso tus amigos, vivir lo que tú has vivido, en realidad es una forma de envidia, pero claro, el rechazo sigue ahí, y como respuesta al rechazo, ellos han decidido rechazarte a ti. Pero piensa que no es contigo. Es con la vida que jamás tendrán.

Como no pudieron ser interesantes, se convirtieron en pedantes. Como las chicas se reían de ellos, se hicieron los misóginos; no es que yo no les guste a ellas, es que ellas no me gustan a mí. Como no han dado un palo al agua en su puñetera vida, se volvieron clasistas, racistas o xenófobos. Y como nadie les aguantaba ni en su propia casa, se fueron a vivir de la primera caverna mediática que les subvencionó, oye tú que luego igual esto desgrava. Por ponerle un nombre al azar, yo lo llamo Complejo de Sostres, no me preguntes por qué.

Bueno sí, pregúntamelo, va.

Pues resulta que Salvador Sostres fue mencionado en mi ya añorado Viajando Con Chester. Fue el gran chef David Muñoz, quien me contó que en años de profesión, el único comensal que se había negado a pagar la cuenta había sido justamente él, Sostres. La conversación siguió por otros derroteros mucho más interesantes, pero por lo visto, para Sostres, el hombre que no pagaba en los restaurantes, la cosa no quedó ahí. Al día siguiente, la productora del programa me hizo llegar el número de móvil y la petición de Sostres para hablar conmigo. Según me trasladó la productora, su intención era “aclararme lo que realmente sucedió”. Y a mí, que me encanta conocer gente interesante, cultivada e inteligente, no me quedó otro remedio que declinar amablemente la invitación. La explicación, le dije a la productora, se la debe al chef, no a mí.

Durante los siguientes días, los mails con las peticiones de Sostres se fueron sucediendo, hasta que al final imagino que el personaje desistió. Pero claro, supongo que el rechazo empezó a crecer de nuevo en su interior. Nos cruzamos físicamente un par de veces por Barcelona, que en realidad es un sitio muy pequeño, y el personaje en cuestión me vio, me esquivó y no me dijo ni mú. Lo que yo te diga, “semejantes invertebrados” (sic) no atacan nunca de frente. Siempre a tus espaldas. Cuando no estás. Y esta semana, tras mi salida de Viajando Con Chester, la bilis ha corrido en forma de tinta por su columna a la que por cierto, le tengo un aprecio especial, pues me parece más que cómica, hilarante. No es sólo que me haya criticado a mí, que ya ves, llega tarde, llevo años saliendo criticado de casa. Es que además se cree que puede con gigantes como Luis del Olmo o compañeros de periódico como Jordi Évole y Ana Pastor, gente que le viene tan grande que antes de ni siquiera mentarlos debería aprender a lavarse la boca con agua y jabón.

Todo esto no hace más que darle lo que él quiere, pensarás. Y es verdad. A los bichos no hay que darles visibilidad. Porque es justamente lo que buscan. Vuelve a dejarlos bajo dos piedras. Tápalos bien y deséales un algo feliz. Si hoy te los destapo no es para hablarte de ellos, sino del síndrome que lleva su nombre.

Aléjate del Complejo de Sostres. No porque sea contagioso, qué va. Sino porque nadie que sufra ese complejo ha hecho nada importante en la vida. Jamás.»

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La estrategia del cruasán.

La estrategia del cruasán.

Artículo publicado el domingo, 15 de Febrero de 2015 en ElPeriódico.com.

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Il·lustració de Leonard Beard

«La vida es una sucesión de desajustes. Notas discordantes y agrupadas en sinfonías dodecafónicas de 24 horas. Agujeros aleatorios en unos folios tamaño día que jamás podremos encuadernar. Nos creemos que todo tiene un porqué. Que la gente tiene un plan. O peor, un destino. Que en realidad, todo lo que sucede conviene. Que no hay mal que por bien no venga. Y yo qué sé qué cantidad de tonterías más. Y así hacemos ver que por fin lo hemos entendido. Cuando la verdad es que casi nada se entiende, porque casi nada ocurre por obra y gracia de nuestra voluntad. Simplemente ocurre y ya está.

En esta teoría del caos de andar por casa, hay ciertas cosas que todos sabemos que en algún momento deberíamos dejar de hacer y sin embargo, por algún mandato divino, contubernio neocapitalista o simplemente por mera superstición, tomamos la iniciativa e insistimos en convertirlas en tradición.

Tú entra en cualquier bar y pídete un cruasán. Me juego el tipo a que jamás te lo traerán solo. Entre el platillo que lo sostiene y tu bollo de luna creciente, ahí está, ahí está, la servilleta de Alcalá. Ese puñetero trozo de papel de una sola capa que siempre se engancha, que deja tu cruasán perdido de trocitos de papel y que encima no te servirá ni para limpiarte la boca, pues acabará perdido de migas que se reproducirán por todo el lugar. Un gasto estúpido e innecesario pues si el plato se supone limpio, a santo de qué había que protegerlo y sobre todo contra qué. Un gesto que intenta dar una imagen de higiene y servicio, cuando lo que en realidad te está suponiendo es un verdadero incordio, una señora incomodidad, para ti y para los que te rodean, obligados a presenciar un espectáculo tan finolis como levantar el meñique para beberse el café. La versión pyme de la falta de urbanidad.

Pues bien. Nuestra existencia está plagada de momentos cruasán. Detalles que hacemos con la mejor de las intenciones y que no sólo no hacían falta, sino que lo que vienen es a empeorar lo que ya había. Momentos en los que alguien debería hacernos ver que en ese caso, menos es más.

La intención es lo que cuenta, algunos dirán. Ya. Vale. Anda cuéntame otra, porque el cementerio está plagado de gente que sólo quería ayudar. Eso está bien para Flanders de Pleasantville vestidos de Teletubbie. Pero los que hemos pasado ya el primer divorcio y el último gatillazo, deberíamos intentar ir más allá.

Parejas que celebran por todo lo alto San Valentín y sin embargo llevan años sin construir ni un equipo cohesionado ni un proyecto en común. Empresas que desatienden a los clientes que tienen para gastarse ingentes sumas de dinero en conseguir más. Partidos políticos que intentan alzar en vuelo a lomos de un titular sobre limpieza y honestidad cuando hace años que no barren su propia casa, el clásico síndrome de Diógenes político, de mierda hasta la azotea.

No lo atribuyas sólo a la mala fe. A otra cortina de humo. A la incoherencia humana. Al maquillaje del marketing. O a la falta de arrestos para iniciar una transformación de verdad. Que también.

