AMARNA MILLER Y EL PADRE FORTEA, INVITADOS DEL MARTES 23 DE JUNIO, A LAS 00:15.
Risto Mejide sienta a una actriz porno y a un cura en ‘Al rincón de pensar’
Amarna Miller y el padre Fortea conversarán con Risto Mejide el próximo martes a las 00:15, tras la emisión de ‘Allí Abajo’, en Antena 3. La actriz de películas pornográficas hablará, entre otras cosas, de las motivaciones que la empujaron a iniciarse en el mundo del cine adulto. El padre Fortea hablará de su especialidad: los exorcismos. Descubre diferentes formas de ver el mundo en ‘Al rincón de pensar’.
Artículo publicado el domingo, 21 de junio de 2015, en ElPeriódico.com.
Il·lustració de Leonard Beard.
«A la palabra verano le pasa como a algunas parejas que conozco. Juntas tienen un sentido muy diferente a si las partes por la mitad. Pero qué ocurre cuando la disección no es ni de lejos simétrica ni equitativa. Qué pasa cuando las cortas por otro sitio que no es la mitad. Hay gente que se ha quedado a medias para siempre por culpa de haberse dejado jirones del alma en la relación. Y por ahí pululan, deambulan, merodean tratando de completarse de cosas que les faltan por culpa de otro que se las llevó. Y como no las encuentran en nadie nuevo, están condenadas a traficar con su propia insatisfacción. A morir por falta de uno mismo. A culpar al nuevo de lo que alguien de mi pasado me robó.
Son colas de lagartija. Se mueven, parecen vivas, pero en realidad dejaron de estarlo el día que les dijeron adiós. Fueron víctimas de un futuro que las engañó. Y ahí siguen, tratando de ahuyentar la soledad a base de espasmos, como si las horas fueran moscas a las que alejar de uno. Eso les pasó por diluir el yo en un nosotros cualquiera. Por olvidarse de conjugar la primera persona del singular. Dejaron de ser dos y creyeron que siendo uno serían más felices. Y suele ser siempre demasiado tarde cuando se dan cuenta de que no. De que ese tiempo nadie se lo va a devolver.
Y qué ocurre con la otra parte. Esa mitad a la que le extirpan de golpe la cola, parte fundamental en la definición del yo. Pues aquí se da un fenómeno maravilloso que los biólogos aún no aciertan a comprender del todo. De pronto, de alguna manera que aún continúa siendo un misterio, las células empiezan a regenerar la parte que faltaba hasta que la reconstruyen. Hasta que se repara por completo el daño causado. Hasta que la cola vuelve a ser cola. Y aquí no ha pasado nada. Ellos lo llaman autonomía caudal. Los psicólogos lo llaman resiliencia.
Yo creo que no se atreven a llamarlo por su nombre: enamorarse.
Todos tenemos más o menos autonomía caudal. Capacidad autoregenerativa natural. Levantarse de un revés emocional creándose un universo nuevo de la nada. El tipo que inventó eso de que un clavo quita otro clavo, realmente la clavó. Pero lo importante no es simplemente volverse a emocionar. Lo importante es hacerlo siempre como la primera vez. Sin diferencia alguna entre la cola que te cortaron y la que has generado de nuevo. Volver al punto cero con la misma ilusión del primer día. Vivir como Dori buscando a Nemo. Y creerte que por fin la has vuelto a encontrar.
Yo no concibo enamorarme de otra manera que no sea para siempre. Si no es eterno, para qué exigirse una exclusiva, oiga que no me compensa, que no me vale la pena. Para eso están las follamigas. Y los amigos de siempre. Y la gente que te quiere de verdad. La que te estimula intelectualmente. La que te hace soñar. Todo lo demás, es subcontratable. Como lo definía categóricamente mi amigo Pedro Ruiz: El polvo, por lo que vale. Ni un euro más.
Por eso, ahí va otro consejo que no me has pedido: si te vas a enamorar, hazlo como las lagartijas. Echa mano de tu autonomía caudal. Extírpate las células muertas, déjalas ahí que pataleen fingiendo estar vivas, y tú céntrate en la relación que vas a regenerar. Concéntrate en construir un universo nuevo. Un lenguaje nuevo. Un nuevo historial. Algo que pueda durar. Porque esta vez puede que sea así. Y si al final no lo es, jamás lo vivas como una pérdida de tiempo, ni mucho menos un fracaso. Porque si todas las cosas que acaban fuesen consideradas un fracaso, en esta vida todo, absolutamente todo, estaría destinado a fracasar.
Y sobre todo, cuando la gente te mire con escepticismo, disimula tu condescendencia y repíteles dos frases:
Todo el mundo se cree que se ha enamorado alguna vez. Hasta que se enamora alguna vez.»
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Jueves, 18 de Junio de 2015, a las 18:00. Publifestival.
Risto Mejide, Miembro Honorífico y Premio Especial a la Trayectoria Profesional.
Publifestival, en su 9ª edición de 2015 nombrará a Risto Mejide Miembro Honorífico otorgado por la organizadora del festival Fundación Mundo Ciudad. Además se le hará entrega de un Premio Especial Publifestival por su Trayectoria Profesional.
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Si volviera a nacer, me gustaría decirte que corregiría errores, pero pasaría seguramente por las mismas cosas. Me equivocaría en los mismos sitios. Y acertaría más bien poco o casi nunca.
Porque si volviera a nacer, me gustaría decirte que sería más duro, más experimentado, más sabio.
