
Artículo publicado el domingo, 27 de Abril de 2014 en ElPeriódico.com
«Solo. Estoy solo. Nah, no me llores todavía no me llores por favor. No es algo de lo que me sienta especialmente orgulloso, pero tampoco es algo de lo que nos tengamos que avergonzar. Nos, sí, he dicho nos. Porque por si no lo has notado aún, tú también lo estás. Cuenta cuántos punteros de ratón aparecen en tu ordenador. La pantalla es tu vida en estos momentos. Los links activos sobre los que puedes hacer click, las opciones que se te presentan. Y esa flechita siempre mirando hacia arriba como quien busca un futuro que mejorará, eres tú. Es cierto que puedes aprovechar para conectar con otros, pero ten en cuenta que siempre estarás haciéndolo solo. Y ya está.

Solo. Estás solo. Ya seas hombre, mujer, animal, tertuliano o cosa. Eres un ser solitario. Fíjate que no he dicho que estés muy solo, eso sería distinto. La diferencia entre estar solo y estar muy solo es la misma que la que existe entre que algo sea mío y que algo sea muy mío. En el primer caso, simplemente estás poseyendo, es una descripción. En el segundo, ya estás categorizando, y eso etimológicamente es muy próximo a profecía. Fueron los griegos los que inventaron la palabreja categoría, y en su origen era justamente eso, sinónimo de predicción. No deja de ser curioso, cuando categorizas, predices. Cuando clasificas, destinas. Cuando etiquetas, condenas.
Solos. Estamos todos tan solos. Y peor acompañados. Aunque nos encariñemos de vez en cuando. Aunque dejemos que nuestra soledad necesite sentirse acompañada por otra soledad. Hay siempre un momento, sea después de la fiesta o después del polvo o después de esa discusión, en el que irremediablemente volverás a sentirte contigo mismo y sin nadie más a quien agarrarte. De nuevo solo. De nuevo ahí. No hay ataúdes de dos plazas. Ni dos puntos de vista para un mismo espejo. Estás tú y lo que decides que te devuelva. Ya está. Si tú te mueves, se moverá contigo. Si tu te mueres, se morirá contigo. Si tú te mientes, te mentirá por ti.
Solos. A veces por elección, otras por selección natural. Luis Racionero siempre hace referencia a los ingleses, por lo visto ellos sí supieron diferenciar en su lenguaje entre loneliness y solitude, entre la soledad involuntaria y la buscada, entre un accidente repentino y un genocidio emocional. Nosotros, en nuestro riquísimo castellano, aún andamos creyendo que toda soledad es mala, que todo aislamiento es un castigo y que toda compañía siempre te tiene algo que aportar.
Hay que saber estar solo. Y sobre todo, hay que saber quedarse solo. Sin que la presencia propia le obligue a uno a buscar escapatoria en lo ajeno. Sin que la cháchara externa oculte y anegue la conversación que de tanto en tanto tiene que darse en tu interior. Porque no hay nada más triste que no saber ni cómo aguantarse. Porque puede que el que oiga voces este loco. Pero el que no las oiga, seguro que acaba volviéndonos locos a los demás.
Solo. Estoy solo. Igual te parece triste. Pero es muchísimo más triste no saber lo que se está.
Esto fue lo que sentí esta semana cuando se nos fue gente tan nuestra y tan grande como Tito Vilanova o como el promotor de Macondo, también constructor de Cien Años de Soledad. Pero no querría acabar con tanta tristeza, ni creo que pudiese, porque ni con mil millones de artículos como éste compensaría semejante pérdida. Mejor lo acabo con una anécdota curiosa.
Hace diez años, pude compartir con Gabo 15 minutos de charla paseando por Los Ángeles, en pleno Rodeo Drive. Fueron mis 15 minutos de Gabo. Supongo que era a eso a lo que se refería Andy Warhol. 0.25 horas charlando con todo un Premio Nobel. 0.0104 días cogido de su brazo. 0.00003 años aprendiéndolo casi todo sobre publicidad. Porque él fue redactor de una gran agencia cuando vivió en México DF. De hecho, algunos de sus eslóganes aún sobreviven en la mente de muchos de los que nos dedicamos a esto. Y cuando le pregunté por qué lo había dejado, me dijo que perdió el interés el día en que se dio cuenta de que para ser publicitario bastaba con reunir dos condiciones: una, “no cometer faltas de ortografía” y dos, “ser un poquito menos pendejo que los demás”.