Piensa en lo que hacemos cada uno de nosotros en nuestro día a día. Nos empeñamos en ser imprescindibles allá donde no nos necesitan, y dejamos a menudo desatendidos aspectos de nuestra vida donde sí deberíamos liderar. Con demasiada frecuencia no hacemos falta donde actuamos, y seguramente si incidiésemos sobre otras áreas, nuestra ayuda se notaría mucho más. Somos más servilleta que cruasán.

Y es que el liderazgo no consiste sólo en saber hacia dónde dirigir las naves. Sino también en escoger quién se quedará en el puerto y sobre todo a bordo de qué se navegará.»

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Somos ficción.

Somos ficción.

Artículo publicado el domingo, 08 de Febrero de 2015 en ElPeriódico.com.

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Il·lustració de Leonard Beard

«Somos ficción. Tú, yo, aquél y el de más allá. Somos mentira. Bien construida, pero mentira al fin y al cabo. Y no es sólo que no existamos como nos creemos que existimos. Productos de nuestro cogito ergo sum. Accidentes del amor y la causalidad. Es que encima a menudo se nos olvida que somos una trola muy fea con patas y acabaremos todos muertos de realidad.

Somos ficción ya viejuna. Nuestra Historia, eso que nos retrata deformados y nos enseña que es imposible no repetirse, no deja de ser un grupo de datos y hechos cronológicamente ordenados y convertidos en un relato más o menos contrastado que suele tener la manía de buscar varias causas para cada efecto, escrito encima por todos aquellos que sobrevivieron para poder contarlo, con lo cual tampoco cuenta con la opinión y el enfoque de los que en el momento de contarlo ya no están. Es el curriculum abultado de la Humanidad. Y como todo curriculum está lleno de exageraciones, mentiras y omisiones importantísimas sobre las que mejor nadie nos pregunte, porque la podríamos liar parda. Pero si incluso Fukuyama morirá algún día y pasará a ser su propia víctima. No hay mayor ironía que el propio destino. No hay destino más honesto que la sinrazón de la verdad.

Somos ficción social. Nos inventamos dioses para explicar lo que no entendíamos. Nos inventamos idiomas para entendernos entre nosotros. Nos inventamos medidas para poder coincidir en espacio y tiempo. Nos inventamos países para justificar esas distancias. Nos inventamos culturas para tener algo que defender. Nos inventamos patrias para justificar conflictos. Nos inventamos guerras para ganar más. Y nos inventamos el dinero. Y las personas jurídicas. Y las marcas comerciales. Ficciones que nos permiten hablar de cosas que en realidad no existen como si existieran aunque todos sepamos que no existen, pero como hablamos de ellas, ahí están. Y mira si están, que al final incluso hay gente que sí que existe dispuesta a morir por algo que si lo piensas bien, no ha existido jamás.

Así las cosas, no debería extrañarnos que seamos también ficción, sí, pero emocional.

Nos inventamos que nacemos acompañados. Llamamos familia a mucha gente que en el fondo nos da igual. Decimos que encontramos pareja. Que por fin abandonamos la soledad. Hacemos de nuestro hallazgo un relato y lo empezamos a estirar. Hasta que un día se rompe algo y hay que empezar a reescribir la trilogía. Y hacemos un clásico Star Wars. Ahora te explicaré lo que no te conté en su momento y debí contarte, el apasionante mundo de la precuela. Y tal como ocurre con La Guerra de las Galaxias, esa pre-historia suele ser aburrida, de cartón piedra y menos creíble, menos verdad.

A veces las incongruencias matan la coherencia de la trama, así que o bien las olvidamos o acabamos incorporando detalles que hacen que parezca todo de lo más lógico y normal. Nos dejamos por esto y aquello. Hubo ese matiz que lo cambió todo. Estas fueron las causas reales de nuestra ruptura. Estaba claro que lo nuestro no podía durar. Ahora no repetiría los mismos errores. Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir. Si hubiese sabido lo que ahora sé. Conecta los puntos. Analiza tus errores. Fracasa mejor que ayer. Unas veces se gana y otras se aprende.

Mentiras que nos contamos para que todo pueda avanzar. Porque si no ficcionamos lo que sentimos, curiosamente, nos es imposible dar un paso adelante, ni odiar lo que se consigue, ni amar lo que se deja atrás. Va a ser verdad lo que escribe Cercas, que es la realidad la que nos mata, y la ficción la que siempre nos viene a salvar.

Mañana te volverás a enamorar de quien no debes. Mañana la volverás a cagar. Volverás a arruinar ese negocio. Y las oscuras golondrinas, también volverán. Y volverás a sentirte tan estúpido como siempre has sido. Y antes de ponerte a reconocerlo, antes de echarte a ti mismo la culpa, algo que en su momento no viste te tendrás que inventar. Para que todo siga siendo coherente. Para que te puedas seguir mirando al espejo sin reconocer que sigues sin tener ni puñetera idea de nada. Que el tiempo pasa por tu cuerpo dejando de todo, menos lo que tendría que dejar. Conocimiento, sabiduría, experiencia y ganas de volverlo a probar.

Somos ficción. Y curiosamente sólo se otorga un Goya al que cobra dinero -cuando cobra- por dedicarse abiertamente a ello. Sólo te premian por mentir cuando de entrada todo el mundo sabe que no es verdad. Y bien que hacen. Pero echo en falta unos premios a la ficción de la vida cotidiana. Al hay que ver cómo te la metí doblada. Al es verdad, ahí me he vuelto a pasar. Al no, si yo no soy fiel, pero soy muy leal.

En un país que se ha inventado varias veces, estaríamos de premios todas las semanas. En un país podrido de mentiras y mentirosos, esto iba a ser un no parar.»

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#PelisMiopes de Risto Mejide alcanza el 1er puesto como Trending Topic Mundial.

#PelisMiopes de Risto Mejide alcanza el 1er puesto como Trending Topic Mundial.

Twitter, 2 de Febrero de 2014, @ristomedije. Neon.

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Topsy, 3 de Febrero de 2014, 09:45

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Cinemanía

 

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Lo que tienes que hacer.

Lo que tienes que hacer.

Artículo publicado el domingo, 01 de Febrero de 2015 en ElPeriódico.com.

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Il·lustració de Leonard Beard

«Lo que tienes que hacer es esto. Lo que tienes que hacer es aquello. No sé si te has dado cuenta, pero yo sí. Lo que tienes que hacer está muy claro, no entiendo cómo no lo ves. Da igual la experiencia que acumules, lo que tú sepas que yo no sé, las toneladas de detalles que desconozco y por tanto obviaré, las canas que peines o tiñas, las hostias que te has llevado hasta en el carné. Siempre habrá alguien dispuesto a decirte lo que tienes que hacer. Y mira, hoy me ha tocado a mí. Apártate que voy.