Pero imagino que nada, que acabaría diciendo los mismos te quiero. Los mismos te odio. Los mismos adiós. Volvería a llorar por los mismos éxitos. Y a reír por los mismos fracasos. Porque son ellos los que me han traído hasta aquí.
Nadie sabe muy bien lo que haría si volviera a nacer. Pero yo, sin embargo, ahora sí que sé algo. Lo que sé es que si volviera a nacer, volvería a buscarte. Exactamente igual. No pararía hasta volverte a encontrar. En aquél sitio, a la misma hora. Volvería mucho más nervioso que aquella primera vez. Intentaría decir lo mismo que dije para llamar tu atención Aunque supiera que lo nuestro tendría un final Te miraría a los ojos como estoy haciendo ahora y te diría sólo una cosa. Que si volviera a nacer, volvería a buscarte una y mil veces más. Que si volviera a nacer, volvería con los ojos cerrados… …al rincón de pensar.
El chef Alberto Chicote y el piloto de Fórmula 1 Carlos Sainz Jr. serán los próximos invitados del programa que presenta Risto Mejide en el late night de Antena 3.
El próximo martes, a las 00:15 horas, depués de ‘Allí abajo’, vuelve ‘Al Rincón de Pensar’.
Artículo publicado el domingo, 14 de junio de 2015, en ElPeriódico.com.
Il·lustració de Leonard Beard.
«Si me muriese hoy habría gente que hasta se alegraría. Para qué nos vamos a engañar. Si es que incluso la peor noticia para uno puede ser una gran noticia para los demás. Y lo tranquilo que me iría pensando que iba a hacer a toda esa gente feliz de golpe. Celebrando mi defunción. Alguno montaría una fiesta y bebería a mi salud. Con suerte les cogía a todos un cólico nefrítico o acababan con un coma etílico celebrándolo en el hospital. Dan ganas de resucitar sólo para verlo. A ver si lo de Jesucristo fue el primer OWNED de la historia.
Si me muriese hoy me gusta pensar que también habría gente que se pondría triste. Gente a la que le sabría mal. Gente que me quiso por encima de mis posibilidades. Gente que me echará de menos. Vete tú a saber por qué. Son la gente a la que veo menos de lo que me gustaría. Gente a la que últimamente no me da tiempo ni de llamar. La gente que me ha hecho feliz. La gente que vale la pena. Gente por la que esta vida merece ser vivida. Gente que para mí ha sido y siempre será especial.
Y por último está toda esa gente a la que si me muriese hoy, le daría igual. Vamos, la inmensa mayoría de la población mundial. Personas a las que les acabo de dedicar más tiempo del que ellas me dedicarán jamás.
Si me muriese hoy mismo dejaría tantas cosas a medias. Frases que jamás supe ni pude acabar. Te voy a querer para toda la. Te voy a hacer la mujer más feliz del. Lo nuestro nunca se. Por qué no nos. Hasta cuándo vamos a. Yo nunca más me volveré a. Cuando quieras yo te. Jamás nos separará ni nada ni. Qué hace ese hombre en tu. Mírame a los ojos y dime que. No eres tú, soy. Es la primera vez que me.
Aunque la verdad que si me muriese hoy también habría vivido muchísimo. Frases que acabaron tan arriba que la verdad que daba lo mismo cómo empezaron. Porque bien está lo que bien acaba. Y porque mal está lo que no mereció ni un triste final. Curiosamente, todas rimaban con aquí y ahora. Jamás con el pasado, ni con el futuro, ni con vamos a contar mentiras tralará.
Si me muriese hoy mismo la verdad que sería una putada enorme. Justo cuando acabo de conocerte. Justo cuando me he comprometido con la idea de hacerte feliz. Ya, ya sé que mi credibilidad lleva 20 años buscando asilo político de su propia hemeroteca. Pero todas las tendencias están ahí para romperse. Y quién te dice a ti que he vivido lo que he vivido para llegar a ti. Y quién te dice que no eres tú mi anomalía. Mi punto de inflexión. Mi destino más original, que viene de origen, porque sólo cuando sabes de dónde vienes puedes querer realmente dirigirte hacia donde vas.
Por eso, si me muriese hoy, tendría por un lado la tristeza de dejar de mirarte a los ojos para toda la eternidad. Pero por otro, sería feliz por haberte disfrutado aunque sólo fuese unos días. Porque una vez más, el corazón habría triunfado. Sí, ya sé que te he puteado toda la vida, me diría, pero no me digas que no te he reservado el mejor sabor de boca para el final. Y yo no tendría más remedio que darle la razón, insisto, una vez más. Y es que lo que se firma con el corazón puede acabar bien o puede acabar mal, pero como un error, jamás. Es lo que tiene la sangre, que donde no hay vida, no está.
Por eso, si me muriese hoy, por fin tengo muy claros tanto mi esquela como mi epitafio.
La primera, sería un flyer válido para entrar en cualquier macrobotellón con barra libre.
Y el segundo, tendría sólo tres palabras: Su anuncio aquí.»
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Este es un mensaje para todos los raros. Para los que han sufrido alguna vez por no ser ‘normales’. Para los que fuisteis objeto de burla. Diana de las bromas de los demás Para los diferentes Los incomprendidos Los inadaptados.