También me dijo algo que no olvidaré mientras tenga una empresa.
Que adoraba hacer negocios con catalanes.
Porque sabía que al final, fuese como fuese, siempre iba a cobrar.»
¿Quieres recibir artículos como éste en tu buzón de e-mail? Suscríbete a ristomejide.com.
Admiro a las personas q saben transcribir sentimientos, sensaciones…verdades, como si fuera uno mismo quien lo hace, q puedes, perfectamente, hacer tuyos todas las manifestaciones.
Me gustas, eres muy bueno
Ni un millón de artículos podrían igual a este,Graçies Risto! Desde Zaragoza y Aragonés un catalán mes!!!! Abraçada
Definitivamente eres muy Grande tío.
Querido Risto,
Aplaudo tu artículo así como subo a los altares la siguiente frase escrita por ti:
«Solo. Estoy solo. Igual te parece triste. Pero muchísimo más triste no saber lo que se está»… (inevitable los puntos suspensivos)
No se sale ileso al estar acompañados, pero como bien dices hay que saber estar solo. Nadie en realidad llega a ser feliz como una perdiz sin cuento…La soledad llega con poca prisa y muchas ganas de caer rendida a lo único que importa. Tampoco es una batalla interior, no se necesitan ejércitos de emociones, se necesita voluntad, cantidades inmensas de voluntad, y acercar los oídos al suelo para escuchar los latidos del mundo y avanzar…
Siempre me he definido como una discapacitada emocional, y estar sola es como tener toda la Primavera en una sola pupila…Es como si el invierno te hablara, pero he hecho grandes cosas por mi misma y he aprendido a pensar más con el alma que con la piel. Parece que los que decidimos estar solos no sentimos y verbalizamos igual que los demás…La gente no sabe que el que sabe estar solo, no lo está de corazón porque ahí lleva a todos los que quiere…Hay días en los que incluso me encuentro con seres y descubro que son hasta humanos y esos días son espléndidos…
Bailar con uno mismo, pero dibujando notas musicales en las hojas que caen y parecen tan blancas como un invierno en Canadá. Todos venimos a vivir y llegamos solos, también nos iremos solos eso es verdad, en ese camino la poesía de vivir siempre remienda la ilusión y te pone pájaros en el cielo de los ojos, y en ese híbrido hecho de hubieras huele a resaca de lágrimas, a arcoiris en los ojos y a querer…Pero es lo que tiene la embriaguez de tomarse en serio y la resaca de después…Pero querer hacerlo bien siempre…
Querido Risto, los cuatro elementos hace tiempo que pasaron a cinco: Aire, Tierra, Agua, Fuego e Internet…Sobretodo para los que estamos exiliados voluntariamente, nos conecta con el otro lado del Universo y ya no estamos tan solos. Eso no quita que cortemos también ramitos de flores y se los llevemos a la vida. Por ejemplo escribirte ahora me acerca con los ojos a un Universo diminuto que atesora todo lo que escribes por dentro y te hace temblar.
Si todo es muy poético incluso la Soledad esa niña interior sorda que vive en silencio ajena a lo que suena, aunque enseguida sale hacia afuera y disfruta de la lluvia de mariposas amarillas…Preciosa anécdota la que cuentas con el gran Gabo si el ya lo dijo: «El secreto de la vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad». Y de Tito Vilanova pues que decir que los catalanes que estamos fuera también lo sentimos, pero nos quedará siempre su niño interior, su lucha y todo su trabajo…
PD: Si dispusiera de 0,00003 minutos para llevarte del brazo por una avenida de Toronto, te daría las gracias por tantas cosas…Los motivos? me los quedo para mi sola 🙂 ,a la soledad solo le falta Estrellas…Planetas y Lunas y a mi hambre nivel: Tampoco deben estar tan malos los saltamontes…Solo le falta que me alimente…Me voy bailando conmigo misma y en este Lunes como decía Gabo: Se derrumban todos los conflictos se apartan y a uno se le ocurren cosas que no había soñado, y entonces no hay en la vida nada mejor que escribir…O que una pardilla como yo opine… 🙂 aunque no haya Chester te sigo poniendo bandas sonoras…