Lo que tienes que hacer es hacerme caso. Sí, puede que hasta ahora no te haya ido mal sin mi ayuda, pero que sepas que ha sido pura casualidad, azar bien ordenado, porque hasta aquí era fácil llegar. Te lo digo yo, que ni he estado en tus circunstancias, ni he luchado por tu vida, ni he vivido ni de lejos lo que hayas tenido que vivir tú. Eso sí, tú escúchame a mí, que si escuchas con atención este consejo improvisado en los últimos minutos, te irá todo muchísimo mejor, ande va a parar. Que si la experiencia es un grado, hoy te voy a sacar el bachillerato, el master y hasta el posgrado de la verdad.

Lo que tienes que hacer es trascenderte. Porque la prole es el camino más rápido para disponer siempre de alguien cerca dispuesto a decirte lo que tienes que hacer. Suele ser curiosamente alguien que, o bien jamás ha tenido hijos, o si los ha tenido casi mejor que los hubiera cedido en adopción. Siempre sabe lo que estás haciendo mal, lo que deberías decirles, cómo deberías educarlos, y todo, por supuesto, sin citar más fuentes pedagógicas que la vecina del abuelo de su mejor amiga. Cuando tienes un hijo y ves lo difícil que es el día a día, el noche a noche, el año a año, o dejas de una vez de dar consejos, o te conviertes en un psicópata de andar por casa, lo que se conoce familiarmente como un cuñado.

Lo que tienes que hacer es transformarte. Porque ojo que no hace falta llegar a tener descendencia para tener que estar escuchando todo el tiempo lo que tienes que hacer. El mundo está lleno de gente sin rumbo que descubre su vocación frustrada en cuanto ve tu cara de circunstancias. Es como si un problema tuyo fuese la pregunta que estaban buscando para escupirte a la cara todas esas respuestas que nadie jamás les pidió. Y encima ay cómo eres, pues no va y me contestas mal cuando sólo quería ayudarte, anda no te pongas así.

Podemos tendría que empezar a hacer más y decir menos. Pedro Sánchez debería comportarse como el llanero solo ante el peligro rodeado de bombas de fabricación casera rellenas de gas salmorejo. Rajoy debería aprovechar su tiempo de descuento para quedarse en el convento y cagarse dentro. El PP debería habernos dicho que España sí es Grecia, y así amortizar cualquier error por acto u omisión que empezaremos a descubrir durante los próximos 100 días de Tsipras. Y así todo el rato. Y así en toda conversación. Ya sea sobre economía, deporte o política fiscal. Recetas que, como no se darán bajo ningún concepto, nadie podrá comprobarlas jamás. Soluciones de todo a cien que antes nacían y morían en la barra de un bar, y ahora sobreviven hasta los programas de radio, las columnas de opinión y las tertulias de cualquier canal de televisión.

Cuando lo difícil en este país no es opinar. Ni que se pare a escucharte un grupo de gente. Ni siquiera que te paguen por hacerlo. Y si no, échale un vistazo al personal que desfila por el debate de Gran Hermano VIP. O a esta humilde columna de opinión, sin ir más lejos. Lo difícil no es nada de todo eso, porque todo eso es de lo más común y corriente y vulgar.

Lo difícil, con tanta receta, recetario mágico y masterchef frustrado suelto, es justamente lo que hemos conseguido aquí: que todo el mundo sepa lo que se tendría que hacer, salvo los que tendrían que hacerlo.

Será que no interesa que hagamos nada, sino que sigamos distraídos con la paja del ojo ajeno.

Será que todos somos muy machitos hasta que alguien nos la devuelve con las palabras mágicas.

Hazlo tú

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Risto Mejide nº1 Nacional en Engagement de Twitter.

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Fuente: Socialwin

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La Voz.

La Voz.

Artículo publicado el domingo, 18 de Enero de 2015 en ElPeriódico.com.

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Il·lustració de Leonard Beard

«Excelentísimos artistas, ilustrísimos amigos, señoras y señores, autoridades…

Querido Julio,

Te estarás preguntando por qué papá te ha traído a este sitio. Qué hacemos aquí rodeados de tanta gente importante. Y sobre todo, cuándo te voy a dar las chuches que te he prometido si te portas bien.

Hoy es un día grande por muchos motivos. Tal día como hoy nació el señor que inventó la máquina de vapor, James Watt, así como escritores y artistas de la talla de Edgar Allan Poe, Paul Cézanne, Janis Joplin, Robert Palmer o Dolly Parton. También hoy algunos países celebran el día del cervecero, otro tipo de artista sin el cual no habrían existido muchos de los primeros. Pero a ti todo eso dudo que aún te importe mucho.

Supongo que en algún momento te preguntarás por qué han elegido a papá para hablar aquí. No sé, eso tendrías que preguntárselo a ellos, pero sólo espero que no sea porque piensan que soy un experto, ni en ópera ni en ninguna otra cosa, o alguien que vaya a arrastrar multitudes, más que nada porque a mí no se me sigue, a mí más bien se me persigue.

Da igual. Ya no hay tiempo de encontrarme sustituto. Además, si estamos aquí, no es por nada de todo eso. Si estamos aquí es para celebrar la quincuagésimo segunda edición del Concurso Internacional de Canto Francesc Viñas. O dicho de otro modo, si estamos aquí es para celebrar, durante más de medio siglo, el triunfo de La Voz.

Para los de tu generación, seguramente, La Voz no pase de ser el último concurso televisivo antes de que Melendi se hiciera la permanente. Puro divertimento. Entretenimiento para el prime-time. Pero La Voz es mucho más que eso. Mucho más.

Curiosamente, La Voz es lo único que no nos ha llegado de la mayoría de los personajes que han construido nuestra manera de ver el mundo. Nos han llegado sus vidas, sus pensamientos, sus conquistas, hasta sus devaneos amorosos y más personales. Pero nadie sabe cómo era la voz de Jesucristo. O la de Buda. O la de Aristóteles. O la de Leonardo da Vinci. Y no sé por qué, pero no me imagino al sanguinario Atila, rey de los hunos, conocido en Occidente como El Azote de Dios, con voz de pito. O al general Aníbal Barca cruzando los Alpes a lomos de sus fornidos elefantes, para matar romanos con su voz dulce y aterciopelada.