Cada-uno-de-vosotros
Sois especiales Diferentes Únicos No sois la copia de nadie Y tenéis lo más difícil de conseguir en esta vida Algo que mucha gente ni ha conseguido ni conseguirá jamás
Ese algo es lo que os diferencia de aquellos que os persiguen Un día, más pronto de lo que creéis, dejaréis de ser diferentes para convertiros en referentes Algún día, más pronto de lo que creéis, dejarán de perseguiros Y os empezarán a seguir…
Y ese día, ese día habrá llegado vuestro momento El momento de perdonarles, de ser generosos El momento de enviarlos a todos a tomar…
Risto Mejide recibirá este jueves, después de ‘Vis a vis’, a Cristina Pedroche, presentadora de ‘Pekín Express’ y a Enrique Cerezo, presidente del Atlético de Madrid. El próximo jueves, a las 00:15, horas vuelve ‘Al Rincón de Pensar’.
Artículo publicado el domingo, 7 de junio de 2015, en ElPeriódico.com.
Il·lustració de Leonard Beard.
«Desgenerados. Somos todos unos desgenerados. Porque todo lo de la generación anterior ya no sirve. Porque todo lo que nos contaron los que había antes ya no está. Porque seguro que no lo hicieron con mala intención, pero sí con funestas consecuencias. Porque nos han dejado en pelotas ante la vida y ante lo que se suponía que teníamos que hacer. Porque el manual de instrucciones nos salió caducado de fábrica. Y porque nadie queda al otro lado para responder. Este call center está cerrado por derribo. Esta garantía se nos quedó sin sellar. Este negocio está traspasado al vertedero de los fracasos. Y ese consejo que te dieron ahora sabes que se autodestruirá.
Desgenerados. Ni los cincuenta son los nuevos cuarenta. Ni los cuarenta son los nuevos treinta. Ni los treinta son los nuevos veinte. Ni los veinte son los nuevos diez. A lo tonto a lo tonto nos estamos cargando el concepto de edad. Una fantasía que al menos permitía separar a la gente por experiencia y por tanto nos ayudaba a relacionar. Aquí ahora ya nadie controla lo que está haciendo porque nadie sabe muy bien hacia dónde va. Por eso hay niñatos a punto de jubilarse y por eso hay viejos que aún utilizan cremas contra el acné juvenil. Tanto un adolescente como un venerable anciano pueden pronunciar a la vez y con sentido la frase fatídica de la muerte en vida: yo ya no tengo edad.
Desgenerados. Estudia muy duro y sacarás buenas notas. Gradúate y harás carrera. Consigue una carrera y tendrás trabajo. Consigue un curro y tendrás una profesión. Ejerce tu profesión y ganarás dinero. Gana dinero y algún día te podrás retirar. Retírate y podrás disfrutar de tu jubilación. Jubílate con honores y disfruta de tu pensión. Cuando todos los eslabones de una cadena se rompen sin excepción, lo que te queda ya no es cadena ni es nada, inútiles trozos de metal que ya no sirven ni para tirar ni para amarrar. Lo que te queda es un puñado de fracasos encima sin responsables a los que echarle la culpa. Lo que te queda dicen que es fruto de la causalidad. Já.
Desgenerados. Porque aunque hagamos oídos sordos, las relaciones de nuestro entorno no hacen más que naufragar. Parejas de toda la vida que parecían indestructibles. Parejas que jamás hubieras dicho que estaban tan mal. Parejas que empezaron todas sin la más mínima intención de acabar. Y sin embargo ahí están todas. Abandonadas en la cuneta de las relaciones accidentadas. Por un tercero, en un segundo, ahora vete y diles que lo importante es participar.
Todos zarpamos creyendo que podíamos seguir la brújula de la cabeza y la del corazón, y así no hay forma de navegar.
En este mundo de desgenerados, lo interesante ya no es sólo mirar hacia atrás. Hay otros desgenerados que vienen después de nosotros que déjalos correr también. Porque si nosotros lo tuvimos chungo por creernos una realidad que ya jugaba a otra cosa, imagínate ellos, que han tenido unos mayores que no hemos sabido ni a qué jugar.
Tengo la sensación de que hemos sido el ejemplo perfecto de lo que no deben hacer. Creerse a pies juntillas lo que nos enseñaron nuestros mayores, sin cuestionarlo, sin ponerlo en cuarentena, sin saber si lo estábamos haciendo mal. Y total, para qué.
Desgenerados. La única buena noticia de todo este lío es que nunca existió un cambio generacional. Lo que existen son individuos que están solos y que siempre mueren en soledad. Y luego están individuos que se juntan para dejarse la vida en hacer que las cosas cambien. Que las cosas salgan. Que las cosas avancen. O retrocedan, da igual. Pero que las cosas jamás se queden como están.
Esos son los individuos que merecen la pena.
Esos son los individuos que hay que saber encontrar.
Porque importa un carajo a qué generación pertenecen.
Porque importa un carajo su edad.»
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Te olvidaré Porque ya he olvidado otras veces Porque sé cómo hacerlo Porque no quiero ni debo recordarte Ni guardarte en ningún sitio Ni llorarte más Aún no sé cuándo pero yo te olvidaré No porque no merezcas ser recordada Sino porque no me conviene nada saber que estás Que amas Que puedes llegar a sentir por otro lo que sentiste por mí Pero sobre todo te olvidaré porque no eres del todo real Jamás lo fuiste Eres lo que yo quise de ti Yo te imaginé, yo te pude crear Y ahora puedo y debo destruirte de mi memoria Hoy te vas tú
Antena 3 emite esta noche, después de la serie ‘Allí Abajo’, una nueva edición de ‘Al rincón de pensar’, programa conducido por Risto Mejide en el que dos personajes charlan y reflexionan sobre su vida y su profesión. Hoy será el turno de Juan Carlos Monedero y El Rubius.
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Artículo publicado el domingo, 31 de mayo de 2015, en ElPeriódico.com.
Il·lustració de Leonard Beard.
«Espacio partido por tiempo. No es sólo una definición. Es una fórmula. Y como tal se cumplirá el cien por cien de las veces. Y lo que es peor, la acabaremos sustituyendo aunque sólo sea mentalmente por el concepto resultante. Lo que viene siendo velocidad. Otra cosa más que en cuanto la definimos, en cuanto la ocultamos tras su correspondiente etiqueta, nos olvidamos de qué esta hecha. De dónde viene. Y por tanto, hacia dónde va.
Espacio partido por tiempo. Parece que parte del espacio ha salido a por más tiempo como quien baja a por más sal. Como quien se queda a media noche sin leche, esa pesadilla que tanto aterra a los americanos y yo jamás he acabado de entender. El espacio estuvo aquí, se encontraba tan tranquilo separando las cosas y de pronto se dio cuenta de que necesitaba más tiempo. Y a por ello que fue. El lugar al que se dirigió debe de ser de grande como el Gran Bazar, pues ahí caben todos los espacios que se han quedado sin tiempo, y encima se comercia a ritmo frenético de minutos y segundos. Dámelo ahora. Dámelo todo. Y dámelo ya.
Espacio partido por tiempo. Que alguien me explique por qué necesitaba más tiempo el espacio. Por qué no se conformó con el que había ya. Qué es lo que le movió a salir y a buscarse la vida. Y lo que es más importante, cuándo volverá. Esta realidad que se te ahoga por falta de espacio necesita de más oxígeno para respirar. Así que esperas que el espacio no tarde mucho en hacerte el recado, y que no se coma el tiempo por el camino, trayendo al final las clásicas barras despuntadas de pan.
Espacio partido por tiempo. Algo que está dispuesto a dividirse por otro algo. Siempre hay alguien dispuesto a dividirse por alguien más. Siempre hay como mínimo uno dispuesto a sangrar. Es el dilema del prisionero emocional. Todos jodidos en cuanto esto acabe, sí, pero tú un poquito más.
Ojo que hablamos sólo del espacio partido. El resto, el que se quedó aquí no veía venir la catástrofe, o igual sí la vio y siguió exactamente igual. Fueron las consignas racionales que demandaban prudencia, esas que jamás quisiste escuchar. O igual fueron los servicios mínimos de esta huelga de espacialidad. El caso es que todo parecía más junto, más apretado, pero eso sí, coyuntural.
Un espacio, el que ocupábamos, se nos ha ido quedando dividido por cero. Y un tiempo, en el que estuvimos, que es ése justo que ahora ya no está. Como las promesas que nos hicimos todas juntas. Sin dejarles ni tiempo para respirar.
Por eso es gracioso escuchar ahora que sufrimos velocidades distintas. O incluso que igual cometimos un exceso de velocidad.
La velocidad no entiende ni cuánto espacio ni cuánto tiempo la conformaban. A ella, si recorristeis un espacio infinito en un segundo o un solo centímetro en cero, le da igual. Lo que le importa es el dato, el resultado, llegar con una cifra concreta al final.
Y cuando ya estás en ese final, cuando ya todo ha acabado, entonces te das cuenta de que lo importante era el espacio partido por tiempo.
Y no la velocidad.»
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El exdirigente de Podemos y el «youtuber» más famoso de España acudirán el próximo martes 2 de junio al plató de ‘Al rincón de pensar’. Risto Mejide charlará con los dos invitados sobre temas tan diversos como política y las nuevas tecnologías.
EL DOMINGO, 31 DE MAYO, A LAS 22:30 HORAS EN LASEXTA.
Manu Sánchez acaba la semana con Cristina Pedroche, que acaba de volver, Risto Mejide, que acaba de llegar y Tricicle, que nunca se acaban… Este domingo no te pierdas a las 22:30 horas, ‘El último mono’, en laSexta.
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MAKING OF | RISTO MEJIDE CONVERSA CON DANI MARTÍN Y MARIO CONDE.
En esta segunda entrega de ‘Al rincón de pensar’, Risto Mejide tiene el placer de conversar con dos de las figuras más relevantes en nuestro país, cada uno en su sector. Dani Martín y Mario Conde se sientan junto al presentador para responder a todas sus preguntas. Así se grabó el segundo programa.
Dani Martín relata como dejó de ser un niñato.
Mario Conde desvela a Risto Mejide los entresijos del poder.
Artículo publicado el domingo, 24 de mayo de 2015 en ElPeriódico.com.
Il·lustració de Leonard Beard.
«Hay amores de película y hay amores de spot. Amores de largometraje y amores que apenas llegan a los veinte segundos. Y sin embargo, aún así, algunos spots son más bellos que millones de películas juntas. La Gioconda, quizás el cuadro más universal jamás pintado, no pasa de los 55 cm de ancho. Para ser grande, para ser bello, para ser memorable, no hace falta extenderse más allá de lo necesario. El fin siempre justifica los miedos. Quizás por eso hoy me atrevo con una cosmología afectiva sacada de la manga. Quizás por eso hoy me hago trampas al solitario en este pequeño universo que cabe en un sí.
Empecemos por los cuerpos celestes. En esta vida te encontrarás, en esencia y grosso modo, dos tipos de amantes: estrellas y planetas.