La voz es muy importante. Es tan importante, que es lo primero que te llegó a ti antes incluso de que llegaras tú. Cuando eras todavía algo que crecía dentro de mamá, lo primero que fuiste capaz de reconocer fue la voz… de papá. Que conste que no me apunto el tanto yo, lo dice un tal Tomás de Andrés, del departamento de Psicología del desarrollo y de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid, y cito: «el tono más grave de la voz del hombre es capaz de atravesar la barrera placentaria y llegar hasta el feto. Por este motivo, al nacer, el bebé distingue con más facilidad la voz de su padre que la de su madre”. Es el único momento en el que nos adelantamos a ellas. A partir de ahí, vamos siempre por detrás.

Ya irás descubriendo que a tu padre, como a cualquier publicista, le gustan mucho los aforismos, porque es una buena forma de parapetarse tras el pensamiento de otro que normalmente sabe mucho más que tú. Por eso, no paré hasta que encontré otra sorprendente cita al respecto: “Las mujeres no quieren escuchar lo que piensas. Las mujeres quieren escuchar lo que ellas piensan… con una voz más grave.” pero claro, después supe que era de Bill Cosby y lo entendí todo, decidí que quizás era mejor no utilizarla en estos momentos y menos aún en este pregón.

A lo que iba. La voz. La voz es también eso que estrenaste el día que naciste. Es nuestra primera demostración de vida, nuestro primer canto a la libertad. Berreamos para hacernos un lugar en el mundo. Anunciamos nuestra llegada con lo más propio que tenemos. Inhalamos la primera gota de oxígeno que entra en nuestros pulmones y la transformamos en poderosa llamada de atención. Es nuestro primer spot publicitario. Nuestra primera inspiración. Nuestro primer mensaje comercial.

Y digo comercial, porque a partir de ese momento descubrimos enseguida el mecanismo acción-reacción. O como decimos en marketing, problema-solución. Que quien no llora no mama. Y que el que algo quiere, algo le cuesta. Es nuestra primera herramienta, nuestro canal generalista de comunicación con el mundo. Existen apps de móvil que aseguran que son capaces de traducir el llanto de un bebé. Pero que no te engañen, NADA como la mirada atenta de una madre. Y como mirada suplente de segunda B, la de un padre.

Bueno, pues a partir de ahí, todo es evolucionar. Que es lo mismo que decir que a partir de ahí todo se complica.

Porque pronto verás que la voz no se queda en una simple vibración de las cuerdas vocales inferiores. En algún momento, la voz te empezará a cambiar. Y no sólo en ámbito. No sólo en afinación. Sino también en colocación.

Pronto descubrirás una voz interior. Es una voz callada. Sigilosa. Susurrante. Aparentemente inocua. Pero fundamental. Es la voz que aparecerá cuando no estés haciendo lo correcto. Es la voz que te dará consejos sin pedirte nada a cambio. Sin motivo aparente. Por eso has de escucharla. Porque te lo dice por tu propio interés. Por eso, y porque es la única voz que te hará triunfar de verdad. El éxito consiste en aprender cuándo hacerle caso y cuándo no.

Algunos la llaman conciencia. Otros, intuición. El señor que diseñó la tablet con la que tú juegas dijo una vez: “Jamás dejes que el ruido de los demás apague tu voz interior. Y lo más importante, ten el coraje de seguir tu corazón y tu instinto.” Otro genio llamado Vincent Van Gogh mantuvo toda su vida una competición con ella: “Si escuchas una voz dentro de ti que dice ‘no sabes pintar’, entonces debes pintar por todos los medios, y verás como esa voz acaba siendo silenciada”. Pero fíjate, ya sea para seguirla, como para acallarla, jamás dejes de tenerla en cuenta. Jamás.

Esa voz es un ser vivo. Y como todos los seres vivos, necesita alimentación. ¿Que de qué se alimenta? Pues de otras voces. Por eso has de nutrirla bien, procurarle una dieta equilibrada. Que se enriquezca bien. De las voces de un lado y de las del otro. De los que están en contra y de los que están a favor. De los de aquí y de los de allá. De las mezzos y de los tenores. De los muertos y de los vivos. De los que hablan tu idioma y de los que no. Porque sólo así crecerá tu voz sana y fuerte. Y porque quien conoce una versión, en realidad no conoce ni media.

Cuando lleves unos años en el mundo, quizás más de los que desees, empezarás a descubrir tu voz propia. Y ojo que ésta no tiene nada que ver con la que te sale de la laringe. Con ésta no se nace. Con ésta se lucha. Se influye. Se cambian las cosas. O se intentan cambiar. Por eso hace falta cierto tiempo sobre el planeta. Para ver lo que funciona y lo que no. Para ganarse el respeto ajeno, que no es otra cosa que el turno de palabra vital. Y para darse cuenta de que la única forma de ganarse la herencia recibida de manos de las generaciones pasadas es mejorar la que se entrega a las futuras.

Lo notarás enseguida, será cuando te llamen idealista, utópico o incluso traidor. “Prefiero quedarme sin estado que sin voz.” dijo un tal Edward Snowden. Y ahí está.

Tú tira, no hagas ni caso, sigue adelante, lo cual no significa que no escuches. Como dijo desde este mismo atril Eduardo Mendoza, se hace difícil dar un pregón de este tipo sin citar a Shakespeare, y si él no fue una excepción, yo no me voy a atrever a serlo: “Préstale a todo hombre tu oído, pero a muy pocos tu voz”. Fin de la cita.

Fíjate lo que dice Shakespeare. O más bien, lo que yo interpreto. Primero, que para tener buena voz hay que tener buen oído. Que para poder hablar, antes hay que saber escuchar. Y después, que hay que prestar a muy pocos tu voz. Es probable que la vida te dé alguna oportunidad para prestarla a los que no la tienen. Aprovéchala bien. Lamentablemente la voz no se le otorga siempre a quien más la merece, y si no, mira la Gran Bola que le hemos dado a un Pequeño Nicolás.

Si consigues llegar a tener voz propia, la gente te reconocerá aunque jamás te haya escuchado antes. Es lo que les pasa a las grandes marcas, a las grandes personalidades o a los grandes artistas. Que son reconocibles incluso en temas inéditos. Porque tienen una voz única e inconfundible. Porque nos parece que eso que estamos escuchando ya sólo lo podrían expresar ellos de esa manera.

Això és exactament el què li passava a la gran mezzosoprano Elena Obraztsova, guanyadora del primer gran premi del Concurs Viñas el 1970, y que malauradament ens ha deixat aquesta setmana, una pèrdua irreparable per a la seva estimada Barcelona, per tot el món operístic i per l’art en majúscules i en general.

Eso es justo lo que te ocurrirá si lo haces MUY bien. Que por mucho que tú te vayas, tu voz se quedará para siempre.

Desde luego que no todo será tan fantástico. Tener voz te traerá sus problemas. Si tu voz se vuelve lo suficientemente influyente, habrá gente que la hará propia. Con la responsabilidad que eso conlleva. Y si no llega a ser importante, da igual, porque habrá gente que, con mala intención o sin ella, te intentará secuestrar la voz. Hacerte decir algo que tú no has dicho. Hacerte luchar como alguien que no eres tú.

No te preocupes si por el camino haces enemigos. Preocúpate si crees que no los tienes. Porque eso significará que tú no los conoces a ellos, pero ellos a ti sí. Hubo un señor que por cierto cantaba tan bien que le pusimos el sobrenombre de La Voz, que dijo que para tener éxito hay que tener amigos, pero para tener MUCHO éxito hay que tener enemigos.

Y hablando de enemigos. Estamos viviendo tiempos difíciles para alzar la voz. A pocos kilómetros de aquí, un grupo de salvajes creen que pueden silenciarnos atentando contra nuestras libertades. Y no se dan cuenta de que la voz de un pueblo es mucho más poderosa que la voz de cualquiera de sus individuos. Que el miedo no nos mata, sino que nos hace más fuertes. Que podrán asesinar a decenas, cientos, miles de civiles, pero jamás podrán matar la civilización. Una civilización que hoy cierra filas tras un simple lápiz y la sacrosanta libertad del individuo para utilizarlo con el único límite que su talento imponga.

Para terminar, tampoco te fíes del que utilice su voz para decirte siempre lo que esperabas oír. “El político con más éxito será el que diga lo que la gente piensa, que lo diga más a menudo y que lo diga con la voz más chillona.” Esto lo dijo justamente un político, se llamaba Theodore Roosevelt y -hombre- mal no le fue. Y aunque lo dijera ahora hace más de un siglo, me temo que cada vez es más vigente en nuestro país. Mira si es vigente, que ese señor también fue famoso por luchar por la independencia de Cuba y por tratar de acabar con la corrupción.

Todo esto para que entiendas la importancia de lo que se celebra hoy aquí. No se trata sólo de congregar en espacio y tiempo a las 607 voces líricas y dramáticas más prometedoras sobre la faz de la tierra. No se trata sólo de traerlas desde sus más de 60 países, configurando así la edición más internacional en la historia de este concurso.

Se trata de celebrar todo aquello que nos hace seres humanos. La belleza de sus voces nos recuerda que, aparte de equivocarnos, aparte ser capaces hasta de ignorar nuestra propia naturaleza, y aparte de decirle y hacerle barbaridades a nuestro prójimo, también somos capaces de cosas maravillosas. La belleza de estas voces nos recuerdan que podemos mejorarnos a nosotros mismos, que todavía existe esperanza, que en el fondo, muy en el fondo, aún tenemos remedio. Eso sí, con esfuerzo, dedicación y sacrificio, dominando lo difícil para que parezca fácil, que es la condición sine qua non para que todo parezca bello.

Somos lo que hacemos con nuestra voz. Somos lo que hacemos de ella. Y sobre todo, lo que ella acaba diciendo de nosotros.

Francisco Araiza, Enedina Lloris, Vicente Sardinero, Anna Riera, Helga Müller Molinari, Dalmau González, Aquiles Machado, Elena Obraztsova y tantos y tantos otros, así como los nuevos talentos que salgan de la presente edición.

Escucha sus voces cada vez que te entren las dudas. Escúchalas hoy mientras te comas las chuches. Y no dejes de escucharlas jamás. Ellas te reconciliarán con lo que realmente eres.

Una bella voz con infinitas cosas bellas por decir.

Un bello ser humano con infinitas cosas bellas por hacer.»

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Concurso Internacional de Canto Francisco Viñas. Pregón del 52 Concurso a cargo de Risto Mejide.

Concurso Internacional de Canto Francisco Viñas. 52 edición.

Barcelona, sábado 17 de enero de 2015 a las 19:00,  Saló de Cent, Ajuntament de Barcelona.

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Risto Mejide participa hoy en el Foro Decyde de Murcia.

Risto Mejide participa hoy en el Foro Decyde de Murcia.

Murcia, 15 de enero de 2015 a las 17:00, Foro Decyde.

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Lo que yo te diga.

Lo que yo te diga.

Artículo publicado el domingo, 11 de Enero de 2015 en ElPeriódico.com.

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Il·lustració de Leonard Beard

«Lo que yo te diga, ponlo en cuarentena otras cincuenta noches. Lo que yo te diga, acuérdate de olvidarlo por ahí. Haz oídos sordos mientras me escuchas. Y quizás así, y sólo quizás, lograrás hacerme entender. Y quizás así, y sólo quizás, lograré hacerte explicar. Que nadie te eche cuentas sobre lo que yo te diga. Porque serán palabras que fueron tomadas prestadas. Y eso es mucho más triste que pedir y mucho menos honrado que suplicar. Lo que yo te diga, sí.

Lo que yo te diga será siempre válido, que no verdadero. Es lo que pasa con la lógica, que le gusta jugar al escondite con las palabras, amagando significados hasta que ya suele ser demasiado tarde para emocionarse. O demasiado pronto, vaya usted a saber. Sofismas del corazón. Pero es que a veces, para llegar a una conclusión verdadera, es imprescindible partir de premisas falsas. Los expertos en filología natural -también conocidos como matemáticos- lo practican constantemente. Supongamos que tú y yo somos pareja. Supongamos que nos querremos para toda la vida. Supongamos que además lo cumplimos. Supongamos que no deseamos a nadie nunca más. Que evolucionamos juntos. A la misma velocidad. En la misma dirección. Y ahora, suponiendo eso, veamos qué sentimos. Porque lo que nos pase por dentro sí que será real.

Jamás busques la coherencia entre todo lo que yo te diga. Porque la coherencia es como la presencia, la vida o la libertad de expresión: sólo nos acordamos de ella cuando ya ha sido transgredida, cuando se la echa de menos, cuando ya no está. La coherencia es base, paisaje, fondo de armario. Si aún no tienes nada en tu armario que desentone, no te mereces ni segundas rebajas. Porque para ser coherente con uno mismo, a medida que te haces mayor y coleccionas pasados -que es lo mismo que ir criando hermanos pequeños que pretenden adelantarte en edad- es imprescindible ir cambiando de opinión. Corregir el rumbo. Desdecirse, pasar la vergüenza de contradecirse y rectificar. Y porque el compromiso con el destino es incompatible con el compromiso con el camino. Donde ayer dije digo acabo diciendo lo que más se parezca a lo que quiero decir hoy. La eficacia es enemiga de la eficiencia. Y el resultadismo, de la veneración del proceso. Tan absurdos los dos como imposibles de optimizar a la vez. Un conocido director de Hollywood daba a elegir a sus productores dos de las tres opciones posibles: coste, calidad o plazo. Tú elige qué dos factores pretendes controlar, porque el tercero se te disparará en el peor de los sentidos posibles.