Las estrellas, como todo el mundo sabe, brillan con luz propia. Es una luz nítida, sin paliativos, sin concesiones. Es una luz tan intensa que no puedes mirarla fijamente, es una luz que atraviesa la oscuridad y la destruye. Es una luz que crea vida, que te arropa, que te da calor. Y es una luz que enamora porque no depende de nada ni de nadie, porque es libre, porque es y será así esté donde esté. Pero ojo, porque es una luz que consume a quien la emite. Si nos fijamos bien, las estrellas están en permanente combustión. Se destruyen a sí mismas para proyectar su luz, y aunque nos encantaría pensar lo contrario, sabemos que lo único eterno es la oscuridad. Por eso son tan bellas. Por eso son tan únicas. Y tan raras. Y tan fungibles. Y tan especiales. Y tan inolvidables.
A su alrededor encontrarás, sí o sí, los planetas. No hay una estrella que se precie sin un planeta que la orbite. Y eso tiene una razón de ser. Los planetas necesitan de su luz para subsistir. Son incapaces de generarla por sí mismos. Así que se enganchan al primero que les dé algo por lo que estar ahí, algo que les dé visibilidad, que es otra manera de decir que les haga existir. Es cierto que es en algunos de ellos donde brota la vida, pero no nos engañemos, son una rarísima excepción. Himno generacional número 83. El resto, la gran mayoría, son lugares inhóspitos y demasiado fríos o demasiado calientes como para que surja nada.
Es cierto que luego están los satélites, escisiones de lo que un día fueron, tan pequeños y desesperados que se llegan a enganchar a cuerpos sin luz. Y ahí se quedan, atrapados en un ciclo creciente y menguante, condenados a que lo más memorable que les pueda ocurrir en la vida sea un eclipse. O los cometas, que no dejan de ser trozos de otras relaciones que vagan por el universo incapaces de comprometerse ni de sentar la cabeza. Son casos perdidos, bellos a ratos, sí, hasta ponen rumbo a ti.
Por último, se encuentran los agujeros negros, elementos peligrosísimos, pues se alimentan de materia ajena. Cualquier materia les va bien. Vampiros emocionales del tamaño de una galaxia. Si un día te ves atrapado en uno de ellos, puede significar tu final. Porque lo mejor que puede ocurrirte es que te conviertan en basura espacial.
En este complicado universo de relaciones, lo más difícil es entender que la única fuerza no es la ley de atracción. Existe la ley de correspondencia, que dice que un cuerpo te atraerá más si te enteras de que se siente atraído por ti. Existe la ley de rozamiento, que dice que hace el cariño, que deviene en confianza que da asco. Existe la ley de la fuerza centrífuga, que dice que un cuerpo que abandona una órbita libera exactamente la misma energía que le impedía seguir siendo feliz en la relación. Y la de la fuerza centrípeta, que dice que donde hubo retuvo, que siempre te atraerá algo de lo que te atrajo. Y existe la ley de los cuerpos comunicantes, sobre la que nadie aún se pone de acuerdo.
Sea como sea, yo no sé si soy estrella, planeta, o agujero negro, pero en mi camino emocional exijo estrellas. Y cuanto más mayor me hago, antes identifico las que no lo son. Es uno de los gajes de hacerse viejo, que lo ves venir todo a años luz.
Hay amores de película y hay amores de spot. Amores de largometraje y amores que apenas llegan a los veinte segundos. La diferencia es que los primeros los vives sólo una vez. Y los segundos, te guste o no, estás condenado a repetirlos tantas veces como les dé la gana a ellos, incluso en contra de tu voluntad.»
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El ex presidente de Banesto, Mario Conde, y el cantante, Dani Martín, serán los próximos invitados del programa que presenta Risto Mejide en el late night de Antena 3. El próximo martes a las 24:00 horas vuelve ‘Al Rincón de Pensar‘.
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BORJA SÉMPER Y HOMBRES G SERÁN LOS PRIMEROS INVITADOS.
Risto Mejide llega a Antena 3 esta noche con ‘Al Rincón de Pensar’, un programa de conversaciones que da voz a personalidades reconocibles y no tan conocidas pero que tienen algo interesante que contar. Los primeros invitados del programa serán el político Borja Sémper y el grupo Hombres G.
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Artículo publicado el domingo, 17 de mayo de 2015 en ElPeriódico.com.
Il·lustració de Leonard Beard.
«Todos vendemos. Todos compramos. Si te crees que la única venta es aquella en la que se produce desembolso económico, ya puedes ir cambiando de opinión. Ligar es vender. Liderar es vender. Llevar al grupo de amigos al restaurante que te más gusta es vender. Emocionar es vender. Educar es vender. Convencer a tu hija para que se acabe el pollo es vender. Trabajar es vender. Hacer una buena presentación delante del jefe es vender.
Por eso es bueno de tanto en tanto revisar las herramientas para prometer felicidad que cada uno lleva en el zurrón. Por eso es bueno de tanto en tanto pasarse por la ferretería emocional y preguntar qué es lo que más funciona, lo que más se lleva, lo que más te va.
Son las 7 magníficas. Las 7 palabras que según recientes estudios de neuromarketing y psicología del comportamiento alteran nuestro subconsciente y aumentan considerablemente nuestro impulso de compra. Las 7 palabras que sí o sí debes pronunciar si quieres triunfar.
La primera palabra es Tú. Apelar a quien te escucha. Convertirle en protagonista. Estamos tan ninguneados que cuando alguien nos llama directamente nos creemos especiales. Estamos tan hartos de ser figuración que seguimos a quien nos asciende en la escala social de esta economía de la atención. Estamos tan solos que estamos dispuestos a pagar por que alguien se fije en nosotros. Aunque ese alguien sólo quiera nuestro dinero, nuestro tiempo o nuestro voto.