Tampoco te importe demasiado la consistencia de lo que yo te diga. Demasiado a menudo, mis propios argumentos no se sostienen ni sobre el bastón de tu silenciosa condescendencia. Ya me doy cuenta de que no hay por dónde pillarlo, de que no te lo crees ni de coña, de que al final nada tiene demasiado sentido, de que de aquí a diez minutos podría decirte lo contrario con la misma convicción y seguridad, y tú volverás a callar y a esperar pacientemente a que me dé cuenta. Y sin embargo, igual necesito pasar por ahí. Como quien sabe que ya ha cerrado la puerta y la luz, pero necesita comprobarlo una vez más.

Por último, piensa siempre que lo que yo te diga te lo digo siempre porque creo que es lo que tú en realidad querías oír. Si no te gusta, habérmelo hecho saber, que para eso están los sondeos. Ahora es demasiado tarde, princesa. Porque este mensaje lo has pagado tú. Y éste. Y éste también. No es casualidad que lo que yo te diga lo llames propaganda. Porque propagarse, lo que es propagarse, sólo se propaga el fuego, las epidemias y cualquier elemento que todo lo queme, que todo lo vuelva cenizas o cadáver hasta consumirse incluso a sí mismo.

Por todo ello y porque durante este 2015 sobreelectoralizado te lo diré muchas veces y de muy diversas urnas, recuerda esto.

Desoye todo lo que yo te diga. Desóyelo y quédate sólo con lo realmente importante.

Y qué es lo realmente importante, te preguntarás. Te lo resumo en cinco palabras cinco.

Lo que yo te haga.»

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Viajando con Chester · Temporada 3 · Capítulo 26 · Marta Sánchez + El Langui.

Viajando con Chester, 21 de Diciembre de 2014, cuatro.

Viajando con Chester: “Goodbye Chester».

…Viajando con Chester.

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Charla íntegra con Marta Sánchez

En el último programa de la temporada necesitábamos una diva para dejarlo por todo lo alto, y no hemos parado hasta que conseguirla a ella. No es que haya sido nuestra cantante más internacional. No es que lleve casi 30 años subida a un escenario. No es que haya vendido más de 7 millones de discos. No es que sea un icono para varias generaciones. Es que además es una mujer que allá donde pisa, lo hace dispuesta a todo. Hoy acude sumida en su propias contradicciones, en sus inseguridades, en sus miedos, en sus errores. Y así sí, querida. Así sí vale la pena sentarse en un Chester y desnudarse palabra a palabra. Para mí es un auténtico honor, asistir vestido de Conde Dracula, eso sí, al asesinato de su personaje, con todos vosotros el primer snuff Chester de la historia.

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Charla íntegra con El Langui

Y no sé a vosotros, pero a mí me ha llamado mucho la atención esa pregunta de Marta: ¿Tú me respetas? Y es que me ha hecho pensar en que el verdadero respeto consiste precisamente en eso, en escucharse, tenerse en cuenta, ser relevante para el otro y darse mutuamente alguna oportunidad.

Y precisamente de eso, de respeto mutuo y de darse alguna oportunidad, va nuestra última conversación de la temporada. Que penilla, eh.  Él también es uno de los invitados que más ganas tenía de traer al Chester, es uno de los de mi lista. Es rapero, actor y muchísimas cosas más. Pero antes que eso, es padre. Y antes que eso, ser humano. Yo no soy quién para juzgar a otro. Y lo sé porque lo he hecho. Pero sí para escuchar lo que me tenga que contar.

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Bueno pues nada, ya somos oficialmente licenciados en Tercero de Chester. Como te quedas?. Esta temporada se nos han sentado auténticas joyas como Joaquín Sabina reconociendo errores pasados y sobretodo futuros. Sobre este Chester lloraron y nos hicieron llorar desde Pedro García Aguado hasta una famosa superviviente de un Tsunami. Hemos hablado de sexo con políticos, con filósofos y hasta con presentadores de televisión. Se nos han confesado toreros, millonarios, cocineros, deportistas y artistas de diverso pelaje. Y de todos ellos nos llevamos varios secretos, lecciones, emociones y seguro que de propina, alguna que otra mentira, también. Nuestro Chester, de momento, se retira hasta nueva orden. Pero pase lo que pase con este programa, jamás dejéis de hacer algo tan simple y a la vez tan complejo como sentarse ante otro ser humano, ser honestos y escuchar. Cambiad de opinión de tanto en tanto. Seguid dudando. Y sobre todo, seguid viajando. Aunque sea sin Chester.

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112 cm.

112 cm.

Artículo publicado el domingo, 21 de Diciembre de 2014 en ElPeriódico.com.

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Il·lustració de Leonard Beard

«112 cm. Es lo que a día de hoy levantas del suelo. Es ese punto que muy pronto vas a dejar atrás. Y a partir de ahí, tantas y tantas cosas que te irás dejando por el camino. A mí, entre ellas. Pero no es momento de ponerse triste. Al menos ahora no me apetece. Hoy, que celebramos el inicio del invierno, la noche más larga del año y el fin de una nueva cosecha de Sagitarios, hoy que también estamos de enhorabuena por tu quinta vuelta completa al sol, déjame hablarte desde la ignorancia de alguien que ha dado la misma vuelta la friolera de ocho veces esa cantidad. Déjame hacer como si tuviera la experiencia que en realidad siempre me iluminó tarde, y por tanto que jamás me sirvió.

112 cm. Es hoy por hoy la máxima distancia entre tu cabeza y tus pies. Una distancia que se irá haciendo cada vez más insalvable con el tiempo. Y no sólo físicamente. Porque pronto verás lo difícil que es dirigirte hacia donde realmente quieres. Y porque un día te encontrarás de pie en cualquier otro sitio, menos aquél en el que te gustaría estar. Ese día, habrá llegado el momento de cambiar de brújula. La buena noticia es que la has llevado siempre instalada. La llevas ahí, protegida entre tus costillas, junto a tus dos únicas bolsas de oxígeno y bien cerquita del estómago, para que lo pueda escuchar también. Es la que te da punzadas cuando no estás haciendo lo correcto. Es la que se te encoge ante la injusticia y la falta de humanidad. Síguela y descubrirás la necesaria distancia entre equivocarse y arrepentirse, entre una vida con sentido y una muerte consentida por quien jamás la mereció.