Por eso no es de extrañar que la segunda palabra mágica sea Atención. Una vez logro que levantes la ceja, te exijo que inviertas el resto de tu esfuerzo en escucharme. Pon aquí todos tus sentidos, no te me despistes que lo que te voy a contar podría cambiarte la vida. No deja de ser otra mentira, sí, pero te harías cruces de la cantidad de gente que no consigue llamar la atención simplemente porque conocía su número pero jamás lo llegó a marcar.
Nuevo. La tercera gran palabra es Nuevo. La novedad es nuestra droga más dura. Somos yonkis de todo lo nuevo. Nos hacemos cada vez más viejos más rápido y tratamos de compensarlo rodeándonos continuamente de cosas que acaban de salir. Nos da escalofrío pensar que nos hayamos quedado atrás, porque sería dar la razón a la vida, que nos empuja a la cuneta de las cosas que ya se van. Último modelo. Avance revolucionario. Olvídese de lo que había. Compre una Agni y tire la vieja. Y verá qué bien le va.
La cuarta es Ya. Porque mañana vete tú a saber. La agilidad le ha ganado definitivamente la partida a la perfección. El golpe de suerte a la constancia. La inmediatez a la apuesta por el largo plazo. El pelotazo a la fuerza de voluntad. Una golosina ahora es mejor que dos golosinas después. Pájaro en mano que ciento volando. Quizás por eso sigamos rodeados de tanta chapuza. Quizás por eso cada vez sepamos menos sobre más cosas, y ya no salga a cuenta ni estudiar ni profundizar ni mucho menos teorizar.
La quinta es Cómo. Porque el qué ya sabemos todos cuál es. Ser feliz. Satisfacer tus necesidades. Hacerte la vida más cómoda. O más larga. O más intensa. O menos real. Hacer que algo de todo esto valga la pena. La magia está siempre en el cómo. Dios no está en los detalles, sino en el cómo. Si logras vestir tu mensaje de manual práctico para hacer lo que sea, has conseguido la mitad del éxito. La otra mitad consiste en que sea para hacer algo relevante, convencerle de que es de alto valor añadido para el que te ha de comprar.
La sexta palabra es Garantizado. Y si no quedas satisfecho, te devuelvo tu dinero. Quizás el mejor mensaje de marketing jamás lanzado, creado por el propietario de unos grandes almacenes en EEUU a principios de siglo pasado. Y ahí sigue, impertérrito ante el paso del tiempo y de las modas y de la verdad. Porque quien nos garantiza algo nos vende una vacuna contra el error. Nos crea la falsa ilusión de que al menos por una vez podremos hacer lo que jamás podemos hacer en la vida real: rectificar. Hacer un control Z. Que aquí no haya pasado nada. Tomamos tantas decisiones desacertadas que invertimos en aquellos que nos prometen acertar. Somos tan inseguros que pagamos al primero que nos fabrique una falsa seguridad.
Y por último, la gran Llave Allen de la felicidad: Gratis. Porque pretendemos que todo esto encima nos salga a coste cero. Es la palabra definitiva, pues nos dice que nada de todo esto nos dolerá. Cuando en la vida todo cuesta, en este simulacro de progreso tranquilos que no perderemos nada. Ni el tiempo, ni el dinero ni siquiera la dignidad.
Así son las 7 palabras 7 a las que respondemos cual perrito faldero de Pávlov.
Así funciona, ha funcionado siempre y de hecho sigue funcionando nuestra psique en el trabajo, en la política, en la economía, en el mercado y lo que es más peligroso, en el amor.»
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ASÍ ES EL PROGRAMA QUE SE ESTRENA EL MARTES 19 EN ANTENA3, ‘AL RINCÓN DE PENSAR‘.
El estilo inconfundible de Risto Mejide llega a Antena 3. Será a partir del próximo martes, 19 de mayo, después de la serie ‘Allí Abajo’. ‘Al rincón de pensar’ es el nuevo programa de conversaciones de actualidad de la cadena, que dirige y presenta el publicista más famoso y genuino de la pequeña pantalla.
Una de las características del espacio es que vive una particular personalización para cada uno de los invitados, que éstos no descubren hasta su encuentro con Risto Mejide.
Sin pactos ni límites: los invitados no conocen las preguntas ni los temas. La relación con Risto comienza cuando se enciende la cámara. Tras la conversación, en la segunda parte del programa, el invitado valorará su experiencia en ‘Al rincón de pensar’.
Las conversaciones tienen lugar en un loft de diseño industrial situado en Madrid. Una de las mayores peculiaridades del espacio es su personalidad y arquitectura, dado que ofrece la presencia del rincón de pensar justo detrás de cada invitado, rincón que también aparece en la imagen corporativa del programa.
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Artículo publicado el domingo, 10 de mayo de 2015 en ElPeriódico.com.
Il·lustració de Leonard Beard.
«Me considero una persona leal. Que igual no lo soy, pero oye, yo me lo creo. Y por eso justamente no puedo ser fiel. Porque aunque a nuestro diccionario aún le cueste ver las diferencias, estoy convencido de que las hay, madre mía si las hay. La lealtad es compromiso. La fidelidad es terquedad. La lealtad es incondicional. La fidelidad es inflexible. La lealtad es no perder de vista los fines. La fidelidad es negarse a que existan más medios que los que en su día escogí. La lealtad es cualquier cosa menos renunciar al destino. La fidelidad es o lo hacemos a mi manera o no hay nada más que hablar. La lealtad está siempre abierta a lo que suceda. La fidelidad cierra todas las puertas y ventanas. La lealtad escucha para avanzar. La fidelidad se hace la sorda, cuando todos sabemos que no lo está.
Por eso, en esta vida hay que elegir, o eres fiel o eres leal.
El fin justifica los medios, dirán los que jamás leyeron a Maquiavelo. Con todo el cariño, pero no habéis entendido nada. Leed de nuevo al cardenal Mazarino o simplemente “El Príncipe” hasta el final. También podéis dedicaros a dormir con la conciencia anestesiada y dejar de dar por saco, dejad de molestar.
Leal es alguien que jamás te pregunta por qué lo hiciste. No le interesan las razones, pues tus motivos tendrás. Si estás en un apuro se mete hasta el cuello contigo. Si te juzgan por lo que sea, testifica sin siquiera conocer el delito. Si llevas un cadáver en tu maletero, él se presenta con una pala. Si algún día te estrellas, se lía a hostias contra el que puso el muro ahí, a quién se le ocurre. Y si te encuentras una piedra enorme en tu camino, él se agacha, la levanta y te pregunta a quién hay que apedrear. Eso es lo que yo llamo amistad.
El conjunto de tus personas leales y a las que tú les profesas lealtad, es lo que yo llamo familia. Aquella gente que nunca te decepciona porque jamás conjugaron el verbo fallar. Los que están todo el tiempo sin necesidad de verte cada día. Los que saben que el contador de tu ausencia está siempre a cero. Y el de tu presencia jamás depende de si estás o no estás. Cuando una confesión no es un acto jurídico, sino una inversión humana en lealtad.
Ojo que la lealtad no te hace bueno ni malo. No te otorga ningún valor. Simplemente te hace más fuerte. Porque hasta los más villanos, los más corruptos, la mayoría asesinos y hasta los genocidas más cabrones necesitaron de sus cómplices leales. Es lo único que tienen en común con la buena gente. La necesidad de tener alguien en quien confiar hasta las últimas consecuencias.
Todo lo demás es simple fidelidad. Inercia absolutamente prescindible. Coherencia temporal con lo que hiciste hasta ahora, proyectada hacia todo lo que hagas de ahora en adelante. La jaula del pasado en la que decidimos encerrar nuestro futuro. Prisión condicional sin fianza para cualquier esperanza. Lo que se firmó va a misa, aunque ya todos seamos abiertamente ateos, pero claro, como tú un día firmaste, ahora toca apechugar.
La inercia está reñida con la iniciativa. La justicia está reñida con la búsqueda de la verdad. La memoria es incompatible con la felicidad. Y lo que haces no es todo aquello que te pasa, sino todo aquello que tú empujas para que llegue a pasar.
De ahí que desconfíe de cualquiera que me diga eso de que “jamás me he acostado con nadie que no fuese mi pareja”. Como si la forma de demostrar tu amor y tu compromiso fuese evitar a toda costa una aventura extramatrimonial. Como si promulgarlo a los cuatro vientos fuese algo valioso. Algo a tener en cuenta. Algo para aplaudir. Serás muy fiel, pienso, pero entonces no puedes ser nada leal.
Además, siento mucho decirlo así, pero la coherencia y la consistencia están sobrevaloradas. Franco fue coherente y consistente como mínimo durante cuarenta años, si no más. Y así nos fue.
Vayamos con cuidado con lo que le exigimos a la gente. Porque puede que un día nos lo dé.»
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El lunes, 11 de mayo de 2015, a partir de las 12:00 en ATRESPLAYER.
El próximo lunes tendrá lugar la rueda de prensa de la presentación del nuevo programa de Risto Mejide, «Al Rincón de Pensar», que se estrenará muy pronto.
Os invitamos a ver la rueda de prensa en directo, a las 12:00, donde Risto Mejide, director y presentador del programa, nos contará todos los detalles sobre «Al Rincón de Pensar».
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Artículo publicado el domingo, 3 de mayo de 2015 en ElPeriódico.com.
Il·lustració de Leonard Beard
«9.488 km. La distancia entre dos puntos cualesquiera del planeta. Una fría medida, una mera convención. Algo que un día decidimos entre todos que fuera así, pero que en realidad podría haber sido de cualquier otro modo. Como las horas. Como los hemisferios. Como la diferencia real entre salmorejo y gazpacho.
9.488 km. Todo en esta vida es una distancia. El futuro es la distancia que tienes por delante. La que te separa de lo que realmente quieres. La que aún te falta para llegar. Cuánto falta, papi. Casi lo mismo que hace cinco minutos, hijo. Anda, duérmete un rato y luego me lo vuelves a preguntar.
9.488 km. La experiencia es la distancia que ya llevas recorrida. La que jamás deberías volver a rimar. El camino de unir los puntitos. Y al final te sale el dibujo. Oh, vaya es un gatito. Con prepucio de gorila zumbón.
9.488 km. Una relación es una reducción de distancias. Un tracemos líneas paralelas. Y la duración también la acabamos midiendo en distancias. Lo que llevamos juntos. Lo bien que nos va. Caminar de la mano es cubrir cada tramo con un puente artesanal. Y descubrir que los atajos no sólo reducen distancias, sino que también las complican y las acaban por alargar.
9.488 km. Envejecer es acortar distancias con la muerte. Y hacerlo cada vez a mayor velocidad. Y ser joven es hacer un alarde de recorridos posibles. Decirle al mundo que por tu único punto aún pasan infinitas líneas. Cuando tenerlo todo por hacer es de lo único de lo que puedes fardar.
9.488 km. Los valores también son distancia. La honestidad es la distancia entre lo que dices y lo que piensas. Y la honradez, entre lo que cuentas y lo que haces. La integridad, entre lo que crees y lo que predicas. Y la humildad, reconocer que toda distancia crece a medida que te acercas, que cuando parece que tú llegas, la meta siempre se va.