112 cm. No de altitud, sino de altura. Supongo que aún no habrás percibido la diferencia. No pasa nada, ya la percibirás. La altura es la distancia vertical con la superficie que pisas. Mientras que la altitud, hace referencia siempre a tu distancia con el nivel del mar. La altura es un concepto relativo, y como tal, depende de dónde partió la medición. Y tú partiste de unas condiciones más que favorables. Eres realmente un privilegiado, y espero que eso lo tengas siempre muy presente. Te pase lo que te pase en la vida, jamás olvides que lo que para ti fue normal, para muchos -pero muchos son muchos- fue una meta a la que aspirar. Y no hablo de condiciones socioeconómicas, que también. Es que encima naciste sano. Y eso ya fue un punto diferencial con respecto a tantos niños que no obtuvieron semejante regalo. Pero es que además naciste deseado. Y con una familia que -pese a todo- se quiere y se quiere mucho, de hecho se quieren tanto que hasta a veces duele. Jamás lo olvides, porque quien olvida lo que tiene, acaba perdido por culpa de lo que desea. Y tampoco te olvides de los que no tuvieron tu suerte. A los que nacieron a nivel del mar. E incluso por debajo, esos que aún no pueden ni respirar. Ellos merecen no sólo tu atención, sino tu apoyo, tu compromiso, tu dedicación. Nadie se puede sacar a sí mismo de un pozo. Y tu felicidad dependerá siempre de la capacidad para hacer felices a los demás. En realidad la felicidad es un proceso social, no somos plenamente felices hasta que aprendemos a hacer felices a los demás. Lo otro se llama satisfacción, y dura menos que cualquier garantía. Así que aunque sólo sea por egoísmo, jamás te olvides de ellos. Jamás.

112 cm. Y apuesto a que a estas alturas del texto ya habrás alcanzado los 113. Ya llego tarde. Seguro. Otra cosa que también te pasará a ti. Llegar tarde a tantas y tantas cosas. Algunos lo llamarán fracaso. Te dirán que esto y aquello era imposible. Pero tú no te dejes decir eso. Sólo hay una cosa imposible en este mundo. Que alguien te quiera más que tu madre y yo. El resto, está todo por inventar.

112 cm. Algo me dice que serás más alto que yo. Y más guapo. Y más listo. Y más todo. Pero poco a poco, descubrirás que hay algo muchísimo más importante que ser alto, guapo, listo y todo. Y ese algo es algo tan difícil y a la vez tan sencillo como ser querido. Y eso significa serlo sin condiciones y sin cobro revertido, vamos, de verdad.

Ahora sí, desde mis ya menguantes 184 cm. te lo puedo desear. Feliz cumpleaños, peke.

Feliz vida. Y feliz Navidad.»

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Marta Sánchez y El Langui charlarán con una honestidad brutal en ‘Viajando con Chester’

El domingo, 21 de Diciembre de 2014, a las 21.30 horas en ‘Viajando con Chester’, cuatro.

‘Viajando con Chester’, este domingo a las 21.30 horas.

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La cantante explicará cómo es convivir con el personaje famoso en el que se convirtió hace muchos años.

Mientras que el actor de ‘Chiringuito de Pepe’ explicará cómo logró superar la incapacidad física con la que nació.

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Playlist de Viajando con Chester «Luces y sombras».

Playlist de Viajando con Chester «Luces y sombras».

Spotify, Viajando con Chester, Viajando con Chester «Luces y sombras».

https://play.spotify.com/user/viajandoconchester/playlist/5IXy7pr4KydCJiqNJOm1Sf

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Viajando con Chester · Temporada 3 · Capítulo 25 · Luz Casal + Cándido Méndez.

Viajando con Chester, 14 de Diciembre de 2014, cuatro.

Viajando con Chester: “Luces y sombras».

No adelantes, que destacas. No interrumpas, que es de mala educación.

No corras, que es peligroso. No mires por encima, quién te has creído.

No te desvíes, que te me pierdes. No cargues peso, cuidado con la espalda.

No te despegues, no tienes vértigo? Mira que luego tendrás que pasar por caja.

Y no digas eso hombre, serás animal. No hay más caminos que los que ves.

Va, no te detengas, que detrás viene más gente. Ya casi estás, pero todavía no.

No te hagas líos, cásate bien. Y esos molinos? No son gigantes?

No sigas tu instinto, no. Ni Viajando Con Chester.

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Charla íntegra con Luz Casal

Si os digo Piensa en mí, Te dejé marchar, No me importa nada, Loca, Un año de amor o Rufino, en quién pensáis. Y si os digo Ni tú ni yo? Cómo, que no la conocéis Ni tú ni yo… pero si tenía una de las bases rítmicas más legendarias de la música de este país. Bueno, vale, igual me he pasao. El caso es que mi primera invitada y yo tenemos mucho en común, a ella también le gusta llamar a las cosas por su nombre, también tiene sangre gallega, aunque mucha más que yo, y bueno, una vez sin ella saberlo, hizo de Risto con Risto cuando aún Risto no era Risto. Ay qué mal me cae la gente que habla de sí misma en tercera persona. Bueno, ya me habéis entendido. Pues de eso de muchas cosas y de caerse bien y caerse mal, tendremos que hablar, porque nuestra primera experiencia juntos fue de todo menos amable. A que nunca lo hubierais dicho…?

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 Claro que sí, Luz, mira, yo tampoco soy un Adonis para muchísimas mujeres. Pero espero que eso no nos impida jamás sentarnos sobre un Chester y compartir nuestra soledad. Ésa es la grandeza de programas como éste. Y hablando de programas…

Charla íntegra con Cándido Méndez

Mi siguiente invitado no milita en un partido, pero escuchándole cualquiera diría que está en campaña. Secretario General de la UGT desde 1994, se ha pasado en el cargo veinte añazos en los que las luces y las sombras no han dejado de sucederse. Y ahora que pintan bastos para varios de sus miembros, él va y anuncia que se va. Pero lo anuncia ahora y no lo hará efectivo hasta 2016. Ah, y encima después de anunciarlo, lo primero que hace es sentarse en un Chester. Todo muy normal, vaya.

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Igual parece muy obvio.

Pero existe una gran diferencia entre sombra y oscuridad.

La oscuridad es simplemente la ausencia de luz.

La sombra, en cambio, es algo o alguien evitando que nos llegue.

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Tu regalo.

Tu regalo.

Artículo publicado el domingo, 14 de Diciembre de 2014 en ElPeriódico.com

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Il·lustració de Leonard Beard

«Mírate bien estas líneas. Repásalas atentamente con ese par de ojazos que dios te ha dado, porque por aquí está tu regalo. Escondido entre tanta palabra, párrafo y espacio, bajo esa expresión más propia de una orgía multirracial y sodomita a la que llamamos negro sobre blanco, se encuentra lo que realmente te voy a regalar por navidad. Por favor desenvuelve con cuidado cada letra y sobre todo no rompas el silencio con su sonido, pues si no te gusta, al final guardaré mi mejor recibo por si te da por devolver.

Tu regalo no puede ni debe fabricarse. Ni mucho menos ponerse a la venta. Mereces algo que no pueda figurar en un vulgar catálogo. Algo que te mueva tanto que salgas borrosa en todas las fotos. Qué quieres, el anuncio de IKEA me ha acabado de desamueblar. Si ya me faltaban jugadores y un horneado ahí arriba en la dirección, imagínate después del maldito viral. Les pides a ellos explicaciones, que fijo que te las harán pagar para que al final te las montes tú.

Tu regalo, por tanto, jamás será expuesto. Escaparates del mundo, dejad de hacer el ridículo. Sé que no lo hacéis con mala intención, que hacéis lo que buenamente podéis. Sé que os mueve la necesidad de agradar, de mover al consumo, de ganaros el bonus, de intentar seducir nuestra cartera camino a nuestro corazón o viceversa. Pero dejadlo ya, de verdad. Terroristas del marketing, deponed las almas y salid con las mañas en alto. Y el último que pague la luz.

Tu regalo no se vende al detalle. Y mira que soy fan de la palabra detalle. Hace poco, mi hijo, que está en première continua de vocabulario, me hizo una de esas preguntas que hay que solventar con la primera respuesta que tengas a mano. Papi, ¿qué es un detalle? Y todo lo que se me ocurrió decirle fue que un detalle es algo muy muy grande que aparentemente es muy muy pequeño. Creo que se lo creyó. O igual es que no creyó que fuese a sacar nada mejor de mí. El caso es que quedó en silencio y siguió haciéndose el satisfecho.

De todos modos, tú sigue leyendo, porque te juro que tu regalo está por aquí. Tampoco lo busques en las letras de los villancicos, esas composiciones satánicas que cada año nos cuelan como tiernas sólo por el hecho de ser cantadas por niños con voz de castrati, que no dan más miedo porque están siempre acompañados de hirientes cascabeles, de producción casiotónica, de zambombas onanistas y de un adulto, que no es lo mismo que alguien mayor, porque alguien maduro y en sus cabales jamás haría pasar por semejante calvario a un menor de edad. Esos atentados sonoros contra el buen gusto sólo han sido contrarrestados con villancicos flamencos, como si ésa fuese la única forma de hacerles frente. De qué le sirve al Gobierno expulsar a Series.ly, Uber y Google News de España si la epidemia de villancicos pitufoides con sobredosis de helio sigue infectándonos a placer cada año sin que ni un mísero protocolo de la difunta Ana Mato nos proteja. Eh? De qué.

Para terminar, tampoco busques tu regalo bajo un árbol, en el saco del Olentzero o en el culo de un Tió. Ahí sólo encontrarás lo que yo llamo un tesorero del PP: raíces falsas, mucha tela que cortar y bastante mierda que repartir para todo el año.

No lo busques porque tu regalo seguro que no está ahí. Y es que la pregunta no es dónde. La pregunta es cuándo. Porque tu regalo empieza cuando sale el sol y no se acaba ni cuando desaparece al otro lado del horizonte. Porque en cada entrega, la vida te da un dos por uno. Y cuando parecía que ya se acababa, te da otro. Y otro. Y otro más. Tu regalo está cada vez que abres los ojos. Y cuando te despiertas, también. Tu regalo es eso que das por hecho que mañana volverá a pasar sin habértelo ganado. Y eso no le resta valor. Es al revés, se lo da. Así que por un día, por una vez al año, hagamos ver que nos damos cuenta de nuestro mayor regalo, del único que realmente tenemos y es nuestro y nadie aún nos ha podido quitar.

Admitamos que nuestro regalo es ahora. Celebremos que nuestro regalo es ya.»

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Mi cine español, por Risto Mejide.

Mi cine español, por Risto Mejide.

Fotogramas.

Viajando con Chispita

Mi cine español, por Risto Mejide

En ‘Viajando con Chester’ (Cuatro), Risto Mejide da su visión de los personajes de actualidad. Ahora nos ofrece su visión del cine español, también muy crítica.

Fotogramas.es / Iustración: Jonathan Millán 09-12-2014

¿Cuál fue su primera vez con el cine español?
‘Amanece, que no es poco’ (J.L. Cuerda, 1989). Una de mis primeras películas españolas, y una de mis favoritas aún hoy.

¿En qué película española se hubiera quedado a vivir?
En cualquiera de las de Julio Medem.

¿Cón qué persona o personaje del cine español se iría de cañas?
Me iría con Karra Elejalde. Tiene que ser un cachondo.

¿Con qué persona o personaje le gustaría quedarse encerrado en un baño?
Con cualquiera que tuviese nociones de cerrajería.

¿Qué persona o personaje no querría tener en el asiento de al lado de un avión?
Al lado no sé, pero te aseguro que si un día encuentro a una tripulación formada por Javier Cámara, Raúl Arévalo y Carlos Areces, me bajo directamente.

¿De quién del cine español estuvo enamorado de pequeño o adolescente?
Con 8 años me enamoré de Macarena Camacho en ‘Chispita y sus gorilas’ (L.M. Delgado, 1982), donde compartía cartel con los protagonistas de Verano azul. Fue mi primer fechazo cinematográfco.

¿A qué estrella internacional le gustaría ver trabajando en el cine español?
Quentin Tarantino debería salir en Torrente 6. Y cargárselo con una katana. O con un pincho de tortilla.

¿Qué persona o personaje sentaría en el sofá de Viajando con Chester?
Me encantaría conversar con Almodóvar. Y con Amenábar. Y con Daniel Monzón. Y con Jota Bayona. Y con Paco Plaza. Y con Concha Velasco. Y con Carmen Maura. Y con Penélope Cruz. Y con Antonio Banderas. Y con tantos y tantos… Aunque espero poder hacerlo algún día, sinceramente.

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Luz Casal y Cándido Méndez se sentarán este domingo en el Chester de Risto Mejide.

El domingo, 14 de Diciembre de 2014, a las 21.30 horas en ‘Viajando con Chester’, cuatro.

‘Viajando con Chester’, este domingo a las 21.30 horas

Captura de pantalla 2014-12-10 a la(s) 18.39.36

¿Cómo vivió la cantantante los duros momentos a los que ha tenido que enfrentarse durante su enfermedad?

¿Se siente fracasado el exsecretario general de UGT?

Este domingo, la cantante Luz Casal y el político Cándido Méndez charlarán con una honestidad brutal en el programa de Risto Mejide.

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