9.488 km. El éxito es una distancia cero entre lo que quisiste y lo que pudiste. Y el fracaso, esa distancia que siempre se quedará ahí, sin transitar. La distancia entre una persona y un artista consiste en dejar el mundo algo más bonito de lo que se lo encontró. La distancia entre un diario y una vulgar libreta no está en quién la escribe, sino en quién la puede leer.
9.488 km. El poder no es más que una distancia vertical. El dinero es un antídoto contra casi toda distancia. Y la salud es la distancia que te separa de cualquier hospital. Los barrios son viviendas distanciadas por clase social. Y los colegios son lugares donde se aprende a distanciar y a distanciarse de los demás.
9.488 km. Un supermercado que dice que la calidad y el precio están muy cerca. Cercanía a ti, me quiero imaginar, espero que no sea entre esos dos conceptos. Cualquier aparato móvil geolocalizado te informa de tus distancias. Para que no estés solo, te comunica con los que están bien lejos y te desconecta de los que más cerca están.
9.488 km. Una medida de tiempo, el que se tarda en recorrerla de punta a punta. Lo cual delata el medio en el que te desplazas: coche, avión, tren, barco, moto, bicicleta, a caballo o a pie. El tiempo es el mensaje. Y si cuando llegues, será tarde o pronto, pero ahora ya nunca más.
9.488 km. Tomamos distancia como quien se toma un té con hielo. Decidimos hacerlo para verlo con perspectiva, decimos. Y no nos damos cuenta de que la distancia no se recorre, porque en la distancia se está.
9.488 km. Es la distancia que hoy nos une como nunca nos había unido nadie. Puto Gerard.»
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Artículo publicado el domingo, 26 de abril de 2015 en ElPeriódico.com.
Il·lustració de Leonard Beard
«Dejad de leerme. Dejad de comprar mis libros. Tal cual os lo pido, de verdad. Este Sant Jordi me habéis convertido una vez más en uno de los 10 autores más vendidos de la jornada y ha sido todo un detalle que agradezco en el alma, pero en realidad no me estáis haciendo ningún favor. Ni a mí ni a la industria editorial.
Yo quisiera no vender en Sant Jordi. Quejarme continuamente de lo mal que está el sector y mirar por encima del hambre y con displicencia a los autores «mediáticos» mientras mascullo algún aforismo de Góngora nada amable pero muy bien traído para la ocasión. Tener la coartada perfecta para no haber conseguido jamás un best seller. Poder decir que si yo no vendo es porque no me vendo. Decir que yo hago Literatura con L mayúscula, jamás productos de gran consumo. Menuda vulgaridad.
Yo quisiera dejar de tener tanta gente en la cola de firmas. Ya, ya sé que algún día me llegará, a ver si es cierto, porque así no me tendré que oír las muestras de cariño que he tenido que aguantar estoicamente este año. Gente a la que le ha cambiado la vida una frase que escribí. Gente que se atrevió a dar ese paso en su negocio o en su relación sentimental. Gente que está librando la dura batalla de construir su propia marca. Gente que ha superado alguno de sus miedos tropezando con palabras mías. Gente a la que uno de mis libros le ha hecho abrir otros más. E incluso gente que me agradece haber podido reírse conmigo entre sesión y sesión de quimio en el hospital.
Yo quisiera leer las crónicas de la jornada y ver cómo periodistas que jamás han vendido un ejemplar ponen a parir a los que sí lo han hecho, comparándolos a todos con la exmujer de algún torero, atribuyendo todo su mérito única y exclusivamente a la tele. Como si vender fuese tan fácil como anunciarse. Pobrecitos, cómo se nota que no saben ni de lo uno ni de lo otro.
Pero no, en vez de eso, me habéis convertido en un autor de éxito. Menuda putada. Rompí stocks en toda Barcelona a las cuatro horas de estar firmando, a saber lo que habría pasado con una buena planificación por parte de las librerías y de mi editorial.
Pero en fin. Ahora tengo que andar otro año pidiendo perdón por vender, diciendo que es todo única y exclusivamente gracias a la fama que te da la tele. Sí, porque todos sabemos que los lectores sois idiotas, que cuando me podéis consumir gratis desde el sofá de vuestra casa, lo que en realidad estáis deseando es desplazaros a vuestra librería más cercana, revolver entre cientos de competidores y acabar desembolsando veinte eurazos en la deconstrucción de un árbol y tinta, simplemente por el placer de tenerlo, pues encima las estadísticas dicen que ni lo leeréis.
Y leerme, uf, total para qué. Dedicarme un tiempo que no tenéis para leerme a mi y no a otro, y ojo que me lo habéis demostrado con vuestro cariño no ya en uno, sino hasta en ocho Sant Jordis, pues cuando uno lleva seis libros publicados y reeditados en más de 20 ocasiones, ya lo vuestro pasa de ser molestia pura y dura a masoquismo ilustrado. Que sí, que sí, que estáis fatal.
Lo único bueno de todo esto es que los autores que no vendan se irán muriendo, o mejor dicho, los irá matando el mercado. Y quedarán todos los demás. Los que no entiendan la diferencia entre vender y tener algo interesante que contar. Los que hayan aprendido que algo es de valor cuando lo valida un mercado, y no al revés. Los que ya no conciban sector sin industria, autor sin lectores, ni lanzamientos sin publicidad.
Dejad de leerme, hacedme caso y leed a los que no venden nada, que esos son los de verdad.»
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